El sol de Spielberg entre Lebrija y Las Cabezas

Calle Rioja

Estampas. Viaje entre el puente de La Pepa de Cádiz y el del Centenario, la ‘Sagrada Familia’ de los puentes, en un día de San Lorenzo con un sol imponente

El sol declinante en la autopista Cádiz-Sevilla.
El sol declinante en la autopista Cádiz-Sevilla. / M.G.

12 de agosto 2024 - 06:59

ESTOY a punto de terminar el libro de Antonio Cascales ‘Los puentes de Europa’ (Florencia, Londres, París). Es como un baile intelectual entre Erasmo de Rotterdam y Catalina de Médicis. Domingo de baño en Cádiz. Desde la calle Periodista Federico Joly se divisa el portento del puente de La Pepa, pura ingeniería de 1812, porque una Constitución, incluida la de 1978, no deja de ser un trabajo de ingenieros intelectuales con un armazón jurídico, histórico y consuetudinario. No hay mejor metáfora que un puente para describir una Constitución. 

El Cádiz y la Lazio romana disputaban la final del Carranza. Si Sevilla fue la Nova Roma, Cádiz tiene aires de Nova Cartago según las cuentas trimilenarias de Antonio Domínguez Ortiz. El equipo rival suena a chirigota de las buenas, Los Lacios. Mi sobrino Antonio, que es nuestro anfitrión, nació el año que yo debuté como cronista de los Carnavales de Cádiz en el Falla (1983). Los últimos de Maspapas. La Constitución no había cumplido los cinco años y era el primer febrero de Felipe en la Moncloa. El 23-F de ese año el ministro Boyer anunció la expropiación de Rumasa. Rafael Zornoza, obispo de Cádiz, acaba de cumplir 75 años. Es la edad con la que los pastores presentan su cargo al pontífice que los nombró. Tres cuartos de siglo. Nació en 1949, dos años después de la explosión de San Severiano el año de la cogida de Manolete y de la visita de Evita Perón. 

Viendo esas aguas desde los ‘artículos’ del puente constitucional, la Bahía es una pista de waterpolo para cetáceos. Las chicas de España se jugaban la final de waterpolo contra Australia en los Juegos Olímpicos de París. Una isla contra una península con un itsmo que es como una portería o un burladero. Tiene que ser difícil jugar sobre el agua contra el país de las antípodas, a juzgar por la definición que de Australia hace Ambrose Bierce en su ‘Diccionario del Diablo’: “País situado en los mares del Sur, cuyo desarrollo industrial y comercial se ha visto increíblemente moderado por una funesta disputa entre geógrafos sobre si es un continente o una isla”. Las waterpolistas españolas aprovecharon las dudas de sus rivales, somos isla, somos continente, la dichosa identidad, para perforar más veces su portería. Un equipo formado en su mayoría por deportistas catalanas (Sabadell, Tarrasa, Barcelona…) hacía que por quinta vez sonara el himno nacional y ondeara la bandera de España el mismo día que ambos símbolos fueran escamoteados en la toma de posesión de Salvador Illa como presidente de la Generalitat. Ha trasladado a Cataluña la disyuntiva de los australianos: ¿somos isla o continente? 

Lo que da de sí un puente bien construido. Y una ciudad con playa, castillo y catedral. Con un trofeo de fútbol histórico que pregonó el periodista Antonio Hernández-Rodicio, compañero en las páginas del grupo periodístico que nació en 1867 del sueño de Federico Joly. Desde la esquina con su nombre se divisan los compases del baile de esta natación sincronizada de aire y volúmenes convertida en puente de dimensiones inverosímiles en una ciudad en temporada alta de visitantes. El turismo, esa pacífica guerra púnica entre romanos y cartagineses. 

Era domingo 10 de agosto, festividad de san Lorenzo. El gran día del waterpolo español y de Salvador Illa. El trofeo Carranza antes del comienzo de la Liga. El Cádiz abre el telón contra el Zaragoza. Parece un partido de Primera. La churrería en la que reponemos fuerzas es un bar de 1964, el año del gol de Marcelino a la Unión Soviética y la Copa que ganó el Zaragoza con los Cinco Magníficos. La Caleta huele a Fernando Quiñones y en el Paseo Marítimo preside el trasiego de paseantes un busto del Tío de la Tiza, el mítico autor de los Duros Antiguos que la chirigota de los Borrachos (Selu, Yuyu…) tuvieron la osadía genial de leer al revés en su puesta de largo carnavalera. 

San Lorenzo se apareció en el viaje de vuelta. Un sol redondo e inclemente. Tan impactante que cuando se asoma en las estribaciones entre Lebrija y Las Cabezas de San Juan me remite al sol que deslumbró a Spielberg cuando buscó por medio mundo unos amaneceres y puestas de sol para recrear el ambiente de su película ‘El imperio del sol’, adaptación de la novela homónima de J.G. Ballard. El rodaje tuvo lugar en la finca Alventus de Trebujena, la patria chica del periodista Pepe Aguilar. Un sol prestado a los atardeceres de Shangai, que es donde transcurre la acción ambientada en la guerra chino-japonesa, los romanos y cartagineses del Extremo Oriente. Fueron varios madrugones con el fotógrafo Juan Carlos Cazalla para cubrir el rodaje cuando llegaban los figurantes de esta ribera del Guadalquivir donde con Paco Cazalla, estirpe de fotógrafos, viajamos en el barco ‘Laberinto’ con Borbolla, cuando era presidente de la Junta, con los riacheros de Trebujena. Finales de los ochenta, imperio de Spielberg y de Borbolla antes de que la política y el cine cambiaran en los años noventa. Río Grande que en las curvas rebobino como un guiño en el centenario de Conrad. La década de los ochenta fue la primera que en España rigió la Constitución, bisnieta de la Pepa como este Diario de Sevilla es bisnieto del Diario de Cádiz. La ciudad con periódico, playa, castillo y catedral con obispo que busca sucesor en ciernes. 

El sol declina entrando en Bellavista. Se ve como una Doñana urbanística la colonia de grúas (vienen etimológicamente de grullas) en la nueva ciudad de Palmas Altas antes de divisar los tirantes del puente del Quinto Centenario, que fue el año 92 de la Exposición Universal y de los únicos Juegos Olímpicos que ha organizado España, los de Barcelona. El continente que sueña con ser una isla. La patente de insularidad la tiene San Fernando. Un puente que siempre está en obras, como si fuera la Sagrada Familia de los puentes. Mucho tráfico, mucho sevillano que pasó el día en las playas de Cádiz y sus chiringuitos. Había Levante en la Victoria, Santa María y la Caleta. Y habrá Cádiz-Levante en la quiniela. Muy cerca del puente, una señal de tráfico indica Córdoba, Granada, Cádiz. Ciudades de Primera con equipos de Segunda. De ahí siempre se vuelve. El Cádiz cambió de entrenador, en el banquillo se sienta Paco López, y no tardará en cambiar de obispo. El puente de la Pepa plantea una duda australiana: esta ciudad parece una isla disfrazada de continente o al revés. Australia organizó los Juegos de 1956 (Melbourne), de 2000 (Sidney) y prepara los de Brisbane (2032). Cuarenta años después de los oros de Barcelona y de la Expo de Sevilla. Con el recuerdo del Kangaroo Pub. Un continente en una isla (la de la Cartuja).

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