El vandalismo: Una lacra para los parques y jardines de Sevilla
Un libro recopila las principales agresiones sufridas en los Jardines de Murillo o el Parque de María Luisa
Una situación que no se revierte. El vandalismo se ha convertido en la primera causa de degradación de los parques y jardines históricos de Sevilla. Los Jardines de Murillo o el Parque de María Luisa sufren con relativa frecuencia ataques que destrozan algunos de sus principales atractivos, como glorietas, esculturas o fuentes. El Ayuntamiento emplea grandes cantidades de dinero a reparar todos es todos desperfectos, que vuelven a producirse con el paso del tiempo. Una de las personas que lleva más tiempo denunciando la situación en la que se encuentran las zonas verdes de Sevilla es Jacinto Martínez, presidente de la Asociación Jardines de la Oliva. Lleva más de dos décadas haciéndolo en su blog y ahora lo ha hecho en un libro en el que ha recopilado las principales agresiones cometidas en los últimos años.
“El libro abarca parte del gobierno de Monteseirín, y los de Zoido y Espadas. El vandalismo es algo que ha afectado a todos ellos. Los que más han sufrido han sido los Jardines de Murillo. Los vándalos se han cebado ahí”, explica Jacinto Martínez. Este veterano defensor de las zonas verdes presentó su libro a finales de abril en la Plaza de América del Parque de María Luisa, otro epicentro del vandalismo; y le ha entregado ejemplares tanto al director general de Parques y Jardines, Fernando Mora-Figueroa, como a los principales líderes de la oposición municipal.
Las propias características de los jardines y parques de Sevilla, donde sobresalen los delicados elementos cerámicos, hacen que estén completamente expuestos a sufrir cualquier tipo de destrozo. Como detalla Martínez en su recopilación, el caso de los Jardines de Murillo es especialmente doloroso. Este mismo fin de semana se ha podido leer en las redes sociales, cómo son muchos los jóvenes que se reúnen en sus glorietas para beber y algunos no se marchan sin dejar su sello en forma de acto vandálico. En esta zona el último de los destrozos se produjo el pasado mes de febrero al hilo de la detención de Pablo Hazel. Los delincuentes utilizaron como lienzo la preciosa fuente dedicada a Catalina de Ribera para pedir la libertad del “rapero”. Los servicios de Lipasam actuaron con celeridad para borrar la proclama.
La palma en estos jardines se la llevan las fuentes de las glorietas. No queda ninguna en pie. La principal, que tenía dos copas, fue vandalizada en marzo de 2010. Hasta 2012 no se repuso, eso sí, se dejó una de las copas por el camino, perdiendo su cualidad de “cataora”. Ahora mismo, la fuente se encuentra desaparecida tras otra acción reciente. Los dos surtidores de las glorietas anexas, donde en su día también fueron destrozados los capiteles, también se tuvieron que retirar hace pocos meses tras ser volcadas y destrozadas. En la zona también faltan algunos jarrones de cerámica y hay numerosas pintadas en bancos y otros elementos decorativos.
El Ayuntamiento ha invertido en los últimos años importantes cantidades de dinero en la puesta a punto y mantenimiento de estos jardines, recorridos a diario por miles de sevillanos y turistas, pero las asociaciones de vecinos y conservacionistas, creen que la única solución es poner más vigilancia.
El caso del Parque de María Luisa también es especialmente doloroso. Este Bien de Interés Cultural, como los Jardines de Murillo, cuenta con algunos de los espacios más bellos, evocadores y simbólicos de toda Sevilla. Uno de ellos es la Glorieta de Bécquer. El último ataque que sufrió el grupo escultórico fue la mutilación de los dedos de una de las muchachas. Felizmente fue subsanado con celeridad. Cerca de este punto, la escultura realizada por García Ortiz en la Glorieta de Luis Montoto se llevó bastante tiempo sin la cabeza, que fue destrozada.
Las dos grandes plazas de esta zona verde, la de España y la de América, son dos de los blancos más habituales. La primera fue objeto de una gran restauración millonaria en el año 2010. Desde entonces, han sido recurrentes los actos vandálicos en sus farolas, balaustradas, azulejos, pináculos o bancos. En la Plaza de América llegó a destrozarse el surtidor de su fuente central situado en un estanque de complejo acceso. Las glorietas de Rodríguez Marín y Cervantes o las famosas niñas-fuentes tampoco se han librado de ser destrozadas.
En el Parque de María Luisa también se recopilan ataques en la Fuente de los Leones, la Fuente de las Ranas, la Glorieta de José María Izquierdo, o la Glorieta de Covadonga, una de las atacadas en fechas más recientes.
Otros parques y jardines, como los de las Delicias, que son los más antiguos; o los del Cristina, también cuentan con una dilatada lista de ataques. Jacinto Martínez denuncia que los diferentes espacios sufren un claro proceso de degradación tras los ataques y posteriores restauraciones: “Se van desvirtuando. Los elementos que se reponen poco tienen que ver con los originales. El pato de la Fuente de las Ranas es un ejemplo. Se restaura pero nunca se ponen igual”.
Este activista de los parques de Sevilla lleva mucho tiempo reclamando la puesta en marcha de la Policía Verde, según él, la única manera de disuadir a los vándalos: “La encontramos en París, Viena y muchos otros sitios... Aquí no está penalizada la destrucción del patrimonio. Debería haber más vigilancia, también cuando los parques están cerrados. Todo esto lo hemos comentado con las distintas corporaciones municipales, pero siempre nos dicen que creen en el "buenismo" de las personas y que no se puede poner un guardia tras cada ciudadano”.
A falta de que esta Policía se encargue de vigilar de manera exclusiva las principales zonas verdes de la ciudad, de manera recurrente hay que destinar partidas para reparar los desperfectos causados por los vándalos. El Ayuntamiento, en el caso de la delicada Plaza de España, anunció recientemente que trabaja en la puesta en marcha de un contrato de conservación permanente.
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