Los tesoros que dejan los jesuitas con su marcha del centro de Sevilla
Adepa pedirá a la Junta de Andalucía la declaración como BIC de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y de la centenaria Capilla de los Luises
La Hermandad de los Javieres ya estudia un regreso al templo en el que se fundó
Un valioso templo del siglo XVI con una historia apasionante y una capilla que ha cumplido cien años y es una joya del regionalismo. La anunciada marcha de los jesuitas de la céntrica calle Jesús del Gran Poder deja la incógnita de qué pasará con todos los tesoros y bienes que se conservan en esta comunidad, la del Sagrado Corazón de Jesús. El valor de los dos edificios religiosos, además del resto de las dependencia, es muy importante. La ciudad, y su comunidad religiosa, perderá mucho si se produce un cierre prolongado, algo que algunas asociaciones quieren evitar a toda costa. Es el caso de Adepa, la Asociación para la Defensa del Patrimonio de Andalucía, que ya ha advertido de la posible pérdida patrimonial que provocará la marcha de la Compañía de Jesús. Para evitarlo, el primer paso que darán es solicitar a la Junta de Andalucía que inicie el expediente para la declaración BIC de los dos inmuebles.
La cuenta atrás para que los jesuitas abandonen el centro de Sevilla, donde permanecen desde hace más de 130 años, ya se ha iniciado. Será el próximo mes de julio, como anunció el provincial a los padres que residen en esta comunidad. Desde que se anunció que se marchaban, se ha abierto un mar de incógnitas sobre el futuro de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, la Capilla de los Luises, la residencia y otras dependencias. El del Sagrado Corazón de Jesús es uno de los templos menos valorados y estudiados de la ciudad, pese a su apasionante historia y a que tiene una vida muy activa. Las misas que se celebran suelen estar atestadas de fieles.
Fueron los frailes mínimos franciscanos los que deciden en el siglo XVI la creación de un colegio para educar a los miembros de la orden. Estuvo dedicada a San Francisco de Paula, de quien conservaban unas reliquias. Para hacerse con los terrenos fue fundamental la participación de Francisco Duarte de Mendicoa y su esposa Catalina de Alcocer, ambos enterrados en el Panteón de Sevillanos Ilustres. En 1589 el arzobispo Rodrigo de Castro daba a la autorización a los frailes para instalarse en la zona. A principios del siglo XVII ya está terminado el templo en el que pudo participar Juan de Oviedo.
Los mínimos permanecieron el colegio e iglesia de San Francisco de Paula hasta el año 1835, exceptuando el periodo de la ocupación francesa. Los franceses, como ocurrió por toda la ciudad, saquearon buena parte de las obras de arte de la comunidad, aunque algunas se pudieron recuperar tras solicitarlo el superior de la orden. Los mínimos volvieron a su casa y permanecieron hasta 1835, cuando el colegio pasa a formar parte de un cuartel de artillería. No obstante, y hasta 1866, un fraile se mantuvo al frente para que la iglesia nunca perdiera el culto.
La masonería
Los jesuitas tienen un primer contacto con el templo de la calle Jesús del Gran Poder entre 1866 y 1868. En esa fecha, la masonería que extendía su poder por la ciudad, comienza a perpetrar sus atentados patrimoniales fruto de los cuales, y con el contexto de La Gloriosa, se derriban templos, conventos y otros bienes de suma importancia, entre ellos el cercano de San Miguel. Una joya.
La iglesia de San Francisco de Paula se libra de la piqueta, pero es cerrada y los jesuitas son expulsados. La masonería decide entonces ceder el templo para el culto a una sociedad bíblica de Londres, una comunidad anglicana, al igual que ocurrió también con San Basilio. Esta iniciativa apenas tuvo éxito. En 1887, una mujer de la alta sociedad sevillana, Dolores Armero, rescató el templo para la advocación del Sagrado Corazón de Jesús pagándolo de su bolsillo y se lo cede de nuevo a los jesuitas, que instalan su casa profesa.
El patrimonio de los mínimos era importante. Contaban con grandes ingresos fruto de las misas o las rentas de las casas y los terrenos que tenían a las afueras de la ciudad. La invasión francesa provoca una pérdida muy importante de toda esta riqueza. Pierden 7 de las 13 casas que tenían en la zona y muchas obras de arte son expoliadas. En el templo queda poco del siglo XVI. Luce de manera especial el magnífico artesonado de principios del siglo XVII. Del XVIII son varios de los altares, destacando el de la Inmaculada, de gran belleza, atribuida a Duque Cornejo. El altar mayor, de estilo neoclásico de finales del XIX, que contaba con una serie de doce cuadros sobre la vida de san Francisco de Paula, realizados por Lucas Valdés hacia 1710, que se encuentran actualmente en el Museo de Bellas Artes de Sevilla.
En el templo se encuentra la tumba del recordado Padre Tarín declarado venerable por San Juan Pablo II. Siendo superior en 1905 promovió la creación del colegio de los jesuitas en Sevilla, entonces en la plaza de Villasís.
Varias hermandades han tenido en este lugar su sede canónica durante algunos periodos de su historia. Una de ellas fue la de la Carretería, hasta que en 1761 se trasladó hasta su capilla del barrio del Arenal. La Hermandad de la Sagrada Lanzada adquirió una capilla en este templo en 1814. Desde allí volvió a salir procesionalmente en 1833. Por último, en el seno de la comunidad jesuita y en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, se fundó la Hermandad de los Javieres, que estuvo allí radicada hasta su traslado a Omnium Sanctorum en 1977.
Una joya del regionalismo
A principios del siglo XX se va a construir la fastuosa Capilla de los Luises, una joya regionalista de Aníbal González en la que utiliza ladrillo, cerámica, madera, forja... “la recuperación de todas las artes”, como escribiría Alejandro Guichot. Su destino fue acoger la congregación de María Inmaculada y San Luis Gonzaga. “Es una de las grandes joyas del regionalismo sevillano y de Aníbal González, junto a las plazas de España y América”, señala Joaquín Egea, presidente de Adepa. La Capilla de los Luises, con fachada y entrada por la calle Trajano, cumplió cien años el pasado 8 de mayo, en pleno estado de alarma, una circunstancia que ha deparado que esta importante efemérides pase totalmente inadvertida.
En su exterior, cuenta con una delicada y excepcional decoración de ladrillo tallado que recuerda a las canastillas de los pasos de Semana Santa. La portada, con un arco polilobulado, es de gran belleza y está rematada por una escultura de San Ignacio de Loyola realizada por José Lafita Díaz. Un juego de vidrieras que representan escenas del santo, y la torre con un mirador de planta cuadrada, completan un exterior llamativo y con unas características que no se encuentran en ningún otro templo de la ciudad.
El templo cuenta con una sola nave que se divide en tres tramos mediante unas fastuosas bóvedas de crucería. Cuenta con un bello zócalo de azulejos pintado por Gustavo Bacarisas. Destaca el púlpito de hierro forjado y dorado diseñado por Aníbal González. El altar mayor es de madera de caoba. Lo preside una copia de la Inmaculada Cieguecita de la Catedral realizada en la primera mitad del siglo XXpor Adolfo López.
La importancia que la casa de los jesuitas ha tendido para la cultura sevillana es tremenda. Allí fundó el Centro Vida y Radio Vida, germen de la Cadena Cope. “Los valores etnográficos que encierra y el papel que jugó para el desarrollo de la cultura son excepcionales”, subraya Egea.
Por todo ello, Adepa va a pedir que se incoe de inmediato el expediente para la declaración como Bien de Interés Cultural de los dos edificios. “Hay que protegerlos. No se puede permitir que se lleven algunas de la joyas”. Además, va a pedir por escrito al Arzobispado y la Compañía de Jesús que se impida el cierre “Sería un crimen para la ciudad y para la cantidad de persona que siguen acudiendo. No se puede permitir”.
Como reconocía uno de los padres jesuitas que allí residen y mantienen con su trabajo la comunidad y sus magníficos bienes: “Hay como un halo de tristeza”.
Los Javieres ya estudia su regreso
"Lo estamos estudiando". Así de sincero se ha mostrado el hermano mayor de los Javieres, José Antonio Oliert, sobre la posibilidad de que la corporación regrese a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús tras la marcha de la Compañía de Jesús. Se trata todavía de un proyecto incipiente y una primera toma de contacto, pero los Javieres podría regresar al templo que la vio nacer y desde la que salió en sus primeros años más de cuatro décadas después.
La Hermandad de los Javieres y la comunidad jesuita del Sagrado Corazón de Jesús mantienen unas excelentes relaciones. Fruto de ello celebran reuniones de manera periódica y en la última, el pasado 30 de octubre, salió la posibilidad de que la hermandad se haga cargo del templo una vez que la Compañía de Jesús se marche. "Hay una opción y la vamos a valorar. Eso no quiere decir que nos vayamos a ir. Estamos estudiándolo todo y valorando cosas, no sólo en el aspecto económico", ha incidido el hermano mayor a este periódico.
El planteamiento que ha hecho la comunidad a la corporación es que se haga cargo de los dos templos y de la casa de la calle Trajano. En cualquier caso, este ofrecimiento debería ser refrendado por el provincial de la orden, ya que hasta ahora las conversaciones sólo se han producido entre la comunidad y la hermanad.
La posibilidad de que la hermandad regrese a los jesuitas es real y está sobre la mesa. El director espiritual y párroco de Omnium Sanctorum, Pedro Juan Álvarez; o el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Marcelino Manzano, están al tanto. Sólo falta que todo cuadre para que los Javieres regrese al templo en el que nació al abrigo de los jesuitas.
Sea de la mano de los jesuitas, del Arzobispado, o de alguna hermandad o institución que se haga cargo, Sevilla no puede permitirse el cierre de estas joyas patrimoniales.
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