"La verdad es que yo no le caía muy bien a Manuel del Valle"
Plaza Nueva · Francisco de Asís Arcas Lucena
Ningún océano le resulta ajeno, pero encontró el refugio en Villanueva del Río y Minas. Fue 'alcalde' de Triana en el primer mandato de Del Valle, secuelas de la mayoría absoluta de Felipe González en el 82.
Camarero transoceánico, cartero postal, tabernero cabal, bohemio, concejal. Paco Arcas (Sevilla, 1942), cuatro Velás en su currículum municipal.
-¿Cuándo llega a Triana?
-Yo nací en el Corral del Conde, calle Santiago, de soltero me compré un piso en la calle Ruiseñor.
-En esa calle vivió Saramago...
-Mi padre estaba muy vinculado a Triana. Era imaginero, hizo el paso del barrio de León. Su nombre apareció en un libro, Francisco Arcas Báez. ¿Te toca algo?, me preguntó el autor. Hizo imágenes de San Juan Bosco y María Auxiliadora para toda Sudamérica.
-¿Él conoció al hijo político?
-Cuando vivía yo en París, en 1973 recibí un telegrama muy escueto, padre enfermo. Cuando llegué ya había muerto.
-¿Qué hacía en París?
-Buscándome la vida con otros amigos. Uno que se llamaba Lucas tocaba la guitarra y los demás poníamos la boina.
-Antes hizo las Américas...
-Mi hijo el mayor se fue con 20 años y se casó allí con una aborigen. Yo me fui con 18.
-¿Fue más veces que Colón?
-Muchas más. Salíamos de Marsella o Barcelona, parábamos en Cádiz o Algeciras. Siete días y siete noches por el Atlántico. Llegábamos a Río de Janeiro y en Buenos Aires hacíamos cruceros a la Patagonia, a las Malvinas. Iba de camarero primero con la compañía Zorroza, después con Ybarra. Fui a América del Norte: Boston, Nueva York, Norfolk, donde está la base de submarinos atómicos; subimos el Mississippi en busca de pienso animal y madera, he conocido Nueva Orleans y Baton Rouge, la capital de Louisiana.
-¿Y viajar por placer?
-Debo ser de los primeros trianeros que fue a la China. Estaba todo el mundo asustado, había sido lo de las Torres Gemelas y hacíamos escala en Abu Dabi. Me fui con mi esposa, mi hija, mi sobrina, con siete mujeres a la India.
-¿Y dónde encontró el paraíso?
-En Villanueva del Río y Minas.
-Vino en la Velá a ver al médico.
-Hugo Galera, con el que he coincidido como vicepresidente de los béticos veteranos, me preguntó que cómo estaba. Le dije que socialista pegador de carteles y bético sufridor es difícil de morir.
-En 1983 iba de 14 y salió...
-Cuatro años antes fui de 12 y no salí. Mis amigos Guillermo Gutiérrez, Pepe Caballos y Curro Rodríguez me dijeron que iba a ir más retrasado pero con más garantías.
-¿Por el efecto Felipe del 82?
-Y Guerra, que a veces venía con su hijo Pincho a ver la Cabalgata de Reyes de Triana.
-Treinta años después, una placa le trata de alcalde de Triana...
-Me sigue diciendo alcalde mucha gente.
-¿No tenía celos su alcalde Manuel del Valle?
-Era introvertido y la verdad es que yo no le caía muy bien. Le ganamos por goleada en lo de las uvas. En la fiesta de Nochevieja que hicimos en el Altozano llevamos tres veces más gente que en la Plaza Nueva. La suegra de Ricardo Miño llevó una caja de televisión llena de pestiños.
-Otro concejal con placa en Triana es Alberto Jiménez-Becerril.
-Se enrolló mucho cuando llegó. La calle Antillano Campos, la de Las Golondrinas, estaba cortada e inundada. Me pidió el IBI de todos los comercios y nos lo arregló.
-¿Qué balance hace?
-Aparte del cachondeo, fue la mejor política de inversión que se ha hecho en la democracia en Sevilla. Se compró la Casa de las Columnas, con el apoyo de Pepe Vallés; la Casa de los Mensaque, sede del distrito; se remató la operación de Ortiz Nuevo con el Hotel Triana; y se negoció con la Fundación González Abreu para abrir el Instituto Hispano-Cubano.
-¿Existe la República Independiente de Triana?
-Lo que tiene es mucha personalidad, sin dejar de ser sevillanos.
-Fue el Florentino del barrio, presidente del Triana C.F.
-Doce años. Allí jugó Dani, autor del gol de la Copa del Rey. Jugadores del Triana han sido Moriche, el marido de Susana Díaz, que jugaba de nueve, y su hermano.
-¿Qué fue del concurso del beso?
-Lo copiaron en toda España. La primera edición la ganó uno de las Juventudes Socialistas.
-¿Último viaje a América?
-Con mis hijos Carlos y Mercedes a ver al mayor en República Dominicana. Era la primera huelga que había en el país. Un sevillano de la Puerta Osario que tiene una tienda en la calle Conde de Santo Domingo nos dio unas credenciales de prensa y en furgoneta llegamos a un pequeño aeropuerto. Contraté tres avionetas a cien dólares, una para cada uno por si las moscas. La mía llevaba las puertas amarradas con cuerdas. Le prometí al piloto dos latas de sardinas si llegábamos pronto a Bávaro.
-Cartero, camarero, tabernero. ¿Lo de concejal fue un oficio?
-No era ni remunerado, yo gastaba más que ganaba.
-¿Una asignatura pendiente?
-Una de las grandes frustraciones de mi etapa de concejal fue que la gente que tuvo que marcharse no pudiera volver cuando rehabilitaron la Hispano-Aviación. Llegaron muchas solicitudes de gente que quería volver, pero no pudo ser por el vil metal.
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