Un 'underground' en la casa de los Pinelo
Cultura
El cineasta y productor musical Gonzalo García Pelayo ingresará en la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría
André Malraux daría su aprobación. El intelectual que fue ministro de Cultura con el general De Gaulle defendió el cine como séptimo arte por ser una manifestación artística donde se daban la mano la creación y la industria. Gonzalo García Pelayo podría perfectamente haber entrado en el consejo de asesores de la Confederación de Empresarios de Andalucía por su condición de pionero, de avanzado, de creador de trochas nuevas e inexploradas, pero donde va a acceder será a la Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría.
Un representante de la Sevilla underground en el ámbito de las academias. Ésa sí que es una buena heterodoxia. Gonzalo García Pelayo nació en Madrid en 1947, el año que Evita visitó España y un toro mató a Manolete en la plaza de Linares. Otros dos transgresores, Eva Perón y Manuel Laureano Rodríguez Sánchez, que subvirtieron los cánones de la diplomacia y el toreo.
Director de cine, productor, mánager de grupos del renacimiento musical sevillano, que fue muy anterior al lento despertar de la identidad andaluza. Con el rock y el flamenco hizo como Quintero, León y Quiroga con la copla: convertirlos en una sinécdoque de España. ¿Quién no ve otra cosa en la música de Gualberto, Lole y Manuel o Triana? Recuerdo su voz cautivadora junto a la de Carlos Tena, dos gamberros geniales conduciendo un programa que marcó una época, Para vosotros jóvenes, por la que se asomaba la música que iba a abrir el país a nuevos derroteros. A algunas de esas voces las produjo García Pelayo: Labordeta, Hilario Camacho, Luis Pastor.
Reivindicó la personalidad y la cultura de un barrio sepultado por el independentismo trianero, el barrio de Los Remedios. Cantera musical y creativa de nombres como Silvio, Luzbel, Máximo Moreno o el propio Gonzalo García Pelayo. En Los Remedios abrió el local Dom Gonzalo, nombre con guiño autobiográfico que no le debía nada a Queipo de Llano y todo a Gonzalo de Berceo. La transición como alegría de vivir y de descubrir no se entiende sin películas como Manuela, adaptación de una novela del académico Manuel Halcón, el primo de Fernando Villalón. O Intercambio de parejas junto al mar, un experimento entre
Summers y la nouvelle vague rodado en la playa de Chipiona a partir de textos de José María Vaz de Soto.
Fue el productor musical que llevó al cantante José Manuel Soto a representar a España en el festival de la Oti. El niño acunado por el barco de Evita y el capote de Manolete se metió en Atlantic City. Decodificó las claves de casinos de medio mundo, un alarde de Francis Drake con bonhomía de Curro Jiménez en la que implicó a toda su familia, una cruzada que fue objeto hasta de una película, cazador cazado.
Acudió a La Carbonería a presentar el libro de Joaquín Arbide La Sevilla golfa: historia de una ciudad que se liberó a sí misma. Trotamundos impenitente, se salvó milagrosamente del tsunami de 2004 en el Sudeste Asiático. Le pilló en un hotel de Sri Lanka, el lugar de procedencia de la canela que endulza los mantecados de Estepa.
García Pelayo, don Gonzalo, es un hombre-guía fundamental para conocer los entresijos de una ciudad en la que abrió una discoteca sobre los escombros de las pragmáticas del cardenal Segura contra el baile agarrado. El buen momento que atraviesa el cine sevillano y andaluz en general le deben mucho a los cimientos de este kamikaze de talentos que llevó las sevillanas a Silicon Valley, que hizo un viaje equinoccial con la cámara y el micrófono para demostrar que lo más universal es lo que tienes a la vuelta de la esquina.
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