Los últimos 176 pobladores del Vacie
los pasos para erradicar el chabolismo
El gobierno municipal continúa con sus trabajos para borrar del mapa el asentamiento, ganando un terreno que se está integrando en el Parque Norte
Los nuevos plazos apuntan que será una realidad antes de 2025
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En el Vacie quedan 176 personas, de las que 89 son hombres y 87 mujeres. Se distribuyen en 54 familias, siendo 55 los menores de 18 años. Quedan los perfiles más complicados, algunos de los cuales hacen del tráfico de drogas y de armas su modo de vida. Muchos de estos clanes son de origen portugués y llevan años asentados con sus actividades ilícitas. Más datos. En los últimos ocho años han sido realojadas 104 familias en distintos puntos de la ciudad: 98 a viviendas definitivas y seis están en pisos llamados de transición, de un contrato que el Ayuntamiento tiene con una empresa. Desde estos inmuebles se interviene con las familias para facilitar la inserción social en viviendas definitivas. Estas 104 familias realojadas se traducen en un total de 437 personas (236 hombres y 201 mujeres). De las cuales, 173 son menores que están escolarizados. La hoja de ruta en marcha para su erradicación definitiva fija un nuevo horizonte temporal para que sea una realidad antes de 2025.
De forma silenciosa se viene trabajando en los últimos años para erradicar un asentamiento que tiene una historia casi centenaria, ya que las primeras chabolas datan de 1932. Hace quince años, el poblado contaba con 46 chabolas y 90 casas prefabricadas de chapa metálica en las que se alojaban las familias, presentando graves problemas de salubridad. Un año más tarde, en 2009 se llegaron a contabilizar 908 vecinos, si bien desde entonces la población fue disminuyendo, encontrándose en 2016 con 529 habitantes gracias a una política de realojos en la cual se derribaban las chabolas abandonadas, colocando en estas ubicaciones grandes estructuras de hormigón de forma cuadrangular para evitar que se volvieran a edificar.
La Unión Europea destinó ese año más de 4,3 millones como parte de un plan programado para acabar con el asentamiento en 2020. Este desmantelamiento empezó de forma paulatina con realojos que se realizaban poco a poco y tras los cuales se derribaban las chabolas que se abandonaban para evitar su reocupación, a la vez que las zonas liberadas se debían ir incorporando al Parque Norte.
En 2018 el Ayuntamiento aprobó el plan de erradicación, que contemplaba una intervención social integral para el realojo de 120 familias chabolistas mediante acompañamiento social, seguimiento, apoyo a la inserción y medidas contra el absentismo escolar y la desprotección de los 198 menores residentes entonces. Uno de los últimos pasos se dio en 2020, cuando Urbanismo aprobó iniciar los trámites de la contratación de las obras de demolición por un importe de 130.000 euros. El coronavirus lo frenó todo.
Esto se encuadraba dentro de un plan diseñado por el equipo de Juan Espadas para la erradicación de este asentamiento chabolista, cuyas acciones estaban coordinadas desde la delegación de Bienestar Social, Empleo y Planes Integrales de Transformación Social, estando cofinanciada con cargo a las subvenciones europeas para Estrategias de Desarrollo Urbano y Sostenible (Edusi) obtenidas por el Ayuntamiento. En esas últimas obras se incluyó la apertura de cuatro caminos desde el actual Parque Norte hasta dentro del asentamiento, cruzando el talud que los separa.
La estrategia de ir ganando terreno al Vacie e integrarlo en el Parque Norte llegó hace año y medio a un momento crucial con el desmontaje del talud que separa el poblado de la zona verde. Un muro físico y psicológico. Desde 2019, una actuación coordinada entre Servicios Sociales, Parques y Jardines y la Gerencia de Urbanismo ha permitido aumentar esa zona verde incorporando parte del asentamiento, logrando una ampliación simbólica que acota aún más el espacio del Vacie con el objetivo claro de que sus actuales inquilinos asuman que el fin está más cerca.
La historia del Vacie es un relato plagado de fracasos. El socialista Alfredo Sánchez Monteseirín reconoció durante su último mandato en 2009 que sus planes no habían servido para avanzar. Hubo varios procesos de realojos que, conforme se iniciaban, daban paso a nuevas entradas en el poblado. También hubo realojos en la etapa de Juan Ignacio Zoido, al menos una veintena. En 2011 el alcalde del PP estrenó su mandato con una escena que fue muy cuestionada: se trasladó hasta el poblado para presentar un plan especial para el que tendió la mano a la oposición. El popular prometió paso firme, pero tampoco consiguió grandes avances más allá de los desbroces, zafarranchos de limpieza y la colocación de contenedores, duchas y baños. Su propósito era sensibilizar a los inquilinos del poblado, pero sólo fue un capítulo fallido más.
Si bien Espadas se comprometió hace ocho años a erradicar el asentamiento antes de que su primer mandato llegase a su fin (en mayo de 2019), su equipo tuvo que admitir que esa tarea era imposible. El socialista no se marcó nuevas fechas, aunque anunció que el fin del Vacie figuraba entre los ejes principales de su segundo mandato. La erradicación del poblado sigue pasando, irremediablemente, por sacar de allí a sus habitantes, una tarea delicada que precisa de un trabajo riguroso y mucha prudencia para evitar el rechazo social y garantizar una integración de los chabolistas. Varias entidades tienen en marcha programas que ofrecen servicios complementarios a la intervención de los profesionales del equipo técnico de los Servicios Especializados de Vacie del Ayuntamiento de Sevilla. Aún queda tela que cortar.
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