Cuatro horas de tensión con final feliz en Pino Montano
La Policía detiene al hombre atrincherado con un revólver en una panadería de la calle Estrella Canopus tras la intervención de un negociador
La dependienta de la tienda asegura que el individuo era un cliente habitual y que la apuntó con el arma para que saliera a la calle
Cuatro horas de tensión, incertidumbre, rumores, llamadas telefónicas y negociaciones con un hombre que no estaba en sus cabales. Todo a casi cuarenta grados, con policías cubiertos con cascos, viseras y chalecos antibalas, armados con armas largas y cortas y equipados con escudos balísticos. Con agentes en la retaguardia despejando las azoteas de los bloques cercanos y pidiendo a los vecinos que no se asomaran a las ventanas y los balcones. Con una calle cortada al tráfico rodado y al tránsito peatonal, en la que los vecinos no podían ni siquiera salir de sus casas para sacar al perro.
Todo eso lo provocó este jueves Manuel, un hombre que se atrincheró en una panadería de Pino Montano armado con un revólver, con intención de quitarse la vida. Entró en el negocio, del que era cliente habitual, se dirigió a la dependienta y a un cliente que se encontraba en la tienda y les pidió que salieran. Después, se atrincheró en el local y dijo que no iba a salir vivo de allí.
Se activó el protocolo habitual de la PolicíaNacional para estos casos, en los que ha de intervenir un negociador y los agentes del Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES). Cuatro horas después, el incidente se resolvió con final feliz, con el sospechoso detenido sin pegar un solo tiro. Ninguna persona resultó herida. Los vecinos, desde sus balcones, reconocieron el trabajo de la Policía con un sonoro aplauso, al más puro estilo de los que se escuchaban durante el confinamiento.
Ocurrió en la calle Estrella Canopus, una de las avenidas principales de Pino Montano. La panadería es La Espiga Dorada, en la esquina con la calle Estrella Haris. Poco después de las siete y media de la tarde, el hombre irrumpió en el establecimiento armado con un revólver, amartillado y listo para disparar.
Así lo contaba la dependienta una vez pasado todo. "En la tienda estábamos un cliente y yo. Nos apuntó y nos dijo que nos fuéramos. Aparte de eso no fue violento. Nos echó para fuera y él se quedó dentro. No hemos tenido mala suerte. Ahora mismo estoy tranquila porque se lo han llevado, pero he pasado un mal rato. Es un hombre que viene todos los días, compra zumos y pasteles sobre todo, y nunca habíamos tenido problemas con él. Es vecino de la zona y lo conocíamos. Desconocíamos si tenía problemas con su familia o con alguien. Me ha resultado muy raro todo", explicó la joven, que prefirió preservar su identidad. "¿Te has asustado mucho?", le preguntaba una periodista. "Hombre, que te apunten con una pistola no es lo habitual en este trabajo", respondió la chica, con una sonrisa nerviosa.
Aún existe cierta confusión sobre el desencadenante de los hechos. La Policía apuntó ayer a problemas personales o familiares del hombre, que habría tenido una discusión antes en su casa (algunas fuentes apuntan a una bronca con el casero) y luego habría decidido entrar en la panadería a punta de revólver. Antes, se cruzó con unos jóvenes que iban en un coche y a los que hizo bajarse del mismo. El vehículo quedó en mitad de la vía con las luces de emergencias puestas (y así estuvo las cuatro horas que duró la intervención) y terminó sirviendo de parapeto a los policías nacionales que apuntaban con sus armas hacia la puerta de la panadería.
Nada más recibir el aviso del dueño de la tienda, la Policía Nacional estableció un dispositivo en la zona con varias patrullas de Seguridad Ciudadana, que acordonaron un perímetro en torno a la panadería y cortaron el paso de coches y de peatones. El 061 envió una ambulancia. Decenas de curiosos fueron llegando al lugar, al tiempo que en los teléfonos móviles comenzaban a circular vídeos de la primera intervención de la Policía en la zona, grabados por los vecinos desde sus balcones. Los agentes fueron alejando el cordón policial, y hubo vecinos y periodistas que se subieron a las azoteas para tratar de tener una mejor visión de la puerta de la panadería. De ahí también los desalojó la Policía. Los agentes pedían a los vecinos que no se asomaran a las ventanas, ante la posibilidad más que real de que se desencadenara un tiroteo.
El protocolo marcaba que llegara un negociador, que vino desde la provincia de Cádiz. Se establecieron los contactos entre policías y el sospechoso. "Manuel, soy yo, coge el teléfono", le gritaba uno de los agentes que había hablado ya con el hombre atrincherado. Desde fuera de la tienda se podían ver unos fogonazos de luz, que podían ser fotos con flash o videollamadas, como si el hombre se estuviera despidiendo de alguien. Todo esto con tres policías apuntando en todo momento hacia la tienda parapetados tras un coche, otros tres entre dos vehículos aparcados y tres más en una esquina dispuestos a intervenir si el hombre salía.
Fueron pasando las horas y cayó el sol. Se fue la luz y bajó algo la temperatura, aunque seguía haciendo un calor tórrido. Los policías se pasaban botellas de agua unos a otros arrojándolas por el suelo, para no tener que cruzar por la puerta del local. Los rumores se disparaban entre los vecinos. Alguien dijo que era guardia civil retirado, algo que la Policía negó después. Probablemente fuera él mismo quien comentara eso en algún momento. Sobre las once y media de la noche, entró el negociador y los agentes del GOES. La Policía detuvo a Manuel sin necesidad de pegar un solo tiro, en una intervención limpia y exitosa tras más de cuatro horas de alta tensión. La escena siguiente fue la de los policías felicitándose, besos y abrazos. La siguiente, la de los sanitarios del 061 entrando en la panadería para asistir al hombre.
En la puerta de la panadería, al filo de la medianoche, el comisario Francisco Vidal, jefe de la comisaría de DosHermanas pero que se encuentra esta semana de jefe provincial en funciones y estuvo dirigiendo el operativo, atendía a los medios de comunicación. "La Policía ha aplicado el protocolo habitual en este tipo de incidentes. En primer lugar, se ha aislado la zona para evitar que cualquier ciudadano estuviera en riesgo como consecuencia de la acción de este individuo. Una vez aislado, se ha llamado al negociador y se han desplegado las unidades tácticas para intervenir si fuese necesario", explicó Vidal, que felicitó al negociador y a todos los componentes del dispositivo, "porque se ha solventado sin ninguna violencia, se ha podido reducir al individuo tras el trabajo de los negociadores y no ha habido ningún incidente que lamentar ni ningún daño personal ni material".
"Es el resultado óptimo en este tipo de incidentes. Es verdad que requieren un tiempo, requieren paciencia, que es lo que hemos tenido. Ha merecido la pena la espera. El trabajo de los negociadores, de las unidades tácticas y de las unidades de perímetro ha sido impecable, y lo hemos solventado sin tener que lamentar ninguna desgracia personal, tanto de la persona que se había refugiado con un arma de fuego ni de los policías intervinientes", añadió el comisario.
El detenido tenía antecedentes policiales, no relacionados con este asunto. "Es una persona que ha creado una situación de riesgo con un arma de fuego encerrándose en un local. El arma en principio era buena, estaba cargada y lista para disparar, salvo que los expertos de Balística digan lo contrario cuando la analicen". Unos minutos antes de la medianoche, el detenido fue introducido en un patrullero y llevado a la Jefatura Superior de Policía, donde pasará las próximas horas antes de ser puesto a disposición judicial. La normalidad volvió a la calle Estrella Canopus.
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