De los tres tenores a Juanma Moreno
25º Aniversario de Diario de Sevilla
Hace 25 años, Chaves, José Bono y Rodríguez Ibarra se oponían al modelo de financiación que había impuesto Aznar tras llegar a acuerdos con CiU
Eran los tres tenores de la lírica, Luciano Pavarotti, José Carreras y Plácido Domingo, y ése fue el apodo común que se ganaron los presidentes autonómicos que le hacían la oposición al recién llegado Gobierno de José María Aznar: el andaluz Manuel Chaves, el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra y el manchego José Bono. Cuando Diario de Sevilla salió a la calle el 28 de Febrero de 1999, Manuel Chaves gobernaba Andalucía en coalición con los andalucistas. Había superado las difíciles elecciones autonómicas de 1996, cuando Javier Arenas estuvo a punto de ganarlas por primera vez. Habría una segunda, la de 2012, la que apartaría al histórico líder del PP andaluz de la política del sur para dar paso, casi por carambola, a un desconocido Juanma Moreno, que terminaría por gobernar al estilo de Manuel Chaves.
25 años son muchos, lo que pudiera ser una aventura, Diario de Sevilla, hace ya mucho tiempo que dejó de ser un proyecto valiente para convertirse en una cabecera de referencia. El gasto del Presupuesto andaluz de entonces ascendía a 15.313 millones de euros, el de 2024 llega a los 47.000 millones de euros, pero hay tendencias que permanecen. Por ejemplo, la tensión entre las comunidades autónomas y entre éstas y el Gobierno central a cuentas de la financiación. Asuntos, por tanto, no resueltos.
Chaves, Ibarra y Bono, apodados como los tres tenores socialistas, habían reaccionado ante una última vuelta de tuerca de los nacionalistas vascos y catalanes, quienes habían aprobado el Pacto de Estella y la Declaración de Barcelona, respectivamente. El primero de ellos fue una última maniobra del complejo ETA-Batasuna para unir a todos los soberanistas, PNV incluido, en una reclamación conjunta sobre la nación vasca. El segundo era una reivindicación más actual, una proclama relacionada sobre la singularidad fiscal catalana y la asimetría de España. Aznar acababa de entregar a la CiU de Jordi Pujol el mayor paquete de transferencias del Gobierno central a las autonomías. Desaparecían, entre otros, los gobernadores civiles, y las comunidades pasarían a obtener el 33% de las recaudaciones del IRPF y el IVA.
Y, entonces, los tres tenores dijeron que no. Aprobaron la llamada Declaración de Mérida, y se constituían en garantes de la igualdad entre las comunidadse ante los intentos vasco y catalán de diferenciarse. El PSC ya había comenzado a girar hacia lo que Pasqual Maragall denominó federalismo asimétrico. Durante dos años, Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha no se adhirieron al nuevo sistema de financiación autonómica, se quedaron fuera por voluntad propia. Ya en 1999, el año en que salió 'Diario de Sevilla', las tres autonomías socialistas se incluyeron en el mecanismo de un modelo que aún avanzaría más, hasta ceder el 50% de estos impuestos, con el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
Estos 25 años han sido los del cambio político en Andalucía. Semanas antes de que el periódico se imprimiese por primera vez, Javier Arenas dejó el Gobierno de Aznar para regresar a la política andaluza, sería su segundo intento. Manuel Chaves aún estaría 10 años más, hasta 2009, pero venía de superar unas elecciones autonómicas muy complicadas, que le llevaron a formar el primer Gobierno de coalición de la historia autonómica. Con los andalucistas. Antonio Ortega, entonces líder del PA, era el consejero de Relaciones con el Parlamento. Con ellos gobernaría hasta 2004, cuando Manuel Chaves recuperó las mayorías absolutas de sus primeros mandatos, gracias al impulso del que se favoreció el PSOE con la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero.
Gaspar Zarrías era el poderoso hombre del Gobierno de Chaves, Magdalena Álvarez controlaba el Presupuesto y un joven Francisco Vallejo comenzaba a destacar en la Consejería de Obras públicas. Desde 2004 a 2009, los delfines de Manuel Chaves estuvieron saltando y estrellándose contra un inmovilismo que venía del propio PSOE de Andalucía. Ni Mar Moreno ni Francisco Vallejo lo conseguirían, José Antonio Griñán se convirtió en el sucesor sin que él quisiese figurar en ninguna de las quinielas.
Y fue cuando la política andaluza entró en los raíles de una montaña rusa. Griñán superaría una última prueba en 2012. Dado por derrotado antes de tiempo, el presidente y candidato socialista consiguió darle una vuelta a los sondeos y recuperó mucho espacio, tanto que pudo formar Gobierno de coalición con Izquierda Unida, con Diego Valderas como vicepresidente, y dejó a Javier Arenas derrotado para siempre. Pero la montaña rusa siguió, Griñán dimitió, dejó San Telmo a una muy joven Susana Díaz, y la sevillana fue cortejada por los notables del país para que saltase a Madrid y se convirtiese en una suerte de Angela Merkell española. No hay líder del Íbex 35 que no pasase por San Telmo, pero Susana Díaz, por excesiva prudencia y porque no conocía del todo al personaje, le dejó hueco a un desconocido Pedro Sánchez. Tras ganar las primarias como secretario general, Sánchez proclamó su intención de ser también el candidato socialista a las elecciones generales. El PSOE estalló, Sánchez murió y resucitó, y Susana Díaz perdió la Junta de Andalucía después de casi cuatro décadas de poder ininterrumpido de gobiernos del PSOE.
En 1999, Juanma Moreno era presidente de Nuevas Generaciones, un año más tarde fue elegido diputado por Cantabria, un cunero del PP enviado al norte porque no había hueco para él en el circunscripción de Málaga. La crisis abierta en el PP por la dimisión de Javier Arenas no se solucionaría con el relevo de Juan Ignacio Zoido, tendría que esperar a que Juanma Moreno lograse armar una mayoría en 2018 con Ciudadanos y con Vox. Su resultado fue el peor de la historia del PP, pero le bastó para gobernar.
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