Los sorprendentes cimientos de la Fábrica de Tabacos
Patrimonio
Las obras en el Rectorado han permitido descubrir un sistema antisísmico de cimentación del que, aunque está descrito por Alberti y Palladio, apenas hay ejemplos en el mundo.
Las obras que la Universidad de Sevilla desarrolla gracias al Plan Director de Remodelación de la Fábrica de Tabacos (sede de su Rectorado), están permitiendo conocer nuevos y peculiares datos sobre el que, sin duda, es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura borbónica industrial del siglo XVIII en España.
Uno de los descubrimientos que más ha sorprendido es el extraño, a la vez que efectivo, sistema de cimentación del histórico inmueble (construido entre 1728 y 1771), basado en una retícula de arquerías invertidas que dotan al conjunto de una gran resistencia a los seísmos y de una especial fortaleza ante posibles asientos diferenciales en un terreno que, debido a su cercanía al río Guadalquivir y al ya subterráneo arroyo Tagarete, es especialmente inestable. "La prueba del buen funcionamiento estos cimientos es que la Fábrica de Tabacos, casi 300 años después del inicio de su construcción, no presenta ni grietas ni fisuras importantes, pese a episodios sísmicos destacables como el terremoto de Lisboa", asegura el jefe de Proyectos de la Universidad de Sevilla, Miguel González Vílchez, responsable de las obras.
El descubrimiento se ha producido durante las excavaciones que se han realizado en una zona de la Fábrica de Tabacos -la que ocupaba antiguamente la Facultad de Derecho- para la construcción de una galería subterránea de 3x3 metros en la que se han ubicado las redes informáticas y las instalaciones de todo tipo necesarias para su uso contemporáneo. Esta galería permitirá, entre otras cosas, la supresión de todos esos falsos techos y añadidos diversos que, con el paso del tiempo, han ido desvirtuando este bello edificio, en cuyo diseño y construcción intervinieron Sebastián Van der Boch, Ignacio Sala y Diego Bordick.
Además, dichos trabajos han permitido comprobar y garantizar que, bajo la Fábrica de Tabacos, no existen restos arqueológicos, al menos en unos cinco metros de profundidad, ya que, si los hubo, estos tuvieron que ser destruidos en el siglo XVIII durante la dilatada construcción del edificio.
La investigación, cuyos resultados finales se han plasmado en un artículo de la revista técnica Informes de la ConstrucciónInformes de la Construcción, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), ha corrido a cargo del propio González Vílchez y la profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla Concepción González García de Velasco.
"El sistema de cimentación reticular por arquerías invertidas es extraordinariamente raro, ya que, si bien era conocido desde la antigüedad, apenas tenemos ejemplos en la actualidad", afirma González Vílchez, quien también asegura que "recientemente, estuvimos en un congreso donde el investigador de la Arquitectura Bill Addis aseguró que este sistema también se utilizó en la cimentación del Trinity College de Cambridge. En cualquier caso fue un tipo de cimentación muy poco conocida y menos usada"
En el artículo, tanto González Vílchez como Concepción González, recuerdan que Leon Battista Alberti, en su libro De re aedificatoria (1450) "hace referencia a la existencia de cimentaciones ejecutadas mediante arcos y bóvedas invertidas en terrenos deficientes". Asimismo, Andrea Palladio, en Los cuatro libros de la arquitectura (1570), también habla de este sistema.
Para construir los cimientos de la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla se procedió primero al vaciado total de la parcela en la que se asienta. En concreto, se ejecutó un gran y profundo agujero que permitió la construcción de los cimientos al aire libre, como si fuese una mina a cielo abierto. "Fue como excavar un campo de fútbol", afirma Miguel González Vílchez, quien resalta que en la construcción de este sistema de cimientos se invirtió la friolera de nueve años y que, una vez terminado, "se rellenó de tierra por encima del nivel las riadas conocidas por aquella época". Esto permitió construir las zapatas de "abajo arriba, como grandes pilares de fábrica de ladrillo".
Probablemente, estos agresivos trabajos de excavación y construcción, que tuvieron que ser muy llamativos y comentados en la Sevilla del siglo XVIII, fueron los responsables de que no hayan aparecido restos arqueológicos hasta el fondo de la cimentación, por tratarse de un terreno extraído y vuelto a depositar en su lugar una vez finalizados los trabajos". En este sentido, hay que recordar que durante la construcción de la línea 1 del Metro de Sevilla y su estación de la Puerta de Jerez, se descubrieron en la calle San Fernando, lindera con la Fábrica de Tabacos, restos de la vieja muralla almohade de la ciudad, algunas pequeñas construcciones anexas y una vía romana pavimentada con grandes losas de pizarra, junto a la cual se localiza un muro.
El resultado de este sistema de arquerías invertidas es que el edificio se comporta de una manera homogénea gracias a que "la cimentación por zapatas de ladrillo se complementa con una cimentación reticular profunda de arcos invertidos que ayudan a las zapatas prismáticas a ampliar sus áreas de contacto con el terreno, al tiempo que conectan entre sí las citadas zapatas de ladrillo, evitando asientos diferenciales y reforzando la cimentación frente a movimientos sísmicos", aseguran los autores del artículo.
Los trabajos también han permitido conocer cómo son los suelos que se encuentran bajo esta cimentación, consistentes en una "arcilla fangosa natural de color gris oscuro en un manto de espesor de 7,60 metros a partir de la cota -6,05, llegando por tanto a la cota -13,05". Por debajo de esta capa se encontraba otra de "limos marrones y, bajo ellos, arena".
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