“Puede ser Stalingrado, Kiev o Gaza”
calle rioja
Como toda su obra, está escrita entre Los Remedios y Sanlúcar

Ignacio Arrabal (Sanlúcar de Barrameda, 1973) y Alessandro Gianetti (Florencia, 1976) se conocieron en la Feria del Libro de Sevilla. La cita era para traducir al italiano la novela del primero Los ofendidos, pero se cruzó por medio otro proyecto. Es el detonante de la aparición en Scritturapura, editorial de Turín, de L’ultima battaglia, la última novela que escribió en vida Julio Manuel de la Rosa (1935-2018), que pudo verla y tocarla en la versión en castellano que la editorial Anantes hizo de La última batalla.
Ejemplares de las dos ediciones se expusieron el pasado sábado en el hotel Doña María, donde Arrabal y Gianetti, acompañados del periodista Andrés González-Barba, hablaron con fervor de un escritor sevillano que está empezando a ser conocido por los lectores italianos.
Un soldado ruso va a desertar en 1942 de la batalla de Stalingrado. Es el hilo conductor, aunque en ningún momento se nombra a la ciudad que canonizó a ese leviatán soviético que fue Stalin. “Puede ser Stalingrado como también puede ser Kiev, Gaza o Roma, ¿por qué no?”, dice Gianetti. A Julio Manuel de la Rosa nunca le fue ajena esa literatura. En 1975 publica un ensayo sobre Cesare Pavese, el maestro literario e intelectual de Primo Levi, el escritor que describió sus vivencias en un campo de concentración y aparece sin citarlo en la novela de Julio Manuel.
Maestro de periodistas en el Centro de Nuevas Profesiones, en La última batalla funde realidad y ficción, periodismo y literatura. González-Barba ofreció el testimonio de colegas de la información que lo trataron, como Pilar García o Manuel Pedraz, a quienes les descubrió tesoros como el realismo mágico, los narraluces o los mundos tan personales de Ignacio Aldecoa y Juan Benet. Periodistas que como Hemingway o García Márquez llegaron a obtener el Nobel de Literatura.
Ignacio Arrabal y Alessandro Gianetti han vuelto a leer en español el primero, en italiano el segundo La última batalla y dicen de esta novela que “no parece la última que hubiera escrito por la ambición y la fuerza”. Como si en lo que no dejaba de ser un testamento literario, como ocurre con El hereje, la última novela de Delibes, dejara lo mejor de sí mismo como narrador.
Una Segunda Guerra Mundial que son todas las guerras, “la guerra siempre es igual, en la Edad Media, ahora o en el futuro”, dice Gianetti, y que escribe entre su casa sevillana de Los Remedios y Sanlúcar de Barrameda, donde el sanluqueño Arrabal tuvo ocasión de tratarlo con frecuencia. “En el bar La Taurina me contaba historias de boxeo, de Alfonso Grosso”. El propio De la Rosa le habló de esta novela, cuyo manuscrito llegó a conocer su amigo y vecino de veraneos José Manuel Caballero Bonald.
El mediador italiano recordó que esta presentación bilingüe tenía lugar en el hotel Doña María donde se alojó Borges cuando vino a Sevilla para participar en el Seminario de Literatura Fantástica la última semana de septiembre de 1984. Italo Calvino, de gran influencia en el autor de La última batalla, se quedó en el Inglaterra y su ponencia coincidió con la cogida mortal de Paquirri en Pozoblanco.
De esos héroes románticos, a Julio Manuel de la Rosa le interesaba mucho el mundo del boxeo. Sus amigos sabían que llegó a disputar algunos combates de ese deporte que tanto le interesaba a escritores como Aldecoa o Manuel Alcántara, o a Luis Cernuda, que da fe de esa afición en el prólogo de Cosecha roja de Dashiell Hammet. A Julio Manuel no le habría pasado desapercibida la noticia de la muerte de George Foreman, el rival de Cassius Clay en el combate que desde Zaire paralizó el mundo entero en octubre de 1974.
Ismael Rojas, de Editorial Anantes, rescató de un almacén ejemplares de La última batalla. Los de la edición italiana llegaron desde Turín. “Abruma en su escritura la belleza que es capaz de describir en medio del horror”. Esa paradoja que está en La Cartuja de Parma de Stendhal o en Guerra y paz de Tolstoi. Cumple un año el año que estalló la guerra civil española. Siempre le obsesionó la guerra y no sólo como materia narrativa. En 2018, el año que fallece, Algaida editó Las guerras secretas, un libro que comprende tres novelas escritas entre 2005 y 2011 en su doble residencia de Sevilla y Sanlúcar: Cita en Weimar, La guerra secreta del general Franco y El hijo tonto.
Se acaba de reeditar La espuela de Manuel Barrios. Este año es el centenario del nacimiento de Manuel Ferrand, vecino del barrio de Los Remedios, único sevillano que ha ganado el premio Planeta (Con la noche a cuestas). Alfonso Grosso, junto a Juan García Hortelano, formaba parte del jurado que en 1971 concedió a Julio Manuel de la Rosa el premio Sésamo de novela por Fin de semana en Etruria. Ismael Rojas, el editor de Anantes, tenía el proyecto de rescatar la obra de los narraluces “pero se topó con el desastre de los derechos de autor”, dice Ignacio Arrabal, sobrino del dramaturgo Fernando Arrabal. En la reedición de La espuela de Barrios, Alberto González Troyano destacó que igual que en Andalucía se está rescatando a los poetas, no ocurre lo mismo con los narradores.
Cuando murió, fuimos muchos los que recordamos que en Sevilla se ha escrito muy bien en los periódicos por el magisterio de Julio Manuel de la Rosa. Hermanó a la icónica Carmen con Madame Bovary y consiguió que sus alumnos escribieran del tirón la palabra Yonapathawa, el mundo onírico de las novelas de Faulkner. La foto que aparece en esta crónica lleva la firma de Íñigo Moreno, que fue uno de sus alumnos.
Dice Gianetti que en Italia está teniendo muy buena acogida La última batalla, novela de la que ha hablado en alguna emisora de radio. “Su literatura entronca con la edad dorada de la literatura italiana”, señala de estos escritores que son el complemento narrativo del neorrealismo cinematográfico.
A la presentación en el hotel Doña María acudieron Julio y Catalina, hijos de Julio Manuel de la Rosa, y Pablo, su yerno. En febrero de 1980, en los días previos al referéndum del 28-f, aparecía en prensa Julio Manuel de la Rosa arbitrando un partido de fútbol femenino entre azafatas del Centro de Nuevas Profesiones y alumnas del colegio San Francisco de Paula. En eso también fue pionero el escritor que nace el mismo año que Luis del Sol.
El Cachorro irá a Roma desde Triana y el universo literario de Julio Manuel de la Rosa ha viajado a Italia desde el barrio de Los Remedios. Una novela traducida al italiano por Marino Magliani y Riccardo Ferrazzi y supervisada por el propio Alessandro Gianetti, que en plena guerra de Rusia y Ucrania la ve llena de vigencia. “Es una novela antibelicista, para nada retórica”.
No se sabe el nombre del protagonista, que es un hombre solo como el del poema de José Agustín Goytisolo en Palabras para Julia. “Julio Manuel sabe que personalizar el horror centra el foco”, dice Arrabal, “si hablas de seis millones de muertos lo desvirtúas”. Un sanluqueño y un florentino han propiciado esta exportación de un genuino producto de Sevilla. Un maestro de periodistas en la escuela que dirigía Luis Uruñuela, el que sería el primer alcalde de la democracia. Su profesor nunca desertó del frente de la imaginación.
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