SAS
Cesada Rocío del Castillo, gerente del Hospital de Valme

La Sierra Sur y la parábola del hijo pródigo

Calle Rioja

En la iglesia de San Marcos, Ginés González tomó posesión de una sede parroquial cuyo titular, Pedro Juan Álvarez, ha sido nombrado nuevo rector de la Iglesia Colegial del Salvador

Pedro Juan Álvarez, en su primera intervención como rector del Salvador / M. G.

04 de septiembre 2024 - 17:21

Son dos curas capicúas. Uno del 57, el otro del 75. Los sacerdotes son ministros (de la Palabra de Dios), pero sus relevos ministeriales son muy diferentes. Aquí no hay carteras ni subsecretarios. Pedro Juan Álvarez Barrera (Sevilla, 1957) ha sido los últimos 23 años cura párroco de Ómnium Sanctórum, en la calle Feria, iglesia que permanece cerrada por obras. Por dos años, se perderá sus bodas de plata en ese destino pastoral. Le sustituye un hijo de la calle Feria, Ginés González de la Bandera Romero (Sevilla, 1975). La mañana del domingo celebró misa en Estepa, donde era párroco desde 2007 y en 2018 pregonó su Semana Santa. Y por la tarde tomó posesión de su nueva parroquia, que ahora incluye Ómnium Sanctórum y San Marcos, donde tomó posesión de la sede, del baptisterio y del confesionario. Con la iglesia llena, muchísimo calor, “pero mayor es el calor de los corazones”, como dijo Antero Pascual, párroco de San Pedro y vicario de Sevilla Centro.

Las dos iglesias del nuevo párroco son iglesias fernandinas, por ser erigidas en tiempos de Fernando III. Las dos fueron esquilmadas y destruido su patrimonio por la furia incendiaria e iconoclasta desatada el 18 de julio de 1936. Ninguna de las dos fue mezquita, contra lo que se ha dicho tantas veces. Sí lo fue el nuevo destino de Pedro Juan Álvarez Barrera, la iglesia del Salvador. Este cura de la calle Oriente, hermano de San Benito, va a pasar de decir misa en la casa parroquial de la calle Arrayán a hacerlo en la que fue primera gran mezquita de la ciudad, la de Ibn Addabás, levantada entre los años 829 y 830, la simbólica catedral que conocieron los visigodos San Leandro y San Isidoro. Pese a su monumentalidad, a efectos parroquiales depende de San Isidoro, donde ejerce como párroco de la antigua sinagoga, junto al Jardín Doctor Ismael Yebra, el reverendo Geraldino Pérez Chávez.

Los dos curas, el del 57 y el del 75, hicieron su aprendizaje pastoral en la Sierra Sur. Pedro Juan se estrenó como párroco en Casariche en la eclosión del movimiento jornalero y como en una película de Sam Peckinpah pasó de la Sierra a las Marismas, al entorno rociero de Aznalcázar. En paralelo, dio clases de Religión en institutos de Osuna, Pilas y, con su regreso a la ciudad, en el instituto San Isidoro. Por Amor de Dios. Su sucesor en la parroquia, Ginés González de la Bandera, vinculado por familia a la Corsetería Modelo de la calle Feria, encontró en la Fe una fórmula magistral para dejar su profesión de químico, carrera que había cursado en la Universidad Hispalense. Se ordenó sacerdote en el segundo año de pontificado de Benedicto XVI (2006), ejerció el sacerdocio en Aguadulce y durante casi dos décadas en Estepa, localidad que dice dejar “con dolor y desgarro”.

El nuevo párroco de Ómnium Sanctórum vuelve a casa, como el hijo pródigo, para intentar ser profeta en su tierra, que no es nada fácil, como le constaba a Jesucristo en el viaje que hizo desde Cafarnaún a Nazaret, donde le reconocieron como el hijo del carpintero. Los padres de Ginés se bautizaron en Ómnium Sanctórum, a él le administraron el primer sacramento en San Gil, la parroquia nominada por el obispo don Remondo, y su vocación se fue modelando como hermano de la Macarena, en el barrio de san Julián y con las hermanas de Santa Paula. Deja la patria de los mantecados, donde ya es Navidad, para regir los destinos pastorales de dos calles paralelas en el tramo y perpendiculares con el destino: la calle Feria, con su iglesia cerrada y un nuevo bar que lleva el nombre de El templo de Feria, y San Luis, lo que fue el Moscú sevillano, donde sendas placas recuerdan el paso por ella de dos símbolos sevillanos como Ángela Guerrero y Pepe Díaz. El Evangelio del 22 domingo del tiempo ordinario era de San Marcos, titular de una iglesia damnificada por incendios de pugnas nobiliarias, por un terremoto, por amenazas de ruina. Con detalles curiosos aportados por el historiador Manuel Jesús Roldán como que la torre de la iglesia fue restaurada en 1916 por Aníbal González o que en 1671, el año que la Iglesia canoniza a Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Francisco Javier y Felipe Neri, La Roldana se casó aquí con Luis Antonio de Los Arcos contra la voluntad de su padre, el escultor Pedro Roldán.

Francisco Ortiz, deán de la Catedral y párroco de Los Pajaritos, celebró la misa de toma de posesión de Pedro Juan Álvarez Barrera como nuevo rector de la Iglesia Colegial del Salvador. Pone fin a un largo mandato parroquial que ha duplicado los doce años de Sánchez Monteseirín en la Alcaldía de Sevilla y supera con creces los 18 años de Chaves como presidente de la Junta o de Pablo Motos presentando El Hormiguero. El hijo del camarero de La Ponderosa llega a la plaza de La Alicantina presidida por la estatua de Martínez Montañés. Una iglesia que no le resulta ajena: su primer bautizo, siendo diácono, lo hizo en el Salvador, donde el año pasado predicó el triduo de la hermandad del Rocío. Juan Garrido Mesa, el artífice de la salvación del Salvador, con la asistencia civil de Joaquín Moeckel y los criterios del arquitecto Fernando Mendoza, le dio clases de Moral en el Seminario.

De la austeridad de San Marcos se pasó al esplendor, órgano incluido, de esta Iglesia que recibe más turistas que feligreses y donde el nuevo rector observó que la iluminación artística era superior a la iluminación litúrgica. No le abruma la relevancia cofrade de su nuevo destino. Viene de una iglesia donde convivían tres hermandades: la Reina de Todos los Santos, los Javieres y el Carmen Doloroso. Y llega a otro triángulo muy potente: Borriquita-Amor, Pasión y la hermandad del Rocío.

Aunque sus respectivas tomas de posesión fueron celebradas litúrgicamente por el vicario y el deán de la Catedral, los dos sacerdotes hicieron uso de la palabra. A Ginés no le asusta el pueblo de Dios, pero sí, lo admitió, “verme rodeado de tantos sacerdotes, la mayoría amigos”. Pedro Juan se considera “un melón calado sin puertas traseras”. Uno viene de Estepa a la calle San Luis y a la casa parroquial de la calle Arrayán. El otro deja la calle Feria, el interludio en el bar Guadiana entre misa y misa, para irse al Salvador. A una iglesia donde los historiadores aseguran que siempre, desde los tiempos romanos (cuando fue Basílica) y visigodos siempre hubo culto a Dios. De las campanas automáticas de la calle Feria se traslada a una iglesia con una estirpe de campaneros, los Mendoza. De la calle donde nació Belmonte a la zona en la que creció Cernuda. De las montañas de la Sierra Sur, representadas por la embajada de Casariche que estuvo en el Salvador, a la Cuesta del Rosario, uno de los picos más altos de la muy llana además de mariana ciudad de Sevilla.

Los curas capicúas hicieron el relevo. En San Marcos, además del vicario Antero Pascual, estuvo presente Francisco José Blanc Castán, presbítero y párroco de Santa Catalina y San Román. Mucha es la mies y pocos los obreros. Por eso el arzobispo, monseñor Saiz Meneses, optimiza los recursos para, como decía Chesterton de los policías filósofos en El hombre que fue Jueves “descubrir pesimistas”. La nueva línea Cafarnaún-Nazaret.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último