Estos son los pueblos de Sevilla en riesgo grave de despoblación
Sevilla registra sólo dos municipios en su zona norte
La comunidad elabora una Estrategia contra el Reto Demográfico mientras Granada y Almería concentran la mayor cantidad de localidades afectadas

Sevilla/Andalucía ha identificado 95 municipios que enfrentan un riesgo elevado de despoblación, según revela un exhaustivo diagnóstico elaborado por expertos de la Consejería de Administración Local.
Este fenómeno, aunque no alcanza la gravedad que presenta en otras regiones españolas, muestra claros patrones geográficos que preocupan a las autoridades autonómicas, quienes han puesto en marcha una Estrategia contra el Reto Demográfico, actualmente en fase de exposición pública hasta el próximo 20 de abril.
La distribución poblacional en la comunidad andaluza presenta contrastes significativos. Mientras la mitad de los andaluces se concentra en apenas treinta municipios ubicados principalmente en tres zonas —la franja costera, el Valle del Guadalquivir y las áreas metropolitanas de Granada y Jaén—, otras comarcas experimentan un declive demográfico progresivo. Las zonas más afectadas se localizan en el Norte de Córdoba y Almería, así como en el Noroeste de Jaén, territorios donde los indicadores demográficos muestran una tendencia preocupante.
De los 780 municipios que conforman el mapa andaluz, los 95 en situación crítica se reparten por todas las provincias a excepción de Cádiz, que no presenta ninguna localidad en esta circunstancia. Granada encabeza la lista con más pueblos en riesgo, seguida por Almería.
En Málaga, la problemática se concentra fundamentalmente en el Valle del Genal, mientras que en Sevilla afecta exclusivamente a dos municipios ubicados en la Sierra Morena septentrional: Guadalcanal y Almadén de la Plata.
Criterios para identificar el riesgo de despoblación
El análisis realizado no se limita únicamente al número de habitantes como factor determinante. Los especialistas han empleado una metodología multicriterio que evalúa diversos indicadores demográficos y socioeconómicos.
Entre ellos destacan el crecimiento vegetativo, que muestra la diferencia entre nacimientos y defunciones; el índice de envejecimiento, que relaciona la población mayor de 64 años con los menores de 16; el índice de dependencia, que mide la proporción de población inactiva respecto a la activa; y la tasa migratoria, que refleja los movimientos poblacionales hacia o desde estos municipios.
Un aspecto particularmente interesante del estudio es la inclusión de la ratio de masculinidad como variable relevante. Este indicador revela un desequilibrio de género tradicional en las zonas rurales, donde históricamente predomina la población masculina.
Asimismo, se ha considerado el porcentaje de población dedicada a la agricultura y la altitud respecto al nivel del mar, confirmando que a mayor distancia de la costa, menores son las probabilidades de mantener o incrementar la población, a pesar del creciente interés por el turismo rural.
La renta per cápita representa otro factor crucial en el análisis. Los expertos han establecido un baremo de 15.000 euros por persona como referencia, constatando que las localidades con mayor envejecimiento, mayor grado de dependencia y mayor aislamiento geográfico presentan menores posibilidades de beneficiarse de las dinámicas económicas propias de los grandes centros de producción.
El impacto de la pandemia en la percepción del mundo rural
La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 supuso un punto de inflexión en la valoración del entorno rural. Frente a la tendencia urbanizadora dominante durante décadas, la pandemia promovió una reconsideración de los espacios menos densamente poblados, asociándolos a una mejor calidad de vida, mayor contacto con la naturaleza y entornos más tranquilos y saludables.
Según el barómetro del Centro de Estudios Andaluces (Centra) de junio de 2023, el 48,3% de los andaluces manifestó su disposición a residir en un pueblo pequeño, siempre que dispusiera de servicios esenciales: asistencia sanitaria, centros educativos, conexión a internet de calidad y transporte público accesible. Precisamente, estas carencias constituyen los principales obstáculos para la revitalización demográfica de estos territorios.
A estas debilidades estructurales se suman otros factores limitantes como la escasez de viviendas disponibles, el deterioro del parque inmobiliario existente —abandonado en muchos casos por sus propietarios— y una oferta de ocio insuficiente. Para aproximadamente tres de cada diez andaluces (32,9%), el mundo rural se asocia principalmente con la agricultura y actividades vinculadas al campo, pero también con precariedad laboral y limitadas oportunidades de desarrollo profesional.
La estrategia andaluza frente al reto demográfico
El Gobierno andaluz, consciente de esta problemática, ha diseñado un plan integral que pretende capitalizar las ventajas competitivas de los entornos rurales. La Estrategia contra el Reto Demográfico contempla mejoras significativas en el ámbito fiscal para estos territorios, potenciando simultáneamente aspectos distintivos como la calidad de sus producciones alimentarias y su rica tradición gastronómica.
El documento estratégico identifica nichos de empleo prometedores en sectores como la hostelería, el turismo, las actividades de ocio y los deportes de aventura. Estas oportunidades se complementan con iniciativas desarrolladas por la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) y la destacada labor de las asociaciones de mujeres, que se han convertido en auténticos motores de dinamización socioeconómica en numerosas zonas rurales.
Las propuestas también incorporan actuaciones orientadas a la preservación del patrimonio cultural y etnológico, así como a la conservación de los valores naturales y paisajísticos que caracterizan a estos municipios. El protagonismo de sus propios habitantes resulta fundamental en este empeño colectivo por revertir la tendencia demográfica negativa.
¿Qué factores determinan la vulnerabilidad demográfica?
Los estudios especializados señalan que la vulnerabilidad demográfica de un territorio viene determinada por una combinación de factores interrelacionados. El envejecimiento poblacional, con tasas superiores al 30% de habitantes mayores de 65 años, constituye uno de los indicadores más evidentes. Este proceso se ve agravado por el éxodo de jóvenes hacia entornos urbanos en busca de oportunidades laborales y formativas.
La baja densidad poblacional, inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado en muchos casos, dificulta enormemente el mantenimiento de servicios públicos esenciales y la viabilidad económica de iniciativas privadas. A esto se añade el continuo descenso demográfico, con pérdidas superiores al 10% de población en la última década en numerosos municipios andaluces.
El desequilibrio de género, con una masculinización creciente en edades reproductivas, compromete seriamente las posibilidades de regeneración demográfica natural. Este fenómeno se retroalimenta con la escasez de oportunidades laborales cualificadas, especialmente para las mujeres, acelerando así el proceso de despoblación.
Experiencias exitosas de revitalización rural
A pesar de las dificultades, algunos municipios andaluces han logrado revertir o al menos estabilizar su situación demográfica mediante estrategias innovadoras. La digitalización y el teletrabajo han permitido que profesionales cualificados se establezcan en entornos rurales, manteniendo su actividad laboral sin necesidad de desplazamientos diarios a núcleos urbanos.
El desarrollo de producciones agroalimentarias con denominación de origen o indicación geográfica protegida ha dinamizado economías locales, generando empleo y atrayendo población. Ejemplos como la producción de aceite en la Sierra de Segura (Jaén), el jamón ibérico en la Sierra de Aracena (Huelva) o los vinos de la Alpujarra (Granada) constituyen casos paradigmáticos.
El turismo rural sostenible, vinculado a espacios naturales protegidos o a conjuntos histórico-artísticos, representa otra vía de revitalización. Municipios como Aracena, Cazorla o Frigiliana han logrado capitalizar sus atractivos patrimoniales y paisajísticos, generando un tejido empresarial diversificado y oportunidades laborales que contribuyen a fijar población.
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