En todos los sitios cuecen habas
Un sevillano en Texas
El poder se adquiere de cuatro formas: se hereda; por el dedo; 'manu miliari', o sea, por la fuerza; y por las urnas.
Corrupción, como otras muchas palabras que incluyen la erre es una palabra fea. Feísimas son horror, horrendo, terror, guerra, terrible, almorranas, gonorrea, diarrea, verruga, etcétera. Este contubernio entre el abecedario y la fealdad no es exclusivo de nuestra lengua. "Camarera, hay chinches en mi cama". "C'est la guerre, monsieur". "Camarero, hay una mosca en mi té". "Horrendous, sir". "Camarero, hay una cucaracha en mi pizza". "Terribile, signore". Pero en fin, vamos al grano.
Fue un inglés, Lord Acton (1834-1902) quien, magistralmente, determinó las posibles consecuencias del ejercicio del poder y su alcance: "Power tends to corrupt and absolute power corrupts absolutely". Ahora que todo el mundo en España estudia inglés, incluido Rajoy, me tienta no dar la traducción y ofrecer el texto inglés como ejercicio de traducción. Pero en fin, para los que estudian chino, ahí va la versión castellana: El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente.
El poder se adquiere de cuatro formas: se hereda; por el dedo (México bajo el PRI); manu militari, o sea, a la fuerza; y por las urnas. Cualquiera pensaría que el que gana el poder por las urnas tendría la vergüenza, una vez arrellanado en la poltrona gubernamental, de no llevarse lo que no es suyo. Por lo menos por respeto a los que les votaron y, especialmente, a los que no les votaron. Pero ni por ésas. Lo peor es que nos estamos acostumbrando.
En este contexto, en estas mismas páginas de Diario de Sevilla ("Corrupción y Catolicismo", 04/04/12) el brillante poeta y ensayista Enrique García-Máiquez comentaba la débil reacción de los votantes en las elecciones autonómicas ante el descarado empuje de la corrupción en Valencia y Andalucia. En la primera arrasó el PP. En la segunda el poder sigue en manos de la izquierda. En ambas la ciudadanía no parece indignarse ante las porquerías de los corruptos en los partidos que han prevalecido. Y en vista de que, en Europa, los países protestantes parecen ser más reacios a la corrupción, García-Máiquez encuentra una respuesta teológica a tal tolerancia. Los protestantes, arguye, están espiritualmente podridos ab initio y sólo la fe puede salvarles, lo cual no es fácil. Severo para sí mismo, el protestante no tolera la corrupción. En los países católicos el hombre es un buenazo que cae con frecuencia pero tiene el recurso del confesonario donde puede lavar sus culpas. La sociedad mira esta miseria con misericordia y termina por hacer la vista gorda.
Hay una diferente interpretación. Respecto a la corrupción, el mundo se divide, grosso modo, en países pobres y países ricos. A más pobreza (con excepciones), más corrupción. A más corrupción, más tolerancia. Según las tablas de corrupción de Transparencia Internacional, que para 2010 cubre 178 países, uno apenas oye de corrupción en Singapur, Estado rico y, ciertamente, no cristiano (nº 1 en la tabla) o Suiza (nº 8). Pero ahí está México (nº 98), donde el cohecho (la famosa mordida de la que yo mismo he sido víctima) es tan natural y corriente como los atascos en la capitalina Avenida de la Reforma. Uno lo acepta con resignación, como lo acepta uno en Venezuela (nº 164). Una excepción es Italia (nº 67), un país no ciertamente pobre pero donde la corrupción pudre todas las capas del país desde el último carabiniere hasta, hace poco tiempo, el mismísimo jefe del Gobierno pasando por el fútbol. ¿Ha protestado Italia contra la corrupción de Berlusconi? En absoluto. Lo ha jaleado y mantenido en el poder hasta que él, de malas ganas, lo ha abandonado.
En España (nº 30) la corrupción en los tiempos de Franco tenía que haber sido colosal. Con la prensa amordazada, todo lo que sabíamos se reducía a rumores o suposiciones. Se rumoreaba que un ministro de Comercio subastaba licencias de importación de tractores al mejor postor. Se supuso, en la Sevilla de los años cincuenta, que un respetado juez municipal había sido trasladado de la noche a la mañana a donde Cristo dio las tres voces por haber fallado en contra de la esposa del ministro de Justicia en un juicio de desahucio. Un cínico diría que hay gente que nunca aprende.
Con la democracia, el voto dio el poder a cientos de personas que no tenían sino un pasar. El poder les deparaba la oportunidad, impunemente en muchos casos, de forrarse o "hacer favores" a tanto el favor. Porque en estas cosas casi siempre luce el dinero. Poderoso caballero es don dinero.
En los Estados Unidos (nº 22) los únicos presidentes que han tenido problemas con la ley en los últimos cincuenta años han sido Nixon y Clinton. Pero no por nada que tenga que ver con dinero. Por "obstruction of Justice". Ha habido y hay corruptelas en el Congreso, debidamente corregidas (muchas debido al uso ilegal de fondos obtenidos para campañas electorales) y algún que otro juez que se descarría. Una de las agencias federales con problemas de corrupción es la que se ocupa de la inmigración. Frecuentemente "la migra" en la frontera con México se vende por dinero o se lleva las pertenencias de los detenidos.
Sí, amigo guiri de Sevilla, en unos sitios menos, en otros sitios más, pero en todas partes cuecen habas.
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