Un subsidio estructural después de 30 años
La modernización y diversificación en la economía de los pueblos de Sevilla no ha logrado por ahora reducir la dependencia del PER y la renta agraria, que crece incluso con la crisis de la construcción.
"Si el PER y el subsidio agrario no se hubieran creado, Sevilla tendría muchos pueblos como esos del Norte que tienen que regalar casas para que vengan familias y habría un millón más de catalanes y madrileños". Así responde Mónica Vega, responsable del Campo en CCOO en Sevilla, sobre cuál sería la situación actual si en 1984 no hubiera arrancado el sistema de protección por desempleo para la población eventual agrícola de Andalucía y Extremadura que, con modificaciones, continúa a grandes rasgos. Son los fondos para obras en los pueblos (el PER, Plan de Empleo Rural, luego Aepsa o Pfoea) que, en épocas sin trabajo en el campo, completan los jornales necesarios para acceder al paro agrícola, el subsidio, la otra pata del modelo, que se puede cobrar 6 meses si se cumplen otros requisitos, como no superar determinado nivel de renta familiar y estar al día del seguro específico, el sello.
El sistema se puso en marcha para sacar de la subsistencia a una población desprotegida en largos periodos sin trabajo en el campo y garantizar la mano de obra para una agricultura muy estacional. En Sevilla, como característica específica, ha permitido que haya menor dependencia de mano de obra extranjera para las campañas agrícolas. Lo llamativo es que, pese a la diversificación de la economía rural y la modernización de los pueblos sevillanos en estos más de 30 años, la dependencia del sistema se ha mantenido y, según quienes lo han estudiado, el número de personas adscritas al sistema se ha mantenido en cifras similares a las de los años 80.
En 2015, había más de 101.000 sevillanos en el Régimen Especial Agrícola de la Seguridad Social, en consonancia con el peso del sector. El 94%, 95.381, son trabajadores por cuenta ajena, la mayoría temporeros, y de éstos el 48%, unas 45.500 personas, cobraron algún tipo de prestación por este sistema: bien el viejo Subsidio por Desempleo Agrario (que ya sólo pueden percibir los que están desde el principio, pero que sigue siendo mayoritario), 426 euros al mes, o la Renta Agraria, que se incorporó en la controvertida reforma legal de 2002 para los que se incorporan o vuelven tras una ausencia de más de tres años. En este caso, la cuantía del paro va en función de los jornales reales acreditados y suele ser más alta, aunque no sirven los jornales del PER. De ahí que, ante malas cosechas, se pida que se reduzcan las 35 jornadas de trabajo necesarias (en 2015, un decreto las redujo temporalmente a 20). Los jornales de los que están adscritos a la Renta Agraria también pueden acumularse para un desempleo ordinario, con lo que se intentó acercar este sistema al genérico, aunque, según los sindicatos, no se adapta a la realidad del trabajo en el campo.
Esos 45.500 perceptores del paro agrícola suponen algo más del 31% de todos los que recibieron prestaciones por desempleo en Sevilla en 2015, dos puntos más que la media andaluza. Dentro del Subsidio todavía quedan 29.000. Otros 16.407 cobran ya la Renta Agraria, según datos de Empleo que facilita el profesor de la Universidad de Granada Eugenio Cejudo, director del Departamento de Geografía Humana y uno de los autores del estudio Perceptores del Subsidio del Desempleo Agrario y de la Renta Agraria en el sur de España, diferencias territoriales y estructura por edad y sexo, publicado por la Revista de Estudios sobre Despoblación y Desarrollo Rural.
Con respecto a las prestaciones por desempleo de todo el país, las del sistema especial agrícola de Andalucía y Extremadura han pasado de ser el 25% en 1989, al 7% en 2013, pero tiene que ver con el incremento en otras categorías. Considerando sólo las asistenciales, son el 15%. En 1984 eran el 55%. Cejudo destaca que la población adscrita al sistema se ha mantenido más o menos estable, aunque eso no significa que el tipo de cultivo no haya cambiado: se ha reducido la mano de obra por la mecanización en los cereales, ha aumentado el olivar o los frutales, que sí la requieren. Aunque en su conjunto el número de receptores de este tipo de desempleo se ha reducido en 600 desde 2008, se debe a la progresiva desaparición de los perceptores del viejo subsidio. Pero entre 2008 y 2015, los perceptores de la Renta Agraria han pasado de 7.729 a 16.407 en 2015, casi un 57% más.
El sistema arrastra una imagen negativa. Los expertos apuntan que hay más opiniones que datos sobre su contribución a la renta y el fraude y que éste existe, pero como en otros sectores con los que el mundo urbano parece más tolerante, como existen ayudas específicas para otros sectores y territorios. Ha servido para corregir desequilibrios y dotar de equipamientos a los pueblos, coinciden todos.
En cuanto al por qué de la prevalencia del subsidio, los más críticos lo achacan a un vicio del modelo. Pero el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, matiza que no se creó para impulsar la agroindustria, que depende, en todo caso, de las estrategias empresariales y de otras políticas. Desde CCOO se apunta a que esa inestabilidad podría ser menor con más control de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) que pretendían fomentar la calidad y cantidad del empleo. El delegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz, considera que el sistema sí ha contribuido a "transformar el medio rural", más allá de aportar rentas, al garantizar el empleo y las prestaciones durante años de transformación de la actividad: se han modernizado explotaciones, se innova, y todo dará sus frutos. También pone el acento en que la población rural andaluza ha seguido cayendo. En la Transición suponía el 21%, en 2010 era sólo el 9%, todavía el doble que la media nacional y el triple de la UE.
Por municipios, destacan en número de subsidiados las "agrociudades" (Utrera, Morón, Arahal...). Aunque la dependencia de la economía local del mismo se da, sobre todo, en los pueblos del "entorno rural profundo y serrano": la Sierra Sur y la Sierra Norte, con poca población y muy envejecida: bastante más del 20% de perceptores potenciales -vecinos de entre 16 y 64 años- las reciben. La crisis está marcando otro hito. Hasta 2008, el número de nuevos solicitantes se había estancado. Pero vuelve a crecer. La agricultura se mantiene como "sector refugio", de los más estables en Sevilla, pero el último al que se acude: se cobra menos y está desprestigiado.
En el balance hay otro aspecto muy destacado, la importancia para la mujer rural. Más del 61% de los eventuales con derecho a percibir este paro son mujeres, que siempre han trabajado en el campo con menos coberturas. Por su idiosincrasia, han sido las que menos ha abandonado el sistema, incluso cuando los varones se fueron a la construcción o a campañas de otras zonas. El acceso a estos subsidios ha sido importante para las familias teniendo en cuenta que, como ocurre con el Régimen General, a partir de los 52 años se puede cobrar hasta durante diez meses y todo el año a partir de 55.
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