La última procesión triunfal

Corpus 2015

Aplausos con ecos de despedida para Zoido que recordaron el Corpus de 2011, cuando logró los 20 ediles.

Foto: Juan Carlos Vázquez
Foto: Juan Carlos Vázquez
Diego J. Geniz

05 de junio 2015 - 05:03

En el Corpus de Sevilla no hay Tarasca (ni retransmisión en directo por las teles locales). En su tiempo sí hubo representaciones profanas en la que era la procesión más importante. La urbe hispalense acabó entregándose a la oficialidad. Se abandonó al chaqué y la vara de mando. Antepuso la ranciedumbre al carácter popular. O mejor dicho, desde las instancias civiles y eclesiásticas se intentó que lo formal y reglado eclipsara por completo a lo espontáneo. Pero aún hoy, y a pesar de los siglos transcurridos, la procesión con su Divina Majestad guarda ciertos instantes populares, incontrolables, que otorgan naturalidad a un cortejo de continuas poses, saludos por doquier y chaquetas que cuentan por pares las décadas en el armario.

Esos momentos surgen cuando pasan el arzobispo y el obispo auxiliar. El público, después de dos horas largas contemplando pasitos, estandartes, cofrades y otros rostros conocidos de la sociedad civil hispalense y tras guardar el debido respeto al Santísimo (lo de postrarse de hinojos deberían declararlo reverencia en peligro de extinción), se olvida del misticismo vivido y se entrega al aplauso fervoroso y devocional del político de turno y de la legión. Una actitud reforzada en año electoral. Ya sea para dar la bienvenida o para despedir a los munícipes que han gobernado cuatro años.

En los anales quedará aquel Corpus de 2011, en el que a los asistentes sólo les faltó entonar un Te Deum en acción de gracias por los 20 concejales logrados por Zoido. Cuatro años después, pese a que la escena política es bien distinta, la estampa dibujada en las calles por las que discurre la procesión poco dista -en cuanto a las formas- de la de entonces. Se podría decir que son idénticas, si no fuera porque los aplausos de 2011 tenían el eco de la bienvenida y los de este jueves musitaban la melodía de la despedida. Vuvuzelas de la última procesión triunfal de un alcalde.

El discurrir de la corporación municipal acaparó este jueves el prime time de los fotógrafos. La imagen a captar costó lo suyo. En un mismo encuadre debía haber hueco para el alcalde en funciones, Juan Ignacio Zoido (el de la lista más votada), y el candidato a la Alcaldía, Juan Espadas (quien se postula como nuevo regidor). Dos hombres del mismo nombre a los que sólo los separaban tres metros y 3.000 votos. Aunque a juzgar por los aplausos recibidos por el primero durante la procesión cualquiera diría que el todavía primer edil ha logrado otra vez 20 concejales (de los que ayer le acompañaban 15).

"¿De verdad que este hombre ha perdido 60.000 votos?". Era la pregunta que le hacía una señora de amplias gafas de sol y bisutería nada discreta a su hija cuando la comitiva llegaba a la Plaza de San Francisco tras numerosos aplausos. "Que no, que este público está entregado a la causa, que si el Corpus pasara por el Polígono seguro que lo abucheaban", aseguraba otro de los asistentes que intentaba protegerse del sol con un periódico.

Entre los espontáneos no faltó quien se atrevió a aconsejar al alcalde en funciones: "Zoido, no pactes. Tú eres un hombre de ley. Con Sevilla no se juega". Otros vítores parecían protestaciones de fe por lo civil: "Tú siempre serás mi alcalde". Gritos que venían acompañados de besos, abrazos y acercamiento de niños hasta las plantas del regidor hispalense como si de una imagen milagrosa se tratara. Un fervor político que provocó que Zoido y algunas de las concejales populares se emocionaran en varios momentos del recorrido.

No faltó tampoco -aunque fueran los menos- quien criticó tal efusividad. "A ver si tenemos respeto, que esto es una procesión religiosa, no política", decía un señor mayor en la desembocadura de Sierpes con la Plaza de San Francisco. Espadas también recibió muestras de cariño, menos y más discretas, pero suficientes para constatar que después de cuatro años su cara, al menos, le suena a más de un espectador de esta procesión. Y, por supuesto, los hubo que aplaudieron a uno y a otro. Palmas políticamente correctas a la espera de cómo sople el viento el sábado 13.

El viento fue lo que mitigó en parte el calor. Altas temperaturas que dejaron en el vestuario detalles como la espalda al descubierto de la concejal Evelia Rincón, el florido estampado de María del Mar Sánchez Estrella o el vestido con aire a ranchera mexicana de Asunción Fley. Aunque para gozo de las lenguas afiladas, la camisa de rayas y las calaveras nada sacramentales que lucía el delegado del Distrito Sur en su corbata. Detalles de un Corpus en funciones.

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