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"Seré tonta, pero no me di cuenta de que allí había una silla de ruedas"

Juicio del caso Marta

María García, novia del hermano de Carcaño, asegura ante el juez que no vio nada y que el olor que percibió "no era a limpio, sino como el de las fregonas sucias de los bares".

Carcaño se enfrentará a otra causa por su "crueldad" con la familia de Marta
F. Pérez Ávila - C. Valdivieso

19 de octubre 2011 - 15:31

María García Mendaro, la novia del hermano del asesino confeso, ha cerrado el turno de declaraciones de hoy ofreciendo la misma versión exculpatoria que mantuvo durante la fase de instrucción. Esta mujer ha asegurado que estuvo estudiando entre las doce y cuarto y las dos de la madrugada del ya 25 de enero en el piso de León XIII, donde después se acostó y sólo se levantó para abrir la puerta a su novio, Javier Delgado, que llegó a las cuatro de la mañana.

Durante su estancia en el piso, María no vio a Miguel Carcaño ni a Marta del Castillo, pero sí percibió al pasar por la puerta del cuarto de Miguel, que permanecía cerrada, “un olor extraño, no a limpio, sino como el de las fregonas sucias de los bares”.

“Estudié hasta las dos. A esa hora llamé a Javi para decirle que me iba a dormir y, como él me había dejado las llaves del piso, le dije que me diera un toque al móvil para abrirle”, ha explicado María García. Mientras estudiaba, dice que oyó “murmullos” en la calle, pero no notó que nadie golpeara las ventanas de la vivienda.

Sobre las cuatro, llegó Javier, con el que intercambió unas palabras y se acostó. A las cuatro y media Javier recibió varias llamadas de teléfonos de los padres de unos amigos de Marta. “Hubo al menos cuatro conversaciones. Algo capté. Decían que había desaparecido una chica, todavía no sabía que se llamaba Marta, y que Miguel era el último que la habia visto. Querían que Javier les diera el móvil de Miguel pero éste se negó. Estaba un poco mosqueado por el tono en el que le estaban hablando”.

Un rato después se presentan en la vivienda los padres de los amigos de Marta. Javier les abre pero María se queda dentro de la habitación porque en ese momento no tenía ropa para salir.

Después, María siguió durmiendo hasta que se levantó entre las siete y las ocho para acudir a un examen de unas oposiciones del Servicio Andaluz de Salud (SAS), al que fue en compañía de una amiga. Terminó el examen a las once y volvió a León XIII, donde comió con su novio. Cuando éste se marchó, se quedó estudiando en compañía de otro estudiante, que declaró durante la instrucción que percibió un olor a limpio en el piso y que tuvo que pedirle por dos veces a María que cerrara las ventanas.

“No recuerdo que así lo hiciera, aunque lo declarara después”, ha dicho la joven, que sostiene que en la casa podía oler a tabaco porque tanto ella como Javier fuman mucho, “y más en periodo de exámenes”.

Mientras estudiaban llegaron dos policías del grupo de Homicidios, que le pidieron inspeccionar la casa. “Miraron por debajo de las camas y en la habitación de Miguel y me tomaron los datos. Yo llamé a Javi antes para decírselo, pero no me cogió el teléfono y dejé entrar a los policías”.

Justo después de que se fuera la Policía apareció por la vivienda el Cuco, que venía a recoger unos CD. “Preguntó por Miguel y le dije que no estaba. Me dijo que iba a coger unos CD y lo dejé pasar. Me comentó que en el barrio había liada una muy gorda porque la gente acusaba a Miguel de la desaparición de Marta”.

María ha admitido conocer que en la casa había un tensiómetro, esparadrapo y cinta aislante, pero no una silla de ruedas. “Seré tonta, pero no me di cuenta de que allí había una silla de ruedas”.

El fiscal ha concluido su interrogatorio haciéndole la misma pregunta que al resto de los acusados. “María, ¿dónde está el cuerpo de Marta?”, a lo que la joven respondió igual que el resto: “No lo sé”.

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