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Bipolaridad: Un trastorno estigmatizado y de diagnóstico tardío

Día Mundial de Trastorno Bipolar

El Área Sanitaria Virgen Macarena ofrece tratamientos integrales para prevenir y preservar la funcionalidad de los pacientes que son asistidos en las seis unidades de salud mental comunitarias

El doctor Samuel Leopoldo Romero, en la consulta de la unidad de Salud Mental comunitaria de Carmona. / Juan Carlos Vázquez

Se estima que entre un 2,5% y un 3,5% de la población general padece un trastorno bipolar. Esto se traduce en que unas 160.000 personas en Andalucía lo presentarían. Además, los expertos estiman que sólo un 19% de los pacientes con este diagnóstico es capaz de hablar abiertamente de su enfermedad con otras personas, mientras que hasta un 45% de los afectados aseguran haberse sentido discriminados en alguna ocasión por presentarla, lo que genera que la puedan ocultar, evitar situaciones sociales y laborales e incluso abandonar el tratamiento, con el consiguiente riesgo asociado. La estigmatización y el diagnóstico tardío - actualmente en torno a los cinco años- son dos de los principales problemas a los que se enfrentan los afectados.

Con el objetivo de seguir avanzando y romper esta barrera se celebra hoy, como cada 30 marzo, el Día Mundial del Trastorno Bipolar. Una efemérides con la que se pretenden facilitar información a la población mundial sobre esta patología mental de origen genético que se manifiesta a través de episodios maníacos,

depresivos o mixtos junto con periodos de estabilidad anímica, a fin de mejorar su visibilidad y contribuir a la eliminación del estigma social asociado a este trastorno.

El hospital sevillano registra una media anual de 60 personas ingresadas por esta enfermedad mental crónica de origen genético

En relación a esta enfermedad, el Área Sanitaria Virgen Macarena ofrece tratamientos integrales para prevenir y preservar la funcionalidad de los pacientes. Aunque la mayoría de los casos son asistidos en las unidades de salud mental comunitarias, el hospital sevillano registra una media anual de 60 personas ingresadas por esta enfermedad mental crónica de origen genético.

Al respecto, el doctor Samuel Leopoldo Romero, psiquiatra del centro y miembro fundador del Grupo de Estudio del Trastorno Bipolar de Andalucía, y que trabaja en la unidad de Salud Mental comunitaria de Carmona, destaca que el mayor objetivo es "continuar acortando los tiempos y alcanzar la meta del diagnóstico precoz", aunque sí es cierto que en la última década se ha reducido el tiempo en diagnosticar esta enfermedad, pasando de siete a cinco años, todavía son muchos los factores que marcan ese diagnóstico tardío pese a tratarse de la sexta causa de discapacidad en el mundo. Entre ellos, el hecho de que en muchos casos los primeros síntomas son depresivos y el diagnóstico no puede realizarse hasta que se presenta el primer episodio maníaco.

"Hay muchos pacientes con trastorno bipolar sin diagnosticar o con un diagnóstico erróneo. Uno de los motivos es que algunos de sus síntomas pueden ser confundidos con los de otras patologías mentales. Un 60% debuta con un episodio depresivo, por lo que no es raro que sean tratados inicialmente como si sufrieran depresión", señala el doctor.

Por ello, un diagnóstico precoz y un tratamiento adecuados son claves para prevenir el deterioro físico y cognitivo asociado al trastorno y mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen. Así, la entrevista clínica es una herramienta fundamental para detectar esta patología, que suele aparecer a partir de los 20 años.

"Aunque es una enfermedad crónica, con una detección precoz y un tratamiento adecuado se puede llevar una vida normalizada. Un objetivo de su tratamiento debe ser la búsqueda de la recuperación total del episodio en curso, pero además, se debe intentar prevenir la aparición de futuros episodios, prolongando al máximo los tiempos de estabilidad anímica. Es por tanto importante tener en cuenta un abordaje longitudinal de este trastorno y tratar las comorbilidades médicas y psiquiátricas que estos pacientes pueden presentar", afirma el doctor Romero.

Otra complicación asociada al trastorno bipolar es el impacto negativo sobre la salud física de quienes los presentan. En comparación con la población general, apunta el psiquiatra, "las personas con trastorno bipolar presentan mayor dependencia a la nicotina, alcohol y otras drogas, así como mayor tasa de obesidad e hipertensión".

En este sentido, aunque el tratamiento fundamental de la enfermedad continúa siendo farmacológico, la intervención psicológica y psicosocial y la faceta ocupacional son los otros vértices de su abordaje.

El tratamiento farmacológico abarca distintos tipos de medicamentos, aunque los más importantes son los estabilizadores del ánimo, entre los que se incluyen el litio, los antipsicóticos y los antiepilépticos. "En la fase depresiva es crucial valorar el uso de antidepresivos además de los estabilizadores", señala el doctor.

Para mejorar resultados, esta faceta necesita apoyarse en los programas de psicoeducación que el área sanitaria dirige a sus pacientes y familiares. Estos programas permiten, de un lado, que el enfermo se conciencie de su afección, fortaleciendo su adherencia al tratamiento; y del lado de los familiares, les provee de medios para actuar ante los episodios bipolares. El tercer elemento de este tratamiento integral es la parte ocupacional. Estas personas necesitan orientación, protección y adaptación su medio laboral para evitar abonos prematuros de la actividad productiva.

El impacto social de la enfermedad es mayúsculo. "El estigma asociado a las enfermedades mentales es un asunto presente en nuestra sociedad, y el trastorno bipolar no es una excepción. Existe un riesgo de discriminación y aislamiento", confirma el psiquiatra.

Respecto a lo que siente el propio afectado, el doctor señala las distintas situaciones que puede vivir el paciente, dependiendo de la fase en la que se encuentra la enfermedad. "En la fase maníaca el paciente apenas duerme, tiene una gran energía, habla por los codos saltando de un tema a otro e intensifica su actividad sexual. Además suelen ser muy llamativos los los gastos excesivos de dinero en objetos que no necesita o juegos. Por otro lado, en la fase depresiva, el paciente presenta apatía, desgana, tristeza, desesperación, llanto frecuente, descuido de la imagen corporal, insomnio, falta de apetito y desgana sexual, aislamiento social y deseo de estar todo el día en la cama", aduce el doctor.

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