La mascarilla gana en el transporte público en Sevilla tras el fin de la obligación
salud
Muchos usuarios siguen usándola, aunque la medida ha dejado de ser obligatoria
Dicen que las seguirán llevando "por seguridad en momentos de aglomeración" y por "respeto hacia los mayores"
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Encuesta: ¿Cree que ha llegado la hora de retirar la mascarilla en el transporte público?
"No se la tiene que poner si no quiere", le dice el conductor de un autobús a una señora que rebusca en su bolso para encontrar su mascarilla antes de pasar al interior. "Gracias, pero yo prefiero seguir poniéndomela", le contesta. Son las ocho de la mañana. Han pasado sólo unas horas desde la entrada en vigor de la modificación del Real Decreto de 19 de abril de 2022 que elimina la obligación de usar la mascarilla en el transporte público tras la aprobación ayer en el Consejo de Ministros. Es decir, desde hoy usar esta medida de protección en autobús, metro, trenes o vuelos internos pasa a ser una opción personal. En Sevilla, al menos de momento, parece que el consenso para dejar atrás este elemento tan representativo de la pandemia no es todavía total.
Un recorrido por distintos medios de transporte públicos de la ciudad deja una impresión generalizada: los sevillanos se muestran reticentes a abandonar esta máscara, que ya ha pasado a ser una pieza más de la ropa que visten cada día. La costumbre, el hábito o la seguridad son las razones por las que la mayoría continuarán haciendo uso de la mascarilla.
Es el caso de Brithany Berdugo, una estudiante de 22 años que espera para montarse en el tranvía en la parada de San Bernardo. Afirma que la seguirá llevando, sobre todo, "por proteger a los mayores". Explica que, a pesar del fin de la norma, el virus "sigue ahí". "Ya no se tiene la misma precaución, pero el Covid sigue estando", concluye. Junto a ella, Concha Garrido se coloca la mascarilla a la llegada del tren. "No es algo que haga todos los días, pero en los sitios donde hay mucha gente sí me la sigo poniendo. Lo hemos pasado muy mal y si protegiéndonos con la mascarilla podemos evitar algo, yo lo respeto", sostiene. Comparte su opinión Ana Álvarez. "Depende de la gente que haya, pero por lo general me la voy a seguir poniendo. A mí es algo que no me molesta", dice.
En el interior, la mascarilla gana. La mayor parte de los viajeros la lleva puesta. Sí se aprecia una cierta brecha generacional, es decir, muchos más cubrebocas en personas mayores que en jóvenes, pero hay excepciones. Benjamina Crespo es el ejemplo de ellos. Dice que se ha montado hoy en el tranvía sin mascarilla, pero que "dependerá de la gente que haya". Justo en el asiento de enfrente, Inmaculada Durán seguirá viajando usando esta medida de protección. La usa también en el trabajo cuando hay mucha aglomeración. "Estoy hartísima de ella, pero tengo en casa personas de riesgo y la tengo que seguir usando por precaución", afirma.
En el mismo convoy viajan Natividad Expósito y Herry Akinduro. No sabían que desde hoy dejaba de ser obligatoria la mascarilla. ¿Pero ya hoy no hay que ponérsela? Preguntan a la periodista. Él tarda dos minutos en quitársela en cuento escucha la respuesta. "Es una alegría", dice. Ella baja con ella puesta. Explica que lo pasó "muy mal" cuando se contagió de Covid y que tiene "miedo" de tener que pasar por una situación similar. Manuel Cañete espera sentado en la parada para montarse. "Es muy incómoda y estamos ya cansados, pero estamos en época de frío y hay muchos resfriados. Creo que es mejor esperar a que llegue el mejor tiempo. Yo en cuanto salga, me la quito, pero dentro me la voy a seguir poniendo", insiste.
En la Macarena, en las paradas de autobuses ante el Parlamento de Andalucía, donde confluyen distintas líneas de Tussam junto a otras que proceden de algunos pueblos, la mayoría de usuarios de la línea que une La Algaba con Sevilla bajan del autocar con mascarilla. "Evita muchos resfriados. Yo lo que pueda prevenir lo prevengo", dice una mujer que se despoja de la misma nada más bajar del autobús. Junto a ella, otra señora con la opinión contraria, le recrimina: "ahora todo el mundo se la va a poner y hace dos días que era obligatorio no querían ponérsela".
A medida que avanza la mañana, la imagen en el interior de los autobuses empieza a cambiar. Se empiezan a ver más caras despejadas. El esquema se repite. El mensaje ha calado en la ciudadanía, sobre todo, en los mayores. Carmen Gómez baja con mascarilla de la línea 10 en la parada de Ponce de León. Tiene 62 años, pasó el Covid en la tercera ola, en enero de 2021, la que se llevó por delante muchas vidas. "No puedo dejar de usarla porque me sigue dando mucho miedo. Viví una experiencia mala en la familia y todo lo que pueda hacer por evitar más cosas lo seguiré haciendo", explica. Esperando para montarse esta Andrés G. Tiene 25 años e ideas contrarias. Aduce que "es hora de entrar en otro tipo de normalidad". "Veo lógico que si uno tiene síntomas de catarro, Covid u otros virus debería seguir llevándola en el transporte público por sentido común, pero de manera generalizada, creo que ha pasado ya mucho tiempo", apostilla.
Las recomendaciones de los sanitarios
Para ser exactos, han sido 1.010 días desde que, por primera vez, se obligó al uso de mascarillas en el transporte público como medida de protección en medio de la crisis sanitaria del Covid. Será cuestión de tiempo observar si los sevillanos optan finalmente por dejar atrás la mascarilla definitivamente en el transporte, como hace casi un año ya la dejó en espacios exteriores y unos meses después también en interiores, a medida que pasen los días y, con ellos, el frío que supone la circulación de virus respiratorios ante los que esta medida de protección ha demostrado ser eficaz para evitarlos. Un mensaje en el que insisten en el inicio de esta nueva etapa los sanitarios. Aconsejan sentido común, prudencia y responsabilidad para no contagiar ni contagiarse.
"Creo que el uso de mascarillas ha demostrado ser todo un éxito para evitar el contacto directo entre personas en lugares con aglomeraciones y eso ha disminuido mucho la incidencia de enfermedades respiratorias, no sólo el Covid", explica el neumólogo del Hospital Virgen del Rocío y presidente de la Asociación de Neumología y Cirugía Torácica del Sur (Neumosur), Eduardo Márquez. Sobre el momento actual, el neumólogo reconoce que la incidencia del Covid ha bajado "notablemente", sin embargo, alerta del aumento de otras infecciones respiratorias como son gripe, gripe A o el Virus Respiratorio Sincitial (VRS), de ahí que considere un poco "precipitada" la retirada de la obligación del uso de mascarillas. "Entiendo que es una medida molesta, pero creo que se debería haber aguantado un poco más hasta que pasara esta época de frío en la que puede ser muy beneficiosa", defiende.
Por eso recomienda que las personas vulnerables y mayores de 60 años, aunque no sea obligatoria, continúen utilizándola en espacios cerrados, como pueden ser autobuses, trenes o interiores de restaurantes atestados de gente para no contraer ningún virus respiratorio. "El hecho de que no sea obligatoria, no quiere decir que no se use", sentencia.
En la misma línea, el presidente del Colegio de Enfermería de Sevilla, Víctor Bohórquez, invita a ser "sensatos". Recuerda la recomendación de seguir usándola en colectivos vulnerables, sobre todo en transportes aglomerados, y reitera que hay que aplicar la lección aprendida con la pandemia. "No hay que olvidar que sigue muriendo gente, la última semana seis personas en Sevilla", afirma, al tiempo que recalca, igualmente, la eficacia de las vacunas como "la otra gran medida de protección ante el Covid".
Por su parte, el farmacéutico y presidente del Colegio de Farmacéuticos de Sevilla, Manuel Pérez, hace hincapié en que el hecho de que el Gobierno haya decretado que la mascarilla deje de ser obligatoria en el transporte público "no quiere decir que aquellas personas que crean que pueden tener un problema de contagio en aglomeraciones, las sigan utilizando". Por eso, insiste en defender que se siga utilizando en farmacias, "como centro sanitario". "Como pasa en otros centros de este perfil, nuestra recomendación es que la sigan utilizando para evitar el contagio, no tanto entre los usuarios, sino también de las personas que trabajan allí y que pueden convertirse en vehículos del virus y provocar el cierre de ese centro y, con ello, el menoscabo que supone para la ciudadanía", concluye.
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