La tasa turística en Sevilla: ¿Cómo se ha conseguido y gestionado en Cataluña?
Turismo
Fue la primera comunidad española en implantar este impuesto a los visitantes
Barcelona ha encarecido el gravamen con una recarga municipal tras ingresar ocho millones en un año
La demanda de viajeros ha seguido en aumento tanto en la Ciudad Condal como en la costa
El alcalde de Sevilla obtiene el respaldo del sector para la tasa turística
La tasa turística también recibe el respaldo del Pleno del Ayuntamiento de Sevilla
La tasa turística ha vuelto a la palestra informativa. A nadie escapa que se trata de un viejo anhelo del alcalde hispalense, Antonio Muñoz, cuando era concejal de Turismo. Las razones para este intento las lleva repitiendo los últimos años. Unos argumentos con los que ahora ha logrado convencer a todos los agentes del sector para iniciar el camino que conduce a dicho objetivo. Tendrá que acordarlo con el Gobierno de España y la Junta de Andalucía, con el fin de contar con un marco legislativo que permita cobrar a los viajeros por su estancia y actividades que desarrollen en la ciudad.
El acuerdo con los agentes turísticos supone un gran paso (especialmente importante ha sido el respaldo de los hoteleros, que hasta ahora habían mostrado un enconado rechazo a la tasa), pero ya se ha andado una importante senda en esta propuesta. La mirada se ha puesto en otras ciudades que cuentan con este cobro. El trabajo que desarrollaron para su implantación y la gestión desde entonces sirven de pauta para lo que en Sevilla hay que hacer a partir de ahora.
En España, la primera comunidad en contar con un gravamen de este tipo fue Cataluña. Lo implantó, además, en una época bastante compleja, en 2012, en plena crisis económica. Mariam Muro era entonces directora de Turismo en el gobierno de la Generalitat, presidido por Artur Mas. Desde aquellos años se la conoce como "la chica de la tasa", pues, en gran medida, su entrada en vigor se debió al intenso trabajo desarrollado por esta especialista. "Fue muy duro", reconoce Mariam, que se llevó un año entero estudiando los modelos de tasas turísticas que existen en el mundo. Todo empezó a gestionarse en 2008.
La Generalitat, al frente
A diferencia de Sevilla, la batuta en esta cuestión la tomó la Generalitat a nivel autonómico, ya que los intentos realizados hasta ese momento por el Ayuntamiento de Barcelona habían caído en saco roto. Por tal motivo, en lugar de una tasa se estableció el Impuesto de Estancias en Establecimientos Turísticos (IEET). Como ocurre en la capital andaluza, el sector que se mostró más reacio al tributo fue el de los hoteleros. Las razones, también idénticas: el miedo a perder competitividad como destino y a convertir estos establecimientos en centros de recaudación.
Para disipar la primera duda, Mariam Muro analizó la situación de las ciudades que contaban ya con la tasa. En ninguna había consecuencias negativas. Un año después de la entrada en vigor en Cataluña, la realidad era la misma: se seguía creciendo en número de viajeros. "Es una práctica totalmente implantada. El turista que se ha desplazado a distintos lugares del mundo está acostumbrado a ella", refiere esta especialista, quien en su momento planteó una reflexión a la patronal hotelera que también se podría hacer en el caso sevillano: "¿Nos interesa un visitante que por un euro deje de venir?".
En cuanto a la segunda queja, Mariam reconoce que la principal manera de controlar el flujo de visitantes es a través de los alojamientos. Sin embargo, ahora se valoran otros indicadores, como los autobuses que, repletos de turistas, se acercan a las zonas monumentales. "La Plaza de Cataluña puede recibir 4.000 viajeros al día a través de estos transportes", detalla esta profesional, que hace una distinción del turista que acude con su coche particular. "No hace el mismo desgaste del destino que un vehículo de 50 plazas", añade.
Los cruceros, también
La tasa se extendió a los cruceros, "una aplicación que también fue polémica y compleja". El propio regidor hispalense ha adelantado que el gravamen municipal no se aplicará sólo a las pernoctaciones, sino a otras actividades turísticas, en las que se incluyen las excursiones y las embarcaciones que atracan en el Puerto de Sevilla. Junto a estos supuestos, están las excepciones, que en la capital andaluza serán para quienes se desplacen por motivos laborales o de salud.
El artículo 27 de la ley que regula el IEET catalán recoge las exenciones del tributo: las estancias subvencionadas por programas sociales de una administración pública de cualquier estado miembro de la Unión Europea, las efectuadas por visitantes de 16 años o menos, las que se originen por "causas de fuerza mayor" y estén determinadas por reglamento y las que estén motivadas por razones de salud.
No se menciona en dicho apartado los turistas que acudan a un congreso, pese a que este supuesto puede ampararse por motivos de trabajo. Debe tenerse en cuenta la importancia de este sector en ciudades como Sevilla, debido al elevado nivel de ingresos que generan.
En cuanto a los cruceros, en Cataluña se le cobra a los viajeros que en dichas embarcaciones hacen escala en cualquier puerto de la comunidad autónoma, a los que inician una ruta desde allí o a los que desembarcan en ellos como destino final del viaje. En Barcelona a los cruceros se les suma otra tasa por contaminación.
La Generalitat evitó "penalizar" a los turistas de larga estancia, especialmente los que pasaban las vacaciones en la costa, por lo que a partir de un determinado número de noches se deja de cobrar la tasa.
La gestión de los recursos
Otro de los aspectos necesarios que puso de acuerdo a los agentes turísticos a la hora de apoyar el IEET fue la necesidad de que hubiera una total transparencia en la obtención de los ingresos y en la inversión. "La clave está en la gestión de los recursos", incide Muro, que destaca que "las administraciones pueden aprobar muchas leyes, pero al final su eficacia reside en los mecanismos de control que se hagan de su aplicación". "Es muy importante aclarar en qué se va a gastar ese dinero, que hay que blindarlo", abunda. Se trata de un principio exigido por los agentes turísticos de Sevilla en el encuentro mantenido con el alcalde sobre este asunto y que el propio Muñoz se ha comprometido a impulsar.
En este sentido, Mariam hace hincapié en que "no interesa que la Administración decida de forma unilateral en qué se va a gastar ese dinero", motivo por el cual en Cataluña se creó un órgano -en el que se le dio cabida al sector privado- para plantear en qué proyectos se deben emplear los ingresos del impuesto turístico. Una de las propuestas que a esta profesional más interesante le parece en el momento actual es invertir esos recursos en la creación de productos turísticos en zonas no masificadas por los visitantes, con la intención de descongestionar las que ya lo están y que los beneficios de esta actividad no se concentren sólo en determinados enclaves.
Un consultor en su diseño
Esta especialista trabaja ahora en el Ayuntamiento de Barcelona. Reconoce que desde que se gestionó el IEET hasta la actualidad la realidad y los intereses del turismo han cambiado mucho. "Antes se prestaba mucha atención a las cifras. Cuantos más visitantes y pernoctaciones, mejor. Ahora las pretensiones son otras: queremos calidad y eso lo define, básicamente, el producto que una ciudad tiene", asevera. Para Mariam, "Sevilla lo está haciendo muy bien. Está dando pasos acertados para implantar la tasa turística, pues es una ciudad que cada vez está más valorada como destino de gran calidad. Es el momento de hacerlo".
También en la implantación del IEET catalán estuvo implicado el consultor Ángel Díaz, quien lleva años al frente de ALS, una empresa que comercializa recursos turísticos. Se encargó de diseñar este impuesto, que entre 2013 y 2020 generó 371 millones de euros en toda la región catalana. En el Ayuntamiento barcelonés, sólo en un ejercicio, ha dejado ocho millones, cantidad muy cercana a las previsiones que maneja el Consistorio hispalense. "Es una importante cantidad de dinero que no hubiera entrado en las arcas públicas por otro medio", explica el especialista, que abunda en que "con ese dinero, bien empleado, se pueden hacer muchas cosas".
Ha de tenerse en cuenta que la implantación del tributo catalán se produjo en un momento en que las administraciones habían recortado sus presupuestos para promoción turística por la crisis económica. Esa inversión tampoco podía salir del sector privado, por lo que el único medio que quedaba para lograr los recursos era mediante el cobro a los visitantes, cuyo número en ningún momento disminuyó, todo lo contrario. Tanto creció que años después la capital catalana fue uno de los primeros escenarios del fenómeno conocido como "turismofobia", el rechazo a la concentración de viajeros en determinadas zonas, abandonadas por sus residentes ante la presión de hoteles y apartamentos turísticos.
Tarifas por zonas y alojamientos
El cobro del IEET catalán varía según las zonas. Las tarifas se basan en la catalogación de los establecimientos, que incluyen desde campings hata hoteles de gran lujo. Si se pone la mirada en la Ciudad Condal, la más reducida es de un euro por pernoctación y persona en establecimientos como hostales, campings y hoteles de hasta tres estrellas. Dicha cantidad sube a 1,70 para los de cuatro estrellas y a 2,25 para viviendas de uso turísico. En los hoteles de cinco estrellas y gran lujo, los clientes pagan 3,50 euros cada noche en concepto de impuesto turístico. En los cruceros, las tarifas se establecen en función de las horas que permanecen en los puertos catalanes. Si es menos de 12, un euro por pasajero. Si supera este tiempo, tres. Estas tarifas han ido aumentando, especialmente las que se aplican a los apartamentos turísticos, cuya expansión ha sido más que palpable la última década.
El Ayuntamiento de Barcelona, gobernado por Ada Colau, decidió antes de la pandemia sumar una recarga municipal al IEET. Este suplemento es igual para todos los establecimientos, aunque, eso sí, aumentará conforme pasen los años. Lo ha aplicado este 2022, una vez superada la etapa más dura del Covid. Para el presente ejercicio la recarga es de 1,75 por noche y persona. Para 2024 llegará a los 3,25. Por tanto, un visitante que pernocte una vez en la capital catalana en el alojamiento más barato, ha de pagar ahora mismo, como mínimo, 2,75 euros. Dentro de dos años serán 4,25. En los casos más caros, en 2024, el tributo alcanzará los 6,75 euros por noche.
¿Cómo se reparten los ingresos de este tributo? En todos los municipios el 70% de los beneficios van a parar a la Generalitat, mientras que el 30% se dirige a los ayuntamientos. En el caso de Barcelona se hace una excepción y el dinero se divide a parte iguales, un 50% para la administración autonómica y otro 50% para la local, que además recibe integramente lo que se paga por la recarga establecida este año. A este respecto, Ángel Díaz cita el ejemplo de Nueva York, donde se cobra un impuesto directamente sobre el precio de la habitación, del que un 15% se lo queda el ayuntamiento y un 7% el Estado.
Los nuevos usos
En cuanto al uso de esos ingresos, como se dijo antes, en un principio se destinaron a la promoción del destino, pero ahora se ha diversificado. "Se está empleando en el refuerzo de los autobuses turísticos, en la contratación de agentes cívicos que intervienen en las zonas más visitadas, así como en la recuperación de edificios monumentales, para que sean visitables", detalla este consultor. Atendiendo a la problemática actual, también se ha constituido una mesa que sirve de mediación entre los conflictos que puedan surgir entre turistas y vecinos, un órgano que contribuye a conciliar los intereses de ambas partes.
En el presente ejercicio, el Ayuntamiento barcelonés destinará 1,2 millones de los ingresos que genera esta fiscalidad a los proyectos de desarrollo turístico en los distritos, a los que antes aludió Mariam Muro. En el primer trimestre de 2022 visitaron la capital catalana 1,6 milones de turistas, con más de cinco millones de pernotaciones. Estas cifras suponen incrementos del 33,6% y 26,4% respecto al mismo periodo de 2019 (el año anterior a la pandemia), lo que evidencia que, pese a que se aplique un impuesto y una recarga a los visitantes, la demanda no merma, sino que sigue en aumento.
Diversidad de tarifas en Europa
A lo largo de los últimos años distintas ciudades de todo el mundo han ido implantando la tasa turística. En España ya se encuentra en Cataluña y Baleares (llamada en el archipiélago ecotasa). La tipología, tarifas y condiciones son muy diversas. El ejemplo más cercano es el de Portugal. Lisboa la implantó en 2016, cuando costaba un euro por noche. En 2019 lo elevó hasta los dos euros. Oporto también cobra este gravamen por pernoctación. Para ello, el Gobierno luso facilitó un marco legal al que podían acogerse las ciudades y regiones.
En otros puntos de Europa la tasa está incluida directamente en el precio de la habitación. Así ocurre en Alemania, donde se paga un 5% más por la estancia. Este porcentaje es el mismo que en Amsterdam, mientras que en Hungría baja al 4%.
En muchos países, como el caso estudiado de Cataluña, la tarifa depende de la categoría del establecimiento. En Grecia pasa de 0,5 a cuatro euros por persona y noche, mientras que en Francia se carga con un 200% las habitaciones cuyo precio sea superior a los 200 euros.
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