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Cuando Tablada era un gran bosque

El Rastro de la Historia

Tablada y las inmediaciones de Sevilla estuvieron pobladas por grandes bosques, de los que hoy apenas queda rastro alguno

Aspecto actual de Tablada.
Silverio

13 de noviembre 2024 - 03:00

Entre los sevillanos del Antiguo Régimen existía la firme creencia de que Tablada, en el pasado, había sido un inmenso y denso bosque de alerces que terminó desapareciendo debido a un gran incendio forestal. El mismo Diccionario de Autoridades (el primero editado por la Real Academia Española entre 1726 y 1739), define la palabra "alerce" como: "Árbol corpulento: casi generalmente reputado por especie de cedro"... y añade "Quieren algunos decir que todo el campo de Tablada, y alrededores de Sevilla, estaban llenos de alerces por tiempo de godos". Pero ya antes de la redacción de este diccionario dieciochesco, Juan de la Cueva (1543-1612), en su poema heroico La conquista de la Bética, que narra la toma de Sevilla por Fernando III, escribe: "Aquí este río lo divide y parte/ Del opulento campo de Tablada/ Que del antigüedad aquella parte/ la selva del alerce fue llamada". Por su parte, el religioso y escritor español del siglo XVI Alonso Morgado escribió: "todo el campo de Tablada y alrededores de Sevilla estaban llenos de alerces en tiempos de los godos"

Este gran bosque tendría la función, entre otras, de dotar a la ciudad de la madera de calidad suficiente para la construcción de los grandes edificios, incluso del retablo mayor de la Catedral, como indicó en 1835 el catedrático de la Universidad de Sevilla don Miguel Colmeiro en una investigación publicada por la Academia de Buenas Letras. En este artículo, titulado Investigaciones sobre la antigua madera conocida en Sevilla por el nombre de alerce, Colmeiro desmonta la posibilidad de que el alerce, un árbol típico de la región alpina, se diese bien en un lugar como Sevilla. En concreto, es de la opinión de que "los sevillanos hayan aplicado el nombre de alerce a la madera del aaraar, cuyo uso heredaron de los moros". El investigador se refiere a un tipo de ciprés que fue muy usado por los berberiscos, aunque deja claro que "no hay verdaderas pruebas de ello". La madera de este árbol era tenida "por incorruptible", de ahí su uso en la construcción de grandes edificios, como la llamada mezquita de Ibn Adabbás, que fue la aljama de Sevilla antes de los almohades y que se ubicaba donde hoy la Iglesia del Salvador.

Sea como fuere, lo más probable es que Tablada, como la mayoría de los campos no cultivados del entorno de Sevilla, fuese en tiempos un gran bosque. ¿Pero de qué tipo? El catedrático de Ecología de la US, Enrique Figueroa, cree que, con toda seguridad, estas selvas serían de tipo mediterráneo, compuestas fundamentalmente de encinas y alcornoques. Es el caso, por ejemplo, del Aljarafe, que "antes de convertirse en la gran huerta y olivar que fue a partir de la conquista de Sevilla por Fernando III y el traslado allí de población musulmana, era una zona densamente boscosa". Sin embargo, Tablada, debido a su condición de zona inundable, probablemente tuvo que acoger especies que aguantasen los frecuentes encharcamientos y los suelos salinos. Es por eso que Figueroa se decanta por árboles como el algarrobo o por arbustos y arbolillos como los tarajes. "En cualquier caso, tuvo que ser un tipo de ecosistema sabanoide".

El doctor en Biología y colaborador de Diario de Sevilla, Tomás García, señala que hay que tener en cuenta que el clima de Sevilla en otros tiempos pudo ser diferente al actual. "Existen estudios que indican que la caída del Imperio Romano pudo tener como causa principal un drástico cambio climático, que en la Hispania romana había sido más bien cálido. Esto fue también causa de la migración de los pueblos bárbaros hacia occidente". Lo dicho, según Tomás García, apoya la idea de "una época más fría en tiempo de los visigodos", con lo que se abre la posibilidad de que los alerces pudiesen prosperar en las inmediaciones de Sevilla.

Para Tomás García, el araar o aaraar al que hace referencia Miguel Colmeiro no es otro que el Tetraclinis articulata, conocido también como alerce africano, que se da en zonas cálidas y áridas. De este árbol solo quedan en España zonas boscosas en Cartagena y Murcia. "Que yo sepa, solo hay un ejemplar en Sevilla, entre la Fuente de los Toreros y la Glorieta de los Machado del Parque de María Luisa. También hay ejemplares en los Jardines del Buen Aire (Castilleja de Guzmán) y Doñana."

Lo que es evidente es que este más que posible bosque de Tablada, independientemente de las especies que lo poblasen, desapareció. La causa, según el gran historiador sevillano Diego Ortiz de Zúñiga, fue un incendio: "en un gran incendio del siglo pasado se acabaron de apurar en esta fértil campiña los alerces, árboles de especie de pinos en que abundaba y ya no hay rastro alguno".

PD: ¿No estaría bien recuperar el mítico bosque de alerces de Tablada?

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