Sevilla y la solvencia en la organización de grandes acontecimientos

La ciudad se enfrenta al reto organizativo de la procesión magna del próximo 8 de diciembre con el bagaje de haber recibido a jefes de Estado, celebrado cumbres de la OTAN o cogido un Mundial de fútbol

El lunar organizativo fueron las falsas giraldillas el Mundial de Atletismo de 1999

La Sevilla que pudo ser y no fue

El Papa Juan Pablo II junto al alcalde y el arzobispo Amigo en su primera visita a Sevilla. / D. S.

Una cita para la que la ciudad está de sobras preparada. Sevilla vivirá el próximo 8 de diciembre una procesión magna en la que participarán sus devociones más universales y algunas de las imágenes de la provincia más relevantes. Serán ocho cortejos en la calle que reunirán a decenas de miles de personas llegadas de toda España en un recorrido común y en el posterior traslado individual a sus respectivos templos. La organización de este gran evento requiere de la máxima atención y coordinación de todas las administraciones y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Pero la ciudad lleva años organizando y acogiendo actos de todo tipo y de una gran importancia y complejidad organizativa. Desde la visita de jefes de estado a cumbres de la OTAN o grandes eventos deportivos. La mayor garantía de seguridad, como advertía una persona que ha tenido una gran responsabilidad en materia de seguridad en la ciudad, es la organización anual de la Feria de Abril o la Semana Santa, evento este último que calificaba como el más difícil de organizar de cuantos se celebran en España.

El Papa que visitó Sevilla dos veces

El primer gran acontecimiento al que se enfrentó la ciudad en su historia reciente fue la visita del Papa Juan Pablo II en 1982. Fue una visita frenética de apenas ocho horas que demostró la capacidad organizativa de la ciudad. El Papa, hoy santo, visitó por primera vez la ciudad. Lo hizo por un motivo realmente importante. Un acontecimiento eclesial singular: la subida a los alteres de Sor Ángela de la Cruz. En torno a un millón de personas se concentraron en el campo de la Feria para seguir en directo la ceremonia.

El día elegido para la visita fue el viernes 5 de noviembre. Juan Pablo II aterrizaba en un blindado aeropuerto de San Pablo a las 8:45 en un DC-8 de las Fuerzas Armadas procedente de Madrid. A pie de pista le esperaba el arzobispo de Sevilla, fray Carlos Amigo Vallejo, el presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo; el presidente del Parlamento, Antonio Ojeda; y el teniente general Saavedra, además de los obispos de la provincia eclesiástica de Sevilla, entre otras personalidades. El Pontífice se postró ante la Virgen de los Reyes, rezó ante el cuerpo incorrupto de San Fernando, cantó el Angelus desde el balcón del Palacio Arzobispal, donde almorzó antes de poner rumbo de manera inesperada a la Casa Madre de las Hermanas de la Cruz. Punto y final de la estancia antes de encaminarse al aeropuerto de San Pablo para ir a Granada. Todo un éxito.

El Papa bajándose del papamóvil durante su visita a Sevilla. / M. G.

Juan Pablo II volvería a Sevilla en 1993 con motivo del 45 Congreso Eucarístico Internacional. En esa ocasión, se alojó durante tres días en el Palacio Arzobispal. Se trató de una cita que convocó a 7.100 congresistas de 80 nacionalidades distintas durante una semana: del 6 al 13 de junio. Juan Pablo II aterrizó en la capital de Andalucía el 12 de junio para la clausura del congreso. La visita del Papa polaco fue un aldabonazo para la ciudad en general y para la Iglesia de Sevilla en particular. Una cita que se preparó a conciencia desde que en noviembre de 1989 se conoció que Sevilla sería la sede del Congreso Eucarístico Internacional.

El Ayuntamiento, presidido por el andalucista Alejandro Rojas-Marcos como alcalde, y la Archidiócesis, gobernada desde 1982 por el arzobispo Amigo, dieron la talla, pero no sin problemas, esfuerzos y tensiones, como relataron los cronistas. El alcalde se las vio en los meses previos con la diplomacia vaticana, que se negó a que el Papa acudiera al Ayuntamiento a recibir las llaves de la ciudad, tal como habían hecho la inmensa mayoría de los jefes de Estado o de Gobierno durante los seis meses que duró la Expo. La entrega de esta distinción se celebró finalmente a los pies de la Giralda, minutos después de la llegada de Juan Pablo II en el papamóvil procedente del aeropuerto y antes de que subiera al balcón de la Giralda a rezar el Ángelus y dirigirse a los sevillanos.

Una Mundial y una semifinal mítica en el Sánchez-Pizjuán

La entrada de Toni Schumacher a Battiston en las semifinales del Mundial. / D. S.

Meses antes de la primera visita de Juan Pablo, Sevilla fue una de las sedes el Mundial de fútbol organizado por España. Los estadios Ramón Sánchez-Pizjuán y Benito Villamarín acogieron los partidos del grupo 6, integrado por los equipos nacionales Brasil, la Unión Soviética, Escocia y Nueva Zelanda. Especialmente numerosa y colorida fue la presencia de la torcida brasileña. Además, el estadio del Sevilla Fútbol Club acogió la histórica semifinal entre Francia y Alemania, calificado como uno de los mejores partidos de la historia de los mundiales.

La visita de la reina Isabel II

La Reina Isabel II junto al Rey Juan Carlos en su visita a la Catedral. / D. S.

En plenos preparativos de la Expo’92, en 1988, tuvo lugar la recordada visita de la reina Isabel II. Era la primera vez que una soberana del Reino Unido visitaba España. Sevilla fue incluida en la ruta del viaje entre la llegada a Madrid, con alojamiento en el Pardo, y Barcelona. Ya de forma privada, la reina y el duque de Edimburgo se dirigieron a Mallorca. En Sevilla visitó la Catedral, el Real Alcázar y el Archivo de Indias. Las horas que el matrimonio pasó en Sevilla tuvieron un marcado carácter turístico. Y, por supuesto, muchos sevillanos quisieron estar presentes y vivir en directo una histórica visita. En la Plaza de Triunfo formó un batallón de honores del Soria 9 para rendir honores militares a la soberana. 

El lunar de las falas giraldillas

Una de las falsas giraldillas que se coló en la ceremonia de inauguración del Mundial de Atletismo. / D. S.

En la organización de eventos por parte de la ciudad hay que resaltar el lunar de la inauguración de los Mundiales de Atletismo en 1999. Durante la ceremonia de apertura, celebrada el 20 de agosto. La polémica estalló en el mismísimo corazón del estadio de la Cartuja, con cientos de millones de personas ante el televisor y el pleno de las autoridades, el entonces príncipe Felipe a la cabeza, en el palco. Se colaron dos falsas giraldillas en el césped, incluso en el mismísimo escenario, dos personajes colgados de un voladizo con unas cuerdas y otro individuo en la tribuna de prensa exhibiendo pancartas con la leyenda “Repatriation bask prissoners” (Repatriación para los presos vascos). Dos de ellos  llegaron incluso hasta el mismo escenario gracias al disfraz de giraldilla. Mientras, otro de los agitadores repartía pasquines por todo el estadio reclamando lo mismo. Primera mancha para un acontecimiento deportivo mundial y que se suponía excelso. Todo el mundo se quedó atónito. La seguridad no daba crédito, pero el caso es que pasó.

La cumbre de la OTAN

Furgones policiales en FIBES durante la cumbre de la OTAN en 2007. / José Ángel García

Otro acontecimiento importante que se celebró en Sevilla fue la cumbre de la OTAN en febrero de 2007. El Consejo Atlántico eligió Sevilla como sede de la primera reunión informal de ministros de Defensa de la Alianza Atlántica en 2007, encuentro que reunió a los representantes de los 26 países aliados, incluido el secretario de Defensa norteamericano, Donald Rumsfeld. La ciudad quedó completamente tomada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Tres aviones de reconocimiento y vigilancia Awacs de la OTAN controlaron entre el 8 y el 9 de febrero el espacio aéreo de Sevilla para garantizar la seguridad de las más de 40 delegaciones que asistieron a la reunión en el Palacio de Exposiciones y Congresos (Fibes). Junto a estos aviones, el dispositivo militar desplegado en la capital andaluza por las Fuerzas Armadas incluyó varios cazas de combate y una batería antimisiles. Este despliegue, que se coordinó desde el centro de operaciones aéreas del Mando Aéreo de Combate de la base de Torrejón, se sumó al amplio operativo de seguridad dispuesto por el Ministerio del Interior, en el que participaron más de 4.000 policías que desde varios días antes tomaron la ciudad.

Más allá de los acuerdos alcanzados entre los líderes, en los ciudadanos quedaron como recuerdo los numerosos controles de seguridad que la Policía Nacional y la Guardia Civil realizaron en la capital andaluza y sus accesos que provocaron atascos kilométricos. La zona más perjudicada fue la entrada a Sevilla por la A-92, donde en algunos momentos, los conductores emplearon más de una hora y media en recorrer la distancia entre Alcalá de Guadaíra y la capital. Los mayores atascos se registraron en la SE-30 sentido Huelva, donde se alcanzaron los diez kilómetros. 

La visita del presidente Obama

Obama junto al entonces alcalde, Juan Espadas; y Antonio Muñoz, en el Patio de la Montería del Alcázar. / D. S.

El sábado 9 de julio de 2016 era una fecha marcada en rojo en las agendas sevillana. Ese día se esperaba la visita de nada más y nada menos que Barack Obama, presidente de Estados Unidos. El líder de la primera potencia del mundo había incluido Sevilla en su visita a España, donde iba a reunirse con el Rey Felipe VI en Madrid y visitaría a las tropas americanas en la base de Rota. La visita a la capital de Andalucía incluida en la agenda era cultural y patrimonial. Obama quería recorrer el corazón histórico de la ciudad, con lugares Patrimonio de la Humanidad como el Real Alcázar, la Catedral o el Archivo de Indias. Pero apenas unas horas antes de la llegada y con todo preparado en la ciudad, los sucesos acontecidos en Dallas, donde cinco policías murieron tiroteados por un francotirador, trastocaron toda la agenda y precipitaron su regreso a Washington.

Ya como ex presidente, Obama saldó la deuda contraída con Sevilla y la visitó en la primavera de 2019 para participar como ponente como ponente en el Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC).

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