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Un testigo sitúa al violador en el Parque de María Luisa poco antes del crimen

Asegura que le propuso mantener relaciones sexuales. La instrucción de este caso está prácticamente finalizada, a falta de la declaración de otro testigo.

Analizan el portátil y un lápiz de memoria del detenido por el crimen del parque de María Luisa
Jorge Muñoz

29 de abril 2016 - 11:47

Un testigo ha situado a Francisco M. S., que está en prisión por la presunta violación y homicidio de una joven en el parque de María Luisa, en el escenario del crimen poco antes de que estos se produjeran, y ha añadido que incluso el imputado le propuso mantener relaciones sexuales.

El testigo, que ha comparecido por espacio de una media hora ante el juez de Instrucción número 16 de Sevilla, ha asegurado al juez que vio a Francisco M. S. sobre las nueve o nueve y diez minutos de la noche del pasado 23 de febrero en la zona de las tres fuentes. Según esta persona, Francisco iba con bicicleta y sin el perro, lo que contradice los testimonios prestados con anterioridad en la causa: el acusado dijo que aquella tarde salió en dos ocasiones, una con la bici y otra vez a sacar el perro, mientras que su pareja aseguró que sólo salió una vez de casa-.

También ha señalado que Francisco intentó “ligar con él” aquella noche, mantener relaciones sexuales. Según el testigo, el sospechoso del crimen habría tenido otros encuentros sexuales con anterioridad con otros hombres, amigos suyos, que también frecuentan el parque de María Luisa, aunque esto lo sabe por referencias.

Lo que sí ha identificado sin duda al imputado como una de las personas asiduas al parque, aunque el testigo ha dicho que no vio a la víctima, Sara, aquella noche, ya que sólo vio a una mujer rubia con el pelo largo cuya descripción no coincide con la fallecida.

El juez Juan Gutiérrez Casillas tenía previsto tomar declaración este viernes a otro testigo, en concreto, a un vagabundo que se hallaba en el lugar el día de autos, pero esta persona no ha comparecido finalmente al requerimiento judicial, por lo que el instructor volverá a citarlo en breve.

Después de que se produzca esta declaración, la instrucción estará prácticamente acabada, dado que las pruebas periciales se han completado y no quedan por practicar nuevas diligencias salvo las que puedan proponer la Fiscalía y la defensa del investigado.

Hace varias semanas comparecieron otros 14 testigos en el juzgado, entre ellos la pareja del imputado y varios amigos de la víctima, Sara D. M., quienes reconocieron que la joven les envió mensajes de “despedida” personalizados.

Una buena parte de las pruebas científicas contra el detenido fueron recuperadas gracias a una trabajadora del parque, que también testificó en su día ante el juez y que relató cómo cuando les ordenaron limpiar la zona recogió unos pañuelos de papel manchados de sangre en “bolsas de plástico para que no se contaminaran” y así las tiró al contenedor, de donde fueron recuperadas intactas cuando llegó la Policía Científica. La mujer actuó con esa intuición porque es seguidora de series de televisión sobre crímenes, como la popular CSI, donde se dan muchos detalles sobre cómo hay que mantener un escenario del crimen para no contaminar las pruebas.

También compareció ante el magistrado el trabajador que encontró a Sara D. M., quien explicó que la halló sobre las nueve de la mañana en la glorieta de Juanita Reina, sentada en un banco, con el bolso cogido entre sus manos y llevando un abrigo cubierto con una capucha. Según este testigo, tocó a la joven y al ver que no respondía, llamó a los servicios sanitarios. Después llegó la Policía y halló una carta de suicidio en el bolso de la joven, por lo que en principio se atribuyó a esta hipótesis la muerte.

En la zona vieron esos pañuelos de papel con restos de sangre, pero la Policía les ordenó que limpiaran la zona varias horas después de que se encontrara a la chica, en concreto, sobre las doce del mediodía.

En marzo pasado, el violador del Parque de María Luisa reconoció que mantuvo relaciones sexuales con la víctima, pero aseguró que éstas fueron consentidas y no fueron violentas hasta el punto de provocarle la muerte desangrada. Francisco M. S. explicó entonces que en la tarde del 23 de febrero, en torno a las nueve de la noche, coincidió en el Parque de María Luisa con Sara D. M., de 31 años, a la que no conocía con anterioridad. El sospechoso mantuvo en su versión exculpatoria que ambos decidieron mantener relaciones sexuales de mutuo acuerdo, por lo que las mismas fueron “consentidas” y siendo la chica consciente. Sí admitió que la mujer estaba “un poco mareada”, algo que atribuyó, según el investigado, a que pensaba que habría tomado un par de copas, pero en cualquier caso era consciente y sabía lo que hacía.

Tras mantener las relaciones, Francisco M. S., que está parado, afirma que se despidió de la joven, a la que dejó normal, y se marchó del parque, siendo aproximadamente las diez de la noche, y añadió que no se enteró del fallecimiento hasta el día siguiente, en la mañana del 24 de febrero. El imputado negó que las relaciones fueran violentas, un aspecto que no obstante contradicen los informes forenses, que han determinado que la víctima falleció por un shock hipovolémico debido a la abundante pérdida de sangre provocada por los abusos sexuales que sufrió.

Según la hipótesis policial, el agresor encontró a la joven de forma fortuita y podría tratarse de un mirón que merodeara habitualmente por el parque de María Luisa. La víctima había acudido la noche del 23 de febrero al parque con la intención de suicidarse y el violador la halló en "un estado de aletargamiento que mermó su capacidad física y psíquica". Esas circunstancias fueron precisamente aprovechadas por el agresor para acercarse a la joven y agredirla sexualmente, originándole unas heridas que le causaron una importante pérdida de sangre que probablemente determinaron su fallecimiento, más allá de la ingesta de los fármacos antidepresivos.

Hasta dar con Francisco M. S., la Policía llevó a cabo una ardua labor en la que interrogó a los posibles testigos y revisó todas las cámaras de videovigilancia del parque, que no registraron nada sospechoso.

Las pesquisas continuaron con el análisis de la ropa de la víctima, en la que descubrieron restos biológicos que podrían pertenecer a otra persona. Los agentes paralizaron las labores de recogida de basuras en el parque, analizando los residuos hasta que dieron con un resto que coincidía con el hallado en las ropas de la joven que había sido violada. También se recurrió a unidades especiales, entre ellas la de guías caninos, que rastrearon todo el perímetro de la zona donde fue hallado el cadáver.

La Policía Científica obtuvo el perfil genético de ambas muestras, que se introdujo en la base de datos de ADN, donde se localizó un perfil que coincidía con el de Francisco M. S., de 46 años y vecino de Sevilla.

Su perfil genético estaba incluido en la base de ADN porque desde noviembre de 2007 la ley permite a las Fuerzas de Seguridad extraer muestras de ADN a los detenidos, por lo que todos los perfiles genéticos de las personas arrestadas se almacenan en esta base de datos, que es cotejada para tratar de resolver delitos, como ha ocurrido en este caso.

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