Tres sevillanos diseñan el primer edificio de la ciudad de contenedores marítimos
La nueva terminal de cruceros del Puerto es vanguardista, ecológica y desmontable en módulos. Su coste total: casi 300.000. euros.
Un edificio desmontable y modular de 500 metros cuadrados de superficie con su manual de instrucciones, como los muebles que ofrece la conocida multinacional sueca, ampliable y hecho a base de contenedores marítimos reciclados es la base de la nueva estación marítima de cruceros que estrenó el Puerto de Sevilla la semana pasada. Es toda una arquitectura de vanguardia que mira al río en el Muelle de las Delicias. Así serán los edificios del futuro, dicen sus creadores.
Se ha construido colocando una fila de contenedores separados sobre el suelo y otra encima del espacio entre estos, a modo de damero, para lograr un interior diáfano y sencillo, con ventanales y puertas acristaladas por los que entra la luz natural y con espacios de doble altura que dejan pasar las corrientes de aire para refrescar la estructura.
Sus tres autores proceden de dos estudios sevillanos con experiencia internacional en construcciones modulares y bioclimáticas: Juan Manuel Rojas, de Arquitectura Hombre de Piedra, y Ramón Cuevas y José Luis Sainz-Pardo Prieto Castro, de Buró4, con la colaboración del estudio cordobés Tercera Piel. Destacan que se trata del único edificio hecho con contenedores marítimos que hay en Sevilla y el de mayor planta que existe en Andalucía, donde este tipo de construcciones se usa más como vivienda.
Todo el proceso de diseño, construcción y montaje se ha superado en un tiempo récord de dos meses, y han bastado 20 días para montar la estructura en el Muelle de las Delicias. El equipo explica que eso es debido a la experiencia de años que acumulan investigando sobre estas construcciones modulares en Panamá y Chile, entre otros países de Latinoamérica.
Es una arquitectura reciclable porque todos los materiales que traían los contenedores comprados para este fin se han mantenido: desde el suelo de madera original muy resistente, a las paredes metálicas y toda la estructrura. Únicamente se han añadido las puertas y ventanas acristaladas para dar luz al recinto, y sencillos apliques de luz.
Es desmontable y modular porque se ha construido en seco, como un mecano, con piezas machihembradas. No ha hecho falta una gota de cemento ni hormigón ni otros materiales de obra. El suelo de los contenedores superiores se ha cortado para colocarlo en el espacio que dejaban los contenedores sobre los que se apoya. Con simple masilla se han disimulado las uniones de esos suelos, y se han cortado las paredes necesarias para eliminar los tabiques.
La fabricación de los módulos y estructuras se ha realizado en las naves de Construcciones Cabello, en el municipio de Lucena (Córdoba), y luego se han trasladado a Sevilla para el montaje. Los contenedores se han traído de Algeciras, corregido sus imperfecciones y teñido de blanco con una pintura de microesferas cerámicas que aporta aislamiento al rechazar el 90% de la radiación solar.
Este tipo de estructuras modulares abaratan el coste de un edificio un 50% más que si se hacen con otro material convencional, aseguran los tres arquitectos. Eso explica los casi 300.000 euros que ha costado todo: diseño, construcción y montaje. Sale a 600 euros por metro cuadrado, toda una ventaja frente a las construcciones tradicionales. Queda por colocar el rótulo que da nombre al edificio, añadir unos aseos en un contenedor anexo, ya que la terminal también es ampliable en horizontal añadiéndole las estructuras necesarias. Es un edificio con estética y funcionalidad de sobra para acoger exposiciones.
La clave de lo rápido y bien que se ha montado la estación marítima ha sido "hacer los equipos y elegir a las personas adecuadas", asegura Juan Manuel Rojas. "Con los mejores especialistas se hacen los grandes equipos", añade Ramón Cuevas. El éxito de acogida les ha convencido para presentar el edificio a un premio de arquitectura internacional.
El Puerto de Sevilla quería desde hace años una nueva estación marítima hecha con contenedores con la condición de tener una estructura flexible, de rápida construcción y desmontable para afrontar los cambios necesarios en el futuro en el turismo de cruceristas, también debía estar integrado en el paisaje del muelle. "Ésta era la pieza que mejor encajaba en el paisaje y la más adecuada para atender a los pasajeros", concluye Rojas.
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