De Sevilla a Mauritania para estar en primera línea de ayuda sanitaria

cooperación sanitaria

Así fue el día a día de un equipo de sevillanos de misión humanitaria en la ciudad de Zouerat de la mano de la ONG HumanCoop

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Los cooperantes atienden a una familia en las consultas de Atención Primaria que se establecieron en la comisión.
Los cooperantes atienden a una familia en las consultas de Atención Primaria que se establecieron en la comisión. / H. U. V. R.

Vicky, Felipe, Anabel,Virginia, Mercedes, José, Alegría, María, Beatriz, Juan Antonio, Manuel y Ursula. Son cirujanos, especialista en el aparato digestivo, radiólogos, enfermeras, residente, ingeniero industrial, maestro de Educación Física y periodista. Todos tienen una cosa en común: unas inmensas ganas de ayudar a los demás

Sin duda, su empeño es una gota de agua en el océano de las necesidades africanas, pero una gota de agua que ha beneficiado a cientos de personas: las que han visto mejorada su calidad de vida gracias a su ayuda desinteresada. Forman parte de la XI Comisión Médica de Cooperación en Mauritania, la última expedición sanitaria organizada por la ONG HumanCoop en la que han participado, junto a otros sanitarios, que, además de atender a pacientes, han realizado una importante labor de formación. 

Parte del grupo de profesionales sevillanos que participaron en la misión.
Parte del grupo de profesionales sevillanos que participaron en la misión. / H. U. V. R.

Ya de vuelta, con tiempo para reordenar impresiones tras el duro palo de la realidad sanitaria que asola al continente vecino, en una ronda de entrevistas, hay un nombre que se repite: Virginia Durán (Vicky). Es cirujana general en el Hospital Virgen del Rocío y, tras más de una década haciendo cooperación en campamentos de refugiados saharauis, pero sin haber participado nunca en una campaña quirúrgica como esta, ha logrado sacarse esa espinita y, prácticamente de ella, surgió el primer grupo quirúrgico que esta ONG ha llevado a Mauritania. “Me la encontré por los pasillos y me comentó que estaba organizando un grupo para participar en esta misión. Que me uniera a ella”, es la respuesta mayoritaria entre los integrantes de esta comisión sobre las razones de su participación en la misma. 

Aunque no todos. Hay quien se unió por su vinculación a grandes grupos de misiones humanitarias a través de redes sociales o Whatsapp, como la enfermera del centro de especialidades Doctor Fleming, María Fernández. Y otros se conocieron en el viaje. Son los casos de los radiólogos del Hospital Virgen Macarena, Mercedes García y José Porfirio, que contactaron con la ONG y decidieron emprender esta aventura solidaria sin saber la gran comunidad sevillana que conformarían en ella. “Hemos hecho un equipo increíble”, coinciden los participantes.

Las horas de trabajo son testigo de ello. “Empezábamos a las 8:00 y parábamos sobre las 22:00, no porque acabáramos de ver pacientes, sino porque en algún momento había que parar. Eso te une. Todos los días se quedaba gente esperando. Te pasaban a sus hijos por encima de una valla para que los viéramos”, apuntan los integrantes de esta misión, que destacan que todo esto hizo “muy duro” el día a día. “Había gente a la que no la había visto un médico en veinte años. Te decían, literalmente, que del cuello para abajo les dolía todo el cuerpo”, cuentan para situar un nivel de desesperación casi inimaginable. “Vino gente que se había hecho mil kilómetros a pie para que la viéramos”, apostillan.

Una mujer se somete a una ecografía en las instalaciones en las que trabajó la comisión de sanitarios españoles.
Una mujer se somete a una ecografía en las instalaciones en las que trabajó la comisión de sanitarios españoles. / H. U. V. R.

Aunque el objetivo de actuación de esta misión solidaria era la población del área de Bir Mogrein, al norte de Mauritania, justo en la frontera, donde convive población mauritana y refugiados saharaui, y donde HumanCoop tiene en marcha un proyecto de salud integral continuado, con cuatro comisiones al año, las condiciones de dicha región, a más de seis horas de distancia de la ciudad más cercana por el desierto y sin recursos asistenciales que permitan hacer cirugías, la expedición se instaló en Zouerat, una ciudad de unos 40.000 habitantes. 

Allí se desplegó, por un lado una campaña quirúrgica de Cirugía General y Oftalmología en el Hospital de la Fundación SNIM –privado y gestionado por la empresa propietaria de las minas de hierro que son uno de los sostenes de la economía en la zona–, y, por otro, en el Hospital Público de Zouerat, donde se estableció la comisión de medicina interna y Atención Primaria, donde se seleccionaban los pacientes a operar, y se dirigió la formación teórico-clínica para el personal mauritano.

El grupo partió el pasado miércoles 1 de mayo desde la estación de trenes de Santa Justa rumbo al aeropuerto de Madrid. Después dos días de viaje entre tren, vuelos, escalas y autobuses, el equipo arribó a Zouerat. El equipo sevillano se instaló en la casa del alcalde de la ciudad. “Allí no hay turismo. Que llegue un grupo de españoles, sea a ayudarlos o a lo que sea, para ellos es un acontecimiento porque no es zona turística. Allí no hay hoteles y el alcalde no dudó en acomodar a unas 50 personas en su casa entre todo el equipo”, sostienen. Recuerdan la estancia con cariño. “Nos recogieron en el aeropuerto, nos transportaron, nos tradujeron, nos dieron un techo, nos cocinaron, nos acompañaron y nos han cuidado. Ha habido una sinergia buenísima”, añaden.

Pero más allá de esos recuerdos de confraternidad, los profesionales tuvieron poco tiempo para solazarse. Desde el mismo día de su llegada y hasta el domingo 12 operaron y asistieron pacientes a destajo. En total, cerca de 700 personas asistidas y 36 cirugías. Lo normal allí son de tres a cinco por semana. Los cirujanos explican que las intervenciones no pueden ser demasiado complicadas porque en el terreno no disponen de equipamiento sofisticado y además porque deben ser patologías que luego no requieran un seguimiento exhaustivo.  

La zona quirúrgica cedida a los sanitarios españoles en el Hospital de la Fundación SNIM a pleno rendimiento.
La zona quirúrgica cedida a los sanitarios españoles en el Hospital de la Fundación SNIM a pleno rendimiento. / H. U. V. R.

“Mi primera cirugía fue limpiar el ecógrafo”, bromea el jefe de sección de Cirugía de Urgencias del Virgen del Rocío, Felipe Pareja. Tardó poco en estrenarse. A las pocas horas llegó el primer paciente con una urgencia mientras se estaba montando el dispositivo. “En una primera exploración detectamos que se podría tratar de una apendicitis. Lo comprobamos con el ecógrafo e intervenimos”, explica.

A partir de ahí, los cirujanos operaron vesículas, hernias, tumores benignos o hemorroides que se detectaron mediante exploraciones y con apoyo del equipo de radiólogos, que hizo tacs, ecografías, Dopplers y radiografías. “Nos hemos sentido como una figura muy importante porque realmente la figura del radiólogo allí no existe y nuestra función ha sido muy resolutiva en acto único para determinar quienes iban para cirugía y quienes para endoscopia”, destaca la radióloga Mercedes García que, junto a su compañero en el Macarena, José Porfirio, se encargaron de dar formación “en directo, trabajando codo con codo” a los técnicos locales del hospital mauritano. “Ellos tienen los medios técnicos, pero lo que necesitan es formación para usarlos. Todavía hoy seguimos en contacto. Nos preguntan dudas y les ayudamos a resolverlas encantados”, apostillan.

El equipo sevillano, también pasó consultas de digestivo e hizo endoscopias para diagnosticar problemas de reflujo, molestias de estómago y úlceras. La médica de Aparato Digestivo del Virgen del Rocío, Virginia Carballo, fue la referente en esta especialidad. Conocía el terreno. Había hecho voluntariado social en orfanatos de África. Nunca cooperación sanitaria. La experiencia la ha marcado. “Hay mucha enfermedad digestiva que, por sus escasos medios, se queda sin diagnosticar. Es crucial poder determinar lo que necesita nuestra especialidad allí. Eran muchos pacientes a demanda. Todos los días de 8:00 a 22:00 y con la sensación de no dar abasto”, detalla.  

Los cirujanos Victoria Durán y Felipe Pareja, durante una cirugía, junto al personal sanitario mauritano.
Los cirujanos Victoria Durán y Felipe Pareja, durante una cirugía, junto al personal sanitario mauritano. / H. U. V. R.

Por su parte, los oftalmólogos han detectado y operado muchísimas cataratas, devolviendo la vista a una decena de personas y atendido problemas de visión como miopía, astigmatismo y presbicia que, si bien en España se resuelven con gafas, aquí no estaban detectados y ocasionaban otras molestias y problemas de salud. A la enfermera de la UGC Cantillana de Atención Primaria, Alegría González, no le salen las palabras para describir el agradecimiento de los lugareños tras lo que consideraban “una especie de magia”. “Entraban sin ver y salían viendo”, destaca la enfermera.

El intenso ritmo de trabajo no fue lo único exigente de la expedición. Lidiar, por un lado, con un equipo sanitario local, a veces “reacio” y “desconfiado” de las habilidades de un equipo de fuera en sus instalaciones; y, por otro, hacerlo en unas condiciones climatológicas “extremas” y un “difícil acceso a los recursos de salud”. 

Respecto a lo primero, los integrantes de la misión coinciden en que, aunque no fue un camino fácil, lo superaron “con nota”. “Me terminaron llamando para tomar el té con ellos, que allí es un acto de hombres y me hicieron sentir una más. Hemos superado barreras culturales, idiomáticas y hasta religiosas. Llevo 15 años trabajando con gente que no me cuida como me llegaron a cuidar allí”, indica Alegría. “Pasamos de un principio en el que todo era un tiro y afloja, todo era muy complicado con el personal local, a ir poco a poco viendo cómo todo fluía, se hacía fácil y conformamos un equipo totalmente integrado hasta el punto de que ya estamos preparando la campaña del año que viene con el compromiso del personal local”, añade la cirujana Anabel García. “La clave fue hacerles ver, con nuestro trabajo, que sólo íbamos a colaborar y que no éramos los responsables de que las cosas salieran bien. Fue muy bonito ver cómo todo eso se transformó por un objetivo común que era el paciente”, agrega la doctora Durán.

Una de las formaciones al personal local en el uso de material quirúrgico.
Una de las formaciones al personal local en el uso de material quirúrgico. / H. U. V. R.

Han pasado tres meses. En la retina quedan momentos duros, como una intervención de hemorroides complicada a un joven hemofílico que, por su desesperación por ser intervenido, ocultó este padecimiento por el que se negaban a intervenirlo los cirujanos mauritanos, o el niño que atropellaron en la misma puerta del hospital donde trabajaban, que los mantuvo en vilo durante buena parte de la misión. También fue duro aceptar cómo las mujeres asumen enfermedades y engordan para cumplir el canon de belleza. Pese a todo, echando la vista atrás, a todos les han quedado ganas de más. 

Y es que, la cooperación “engancha”, afirma espontánea la radióloga Mercedes García. Acudía a esta comisión con una experiencia previa en cooperación de emergencia en Turquía tras el terremoto. Volverá a repetir, pero mientras, desde aquí, sigue ayudando. “Estoy intentando formar un equipo de radiología con técnicos y radiólogos para poder ir a formar a gente allí”, afirma. También se ha quedado con ganas de volver su compañero José Porfirio. “Era algo que he querido hacer desde que acabé la carrera y ahora vi que era el momento”, afirma. Aún impactado por lo que allí pudo ver, lo tiene claro. “Hemos visto personas esperar tres días en la puerta de un hospital para que te vea un médico. Eso es muy duro. Yo no quería hacer turismo humanitario y el proyecto continuado de esta ONG es muy bueno y ha cumplido mis expectativas”, sostiene.

Para los cirujanos también ha sido “toda una experiencia”. No tanto desde el punto de vista quirúrgico, como desde el humano. “Hay personas desvalidas de medios y, prácticamente, de acceso a una atención médica, tanto pública como privada, con muchas limitaciones de personal, de medios, de cuidados posteriores... Se te parte el alma”, valora Felipe Pareja. “Aquí damos por hecho que las cosas salen bien y allí es todo lo contrario. Es un estímulo pensar que hay que volver a continuar lo que hemos empezado. A afrontar situaciones con una visión a largo plazo”, añade la cirujana Anabel García.

A las enfermeras María Fernández y Alegría González les ha servido para crecer profesionalmente. “He sentido la enfermería como algo muy central. Un nexo de toda la asistencia que se prestaba”, afirma Fernández. Pero también personalmente. “Siempre he tenido muy desarrollado el sentido de la justicia. De pequeña no podía ver las noticias en las que salía mucha pobreza. Nos regalaban pulseras que habían hecho personalmente para regalarnos por prestarles una asistencia médica gratis, cosa que no tienen”, añade. “Hay gente a la que he querido en doce días”, agrega Alegría.

Tampoco olvidarán la experiencia Manuel Peña y José Antonio Marín. Ajenos al mundo sanitario, uno ingeniero industrial y el otro maestro, se embarcaron en esta aventura animados por sus parejas, que sí formaban parte del equipo médico. Cuentan que intentaron “sumar en todo”. Encontraron su sitio. Ayudaron en el triaje, en la logística del material o reposición de sábanas y toallas. La incertidumbre pronto se tornó en “energía por ayudar en todo”. “Todo ha sido positivo”, afirma Peña. “Nos ha hecho ver que existe una realidad paralela a la que nosotros vivimos aquí a diario”, sentencia Marín.

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