De tres crisis sanitarias a la crisis del sistema

25 años | Salud

La listeriosis, el Covid-19 y el virus del Nilo han sacudido fuertemente a una sanidad que se resiente mientras se abre paso a golpe de grandes avances en diagnóstico, tratamientos e investigación

Las 25 portadas que conmemoran el 25 aniversario de Diario de Sevilla

Investigadores en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS)
Investigadores en el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS) / Juan Carlos Vázquez

Resumir 25 años de periodismo sanitario en estas líneas se podría resolver a golpe de telégrafo en tres grandes hitos: el nacimiento del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), el primer instituto de investigación del Sistema Sanitario Público de Andalucía (SSPA) acreditado por el Instituto de Salud Carlos III, que puso en el año 2006 a la capital sevillana en el eje nacional de la búsqueda de causas y mecanismos de las patologías más prevalentes en la población y el desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico y tratamiento para las mismas; la progresiva incorporación a la asistencia médica de nuevas tecnologías de última generación que han permitido cada vez diagnósticos más difíciles y más largas supervivencias; y el desembarco de la cada vez más consolidada inteligencia artificial (IA) en la Medicina, que apenas ha escrito sus primeras letras en este campo.

Pero, ¿qué sería de la evolución del desarrollo humano sin los grandes retos? Así llegaron en 2005 históricos acuerdos entre la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla, sellados entre la entonces consejera de Salud, María Jesús Montero (hoy ministra de Hacienda), y el que fuera alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, que dieron lugar a la apertura de 12 nuevos centros de salud en la capital, potenciando la asistencia entre una población envejecida que reclama más y mejor atención.

Los últimos 25 años también han visto cómo se abandonaba y recuperaba, tras más de una década a la deriva, el antiguo Hospital Militar, un coloso sanitario que durante más de 20 años fue víctima del vandalismo y los expolios, y que hoy luce bajo el rótulo del Hospital Doctor Muñoz Cariñanos, a pleno rendimiento, por empeño y promesa a los sevillanos del presidente andaluz, Juanma Moreno. 

María Jesús Montero y Alfredo Sánchez Monteseirín, en el nuevo centro de Salud de San Luis.
María Jesús Montero y Alfredo Sánchez Monteseirín, en el nuevo centro de Salud de San Luis. / D. S.

Y, pasando de reto casi a desafío, el sobreponerse a tres grandes crisis sanitarias en sólo un lustro no ha sido fácil. Caer en una posterior crisis del sistema, tampoco. Listeriosis, Covid-19 y virus del Nilo ponen hoy por hoy el foco de la historia de la provincia sevillana en términos sanitarios, que vive sumida en un estado de depresión continua a tenor de las críticas de ciudadanos y sindicatos. Pero empecemos por el principio.

Un brote de listeria y de dudas

Lo que comenzó en el verano de 2019 como una serie de casos aislados de infecciones alimentarias tras una celebración familiar en Tomares, y otros tantos detectados en Huelva, sin aparente conexión entre ellos, se acabó convirtiendo en un problema mucho más serio. El primero.

El brote de listeriosis fue el primer gran azote al sistema sanitario andaluz con la provincia de Sevilla en el ojo del huracán. Empezó el 28 de julio, aunque no fue hasta el 15 de agosto cuando se declaró la alerta sanitaria. Así estalló la crisis de la carne mechá. Superó fronteras. Pronto fue considerada la peor crisis sanitaria del país, así como el mayor caso de esta enfermedad registrado en Europa y uno de los más importantes del mundo.

El consejero Salud, Jesús Aguirre, junto al jefe de enfermedades infecciosas del Virgen del Rocío, José Miguel Cisneros, en el Parlamento para comparecer por brote listeriosis.
El consejero Salud, Jesús Aguirre, junto al jefe de enfermedades infecciosas del Virgen del Rocío, José Miguel Cisneros, en el Parlamento para comparecer por brote listeriosis. / D. S.

Las autoridades concluyeron que su responsable fue la carne mechada de la compañía sevillana Magrudis y retiraron el producto de la venta, pero para entonces ya había sido consumido por diversos clientes, algunos de ellos mujeres embarazadas que son de especial riesgo frente al patógeno.

De hecho, el brote causó cuatro muertes, seis abortos y cerca de 300 personas afectadas, unos hechos aún pendientes de juicio y sentencia. La instrucción sí ha acabado y el Ministerio Fiscal pidió en sus conclusiones provisionales penas de 10 años de prisión y distintas multas para los dueños de la empresa.

Pero la bacteria que provocó la primera gran crisis sanitaria en Andalucía, y en España -en las últimas décadas-, no sólo demostró su resistencia y capacidad de reproducirse y extenderse, sino que, además, inoculó otra crisis, política, la primera en el Gobierno del cambio, el primero no socialista de la Junta. Y es que, si algo no esperaban el nuevo presidente de la Junta, Juanma Moreno, y su consejero de Salud, Jesús Aguirre, es que apenas siete meses después de su toma de posesión les fuera a estallar en las manos una crisis de salud pública. También salpicó al Ayuntamiento. El caos informativo y falta de lealtad entre las dos administraciones con más responsabilidad en este asunto fueron una constante. El brote se convirtió en una serpiente informativa de verano.

De la crisis de la 'mechá' a la pandemia del Covid

Casi sin recuperarse de este golpe, la sanidad sevillana se volvía a poner a prueba. Con Aguirre convertido en una de las caras visibles (y amables) del Ejecutivo de Juanma Moreno, estalló una crisis sanitaria mundial sin precedentes: la del coronavirus. El poder comunicativo de este médico de familia cordobés en sus ruedas de prensa le fue muy útil en la pandemia, con ejemplos como el de la mascarilla o el famoso culillo con el que se refirió al resto que quedaba en los viales de las vacunas.

El estadio de la Cartuja convertido en 'vacunódromo' en la pandemia del Covid.
El estadio de la Cartuja convertido en 'vacunódromo' en la pandemia del Covid. / Juan Carlos Muñoz

Pero eso fue el principio del fin de una crisis que puso sobre las cuerdas a un sistema sanitario que no estaba preparado. Así se vieron hoteles convertidos en hospitales y estadios, como el mal llamado Olímpico de la Cartuja, en vacunódromo. La falta de coordinación y medios agravó el golpe. Sevilla volvió a situarse, también en esta crisis, en primera línea.

Corría la Navidad de ese mismo 2019. La crisis de la mechá seguía ocupando parte de los corrillos de vecinos cuando se empezó a hablar de un virus por el que estaban muriendo muchos chinos en un lugar del mundo llamado Wuhan del que, por aquel entonces, los sevillanos apenas habían oído hablar. Pero un mal día eso que se empezó a llamar coronavirus ya estaba ocurriendo en Italia. Y llegó a España. Su debut autóctono fue en Sevilla, con el sevillano Miguel Ángel Benítez como el primer contagio local. No había estado en las que estaban consideradas zonas de riesgo ni había tenido contactos con extranjeros.  

Así llegó a Sevilla la llamada primera ola. Luego vendrían seis más. Todo lo que era conocido hasta entonces se desmoronó. Todo se cerró. La población empezó a vestir accesorios en los que jamás había reparado, mascarillas y guantes desechables, y empezó a consumir toneladas de gel hidroalcohólico.

Y mientras las calles se vaciaron, las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales reventaron. Faltaban camas, así como medios de protección para evitar su propagación. Y los que había, se gestionaron mal. De hecho, entre el personal sanitario que hizo todo lo que pudo y mil veces más contra la pandemia, también hubo víctimas.

El Hotel Alcora, en San Juan de Aznalfarache, medicalizado para atender residentes.
El Hotel Alcora, en San Juan de Aznalfarache, medicalizado para atender residentes. / Juan Carlos Muñoz

También en las residencias de mayores se vivieron verdaderos dramas. Se convirtieron en el epicentro de la pandemia. Lugares en los que convivía la población más frágil ante el virus: mayores y con pluripatologías. Los brotes se multiplicaban en estos centros. Se recogieron en estas páginas casos hirientes con testimonios de familiares que denunciaban la ocultación de muertes, así como todo tipo de información, como si de un secreto de Estado se tratase. Se empezaron a medicalizar geriátricos con recursos y personal del sistema sanitario público y hasta se convirtió un hotel, el Alcora de San Juan de Aznalfarache, en un hospital.

Del abandono al hospital de la pandemia

Y mientras la necesidad de atención sanitaria urgía más recursos y el Covid se seguía retroalimentando, una ola tras otra, la propia pandemia obró el milagro. Tras casi 18 años a la deriva, la Junta de Andalucía reactivó en febrero de 2021 el antiguo Hospital Militar Vigil de Quiñones, que había cerrado en 2004, para convertirlo en el gran proyecto de su Gobierno. Rebautizado como Hospital de Emergencia Covid-19 asumió la atención que desbordaba al resto de hospitales públicos de la provincia. 

La historia de este naufragio se materializó en 2004 tras una negociación cargada de polémica. El que fuera presidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves anunció entonces el acuerdo con Defensa, un pacto que supondría el inicio de una etapa de modernización de la red sanitaria de la ciudad. Por aquel entonces, la vida del centro ya era mínima. Había sanitarios, pero no pacientes. Esto ocurría, al menos, desde 2002, pero fue la Junta quien lo cerró definitivamente Y lo hizo pese a una inversión de 34,5 millones por su adquisición y el inicio dos años después de su reforma integral. Los años pasaron y todo quedaría en eso, en proyectos.

El Hospital Militar reconvertido en Hospital Doctor Muñoz Cariñanos por el Gobierno de Juanma Moreno.
El Hospital Militar reconvertido en Hospital Doctor Muñoz Cariñanos por el Gobierno de Juanma Moreno. / Antonio Pizarro

Reconocido para muchos como la mancha negra de la gestión sanitaria de la sevillana María Jesús Montero en su propia tierra, fue en plena pandemia cuando muchos giraron su mirada hacia este coloso. Su reapertura como centro hospitalario era una asignatura pendiente de la Junta de Andalucía y del Gobierno de Juanma Moreno desde que juraron el cargo. El empuje de la crisis del Covid aceleró todos los procesos. 

Superado lo peor de la crisis, lo que fue un tormento para la ahora ministra de Hacienda del Gobierno, es, en estos momentos, con sus más y sus menos, la joya de la corona de la Junta de Andalucía y su presidente, y fue rebautizado como Hospital Doctor Muñoz Cariñanos.  

El golpe del virus del Nilo

Mientras todos los focos, y los recursos, se concentraban en frenar la expansión del coronavirus, llegó otro golpe. El tercero. En medio de la pandemia, otro virus hizo saltar las alarmas en el verano de 2020 con Sevilla, otra vez, en el epicentro de una nueva crisis del sistema sanitario, que tuvo que hacer frente a la espontánea aparición de hasta 18 casos de meningoencefalitis vírica concentrados en los municipios de La Puebla del Río y Coria del Río, ambos dentro del área de marismas del Guadalquivir. Se confirmaron los peores pronósticos. Apenas había pasado un año de la crisis de la listeriosis, se estaba en plena guerra contra el Covid y aparecía un nuevo desafío: el virus del Nilo.

Los vecinos de los muncipios de las marismas del Guadalquivir salen a la calle contra la gestión del virus del Nilo.
Los vecinos de los muncipios de las marismas del Guadalquivir salen a la calle contra la gestión del virus del Nilo. / José Ángel García

Es así como la picadura de un mosquito despertó la psicosis. Aunque de un alcance muchísimo menor, tanto a nivel de afectados como de presión en el sistema sanitario, el verano del año 2020 se saldó con siete víctimas mortales (cuatro en Sevilla y tres en Cádiz). 

Lamentablemente, una menos de las que se ha cobrado el mismo virus este año sólo en la provincia sevillana, que vive uno de los brotes más graves desde que se detectó la circulación de mosquitos transmisores en nuestro país, allá por 2003.

Los afectados, unidos en movimientos vecinales, alertan de que las instituciones van tarde en la lucha contra estos insectos y que es necesario un plan de prevención que englobe a todas las autoridades competentes para erradicar este problema de salud pública que está poniendo en juego muchas vidas. Han sacado sus quejas a la calle bajo el paraguas de una plataforma ciudadana que está realizando protestas semanales.

Un estado de saturación permanente

Colas a las puertas de los centros de salud por una cita con el médico.
Colas a las puertas de los centros de salud por una cita con el médico. / Juan Carlos Vázquez

Y, todo, mientras los sanitarios de la atención primaria están al límite de sus fuerzas. Agotados, desanimados y extenuados. La pandemia puso la puntilla a una llamada puerta de acceso al sistema sanitario que ya no era boyante antes y que creó un cuello de botella difícil de salvar. En la primera ola, fueron el muro de contención contra la epidemia; en la segunda, vigías del Covid a pie de calle y centinelas de las residencias. Y en el tercer envite del virus, asumieron también la campaña de vacunación. 

En los últimos años, la presión asistencial que ya se arrastraba desde antes del duro golpe de la crisis del Covid se ha recrudecido y los centros de salud se han instalado en un estado de saturación permanente. Los sanitarios denuncian no dar abasto por las carencias de un sector diezmado por los recortes desde hace diez años. Protestas sindicales, quejas ciudadanas y hasta una huelga después, el ambiente sigue sin enfriarse ante la falta de profesionales como uno de los déficits reconocidos por el propio Servicio Andaluz de Salud.

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