De tapas por Triana con Ian Gibson
Calle Rioja
PARA que digan que el Metro en Sevilla no sirve para nada. Lo cogí en la estación de Amate. Entre los viajeros vi a un amigo tan concentrado en la lectura que no quise molestarlo. Cuando se bajaba, quise que el historiador Juan Ortiz Villalba saciara mi curiosidad. Venía de hacer y corregir exámenes en la Universidad Pablo de Olavide y para desconectar iba leyendo un libro de Sartre en francés. En las puertas de la Bienal, dieciséis ediciones ya (Ortiz Nuevo se merece un reconocimiento), me contó que estaba preparando un ciclo de conferencias sobre Flamenco y Memoria Histórica.
El motivo concreto de este desplazamiento en Metro es que había quedado en el centro con Ian Gibson. El escritor irlandés, que acaba de publicar su último libro, dedicado a la controvertida historia de Paracuellos del Jarama, vino el viernes a Sevilla para proseguir sus investigaciones sobre los Machado y había quedado con Ortiz Villalba en cruzar el puente para ir de tapas por Triana.
Sevilla preside la Red de Ciudades Machadianas y se puede hacer un recorrido por la huella que los Machado dejaron por Sevilla. En Triana, en la calle Pureza, una placa, donde abundan las dedicadas a toreros y tonadilleras, recuerda que allí murió Antonio Machado Álvarez, Demófilo, gallego de Santiago de Compostela de nacimiento, autor de las bases científicas del folclore andaluz. La Fundación Machado, para celebrar los 25 años de su creación, inicia esta misma tarde un ciclo de conferencias sobre Demófilo y el Flamenco que abre (20:00) el escritor Daniel Pineda Novo en el Salón de actos de Emasesa (Escuelas Pías, 1). En lunes sucesivos intervendrán el catedrático de Literatura Pedro M. Piñero Ramírez y el cantaor y guitarrista Pedro Peña Fernández. La teoría y la práctica en hermosa armonía.
Los dos hijos más célebres de Demófilo nacieron en puntos distintos de la ciudad. Una placa en el Palacio de Dueñas recuerda el nacimiento de Antonio Machado. Asistí a la colocación de la misma, y recuerdo la presencia en el acto de Ramón Carande Thovar. En su libro Galería de raros, en el capítulo que dedica al alcalde Barritas, el historiador que fuera rector de la Hispalense recuerda la figura de Antonio Machado Núñez, histólogo de prestigio, estudioso del cerebro, padre de Demófilo y abuelo de los poetas. Ya está sobradamente documentado que los dos Machado, Manuel y Antonio, no representan las dos Españas, ni siquiera las dos Sevillas.
La calle San Pedro Mártir, que va de Bailén a Gravina, el corazón de las fondas y pensiones, es un caso digno del Guinnes. Una de esas historias que tanto le gusta abordar a Enrique Vila-Matas en sus novelas. En una calle de pequeño trazado, apenas una veintena de casa en cada lado, nacieron tres nombres estelares de la cultura. Tres exponentes cada uno a su manera de lo que podríamos considerar el acervo popular. Por orden cronológico, en esta calle nacieron Alejandro Sawa (15 de marzo de 1862), Manuel Machado (29 de agosto de 1874) y Rafael de León (6 de febrero de 1908). Como Sawa murió en 1909, según consta en la placa conmemorativa del centenario de su fallecimiento, cotejada con un epitafio de su vecino Manuel Machado ("Jamás hombre más nacido para el placer fue al dolor más derecho", escribe de quien fue modelo del Max Estrella de Luces de bohemia), hubo un año, hasta el nacimiento posterior de Rafael de León, en que convivieron los tres ilustres moradores de San Pedro Mártir.
En aras del prestigio hotelero de la zona, Manuel Machado nació frente al actual hotel Londres. El garaje donde se encuentra la placa de Rafael de León, que recuerda su sociedad artística con Quintero y Quiroga y la ilustra con una letra a doña Concha Piquer, está a dos pasos del hostal Madrid. Y la casa en la que vino al mundo Alejandro Sawa está pasado el hotel Madrid. En esta calle también tuvieron sendas casas, tan efímeras como sus matrimonios, los entonces recién casados toreros Manuel Díaz El Cordobés y Francisco Rivera Ordóñez, hoy Paquirri, triunfador en la goyesca de Ronda. Ninguna placa, obviamente, recuerda el paso de los toreros por la calle que es patrimonio de estos tres poetas que hacen el paseíllo por Londres, París y Madrid.
Ni Dueñas ni el Museo. Ian Gibson prefirió la Sevilla de Demófilo para tapear con el historiador que leía a Sartre en Francés mientras el Metro pasaba por Amate, Gran Plaza, San Bernardo y el Prado de San Sebastián. Antonio Hernández tiene tres Machadianas en su antología poética. Una para Antonio Machado, otra para Manuel. La tercera, para Jaime Gil de Biedma, autor de un precioso prólogo de Ocnos de Cernuda en la edición de Taurus.
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