Sevilla tiene una Feria y Málaga dos

Calle Rioja

Trayecto. Un viaje sentimental por las dos provincias, unidas por el rock de Silvio y por el pacto de Antequera que once partidos firmaron con el liderazgo moral de Fernández Viagas

María, una lugareña, en la playa de Benalmádena con el castillo de Bil-Bil al fondo.
María, una lugareña, en la playa de Benalmádena con el castillo de Bil-Bil al fondo. / D.S.

28 de agosto 2024 - 06:59

Ana es del Cerro del Águila y de niña descubrió con su familia el encanto de Benalmádena. Ha cambiado mucho este municipio de la Costa del Sol fundado en 1791, dos años después de la Revolución Francesa, por un italiano llamado Félix Silesio que tiene una estatua en el corazón de la villa. Ana sigue veraneando en el mismo sitio, aunque haya cambiado mucho. Ya no están los dos hitos de Dinamarca: un hospital para residentes de ese país o el parque de Atracciones Tívoli al que todos los años iban a actuar Los Morancos. El chiringuito Molière salió ardiendo y cuando lo reabrieron le cambiaron el nombre. El dramaturgo francés da nombre a un concesionario de vehículos que se encuentra en la carretera de Málaga.

Aunque Sevilla es limítrofe con Málaga, sus destinos playeros tiran más para Cádiz y para Huelva. Pero son provincias hermanas con núcleos fronterizos como La Roda de Andalucía, donde nació el rockero Silvio, o Martín de la Jara, el pueblo que con sus jornaleros sale en la foto de Pablo Juliá en la portada del libro sobre la Transición en Andalucía. En Humilladero gustaba de refugiarse Julio Anguita teniendo como huésped a Antonio Romero, el activo diputado andaluz del Partido Comunista que llegó a ser candidato a la Alcaldía de Málaga.

Un grupo de amigas sevillanas entre las que hay una malagueña, en plena Feria de Málaga prefirieron escaparse a la Feria de Bilbao. Fueron a los toros y les llamó la atención la cantidad de juventud que acudió la tarde que toreaba el peruano Roca Rey. Al fin y al cabo, la Feria de Abril de Sevilla la fundó un bilbaíno, el naviero José María de Ybarra García de Caviedes, que además llegó a ser alcalde de Sevilla. Con Narciso Bonaplata, que tiene calle en Sevilla, pero a diferencia de su socio su estirpe no tiene caseta de Feria.

Antequera estuvo a punto de ser la capital de Andalucía. Lo fue simbólicamente en el pacto suscrito entre once partidos políticos con el liderazgo moral y político de Plácido Fernández Viagas. Estepa es la cuna del político que le sucedió en la Presidencia de la Junta de Andalucía, Rafael Escuredo, que después de la política se reinventó como abogado y como novelista, el primer socialista que ganó unas elecciones desde la República. Osuna tuvo y ha vuelto a tener Universidad. Su plaza de toros la diseñó Aníbal González y fue escenario de uno de los capítulos de Juego de Tronos. El ursaonense Álvaro Moreno abrirá pronto nueva tienda en la céntrica calle Tetuán, donde deja constancia de “gloria a Dios”. Osuna sale tres veces en el Quijote y en esta ciudad, agrociudades las llama el antropólogo Salvador Rodríguez Becerra, nació el cervantista Francisco Rodríguez Marín.

Moriscos es el hermoso topónimo de los nacidos en La Puebla de Cazalla. El cimborrio de su iglesia tiene la majestuosidad de las de Miguelturra, San Martín de Frómista, en Palencia, o la desacralizada iglesia de San Luis de los Franceses. La patria de dos parejas de hermanos muy ilustres: los Reina Palazón y los Moreno Galván. Marchena es la patria de Pepe Marchena, el señor del cante. Y también de gente de tanta enjundia como Braulio Medel, Paco Casero, el jornalero ecologista, o el periodista Ignacio Camacho. Cuando vas en el tren o en el coche y pasas por estos lugares les pones nombre y apellidos aunque sabes que la historia la escriben los que nunca salieron en los libros. Como ese analfabeto de La ceniza de la vida de Josep Pla, Hermós, un marinero con el que el escritor del Ampurdán hace un viaje en barco desde Palafrugell hasta Colliure en los últimos meses de la Primera Guerra Mundial. Dice Pla que su amigo era tenido por persona muy importante porque sabía hacer muchas cosas y las hacía todas muy bien: cocinero, cochero, pescador, conversador.

Sevilla tiene una Feria y Málaga tiene dos. Los espetos son esculturas impresionantes. En el chiringuito Saint-Tropez, el primero de los Mellizos (tuvo más suerte el nombre que Molière) parecen miniaturas de menhires o partituras de una sintonía de música con el Mediterráneo de fondo. Los Mellizos son dos parejas de hermanos que se han convertido en embajadores de la Costa del Sol. Lugar fundamental de este municipio por el que descubrió España, su gran pasión, el hispanista Paul Preston. El alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, le ha dado un ultimátum a los cocheros de caballos para que pongan fin a su actividad, por supuesto maltrato a los equinos sin considerar el que se la haga a los cocheros de estos vehículos. En Sevilla la música de estos carruajes es tan consuetudinaria como la de las campanas. Entre esta bula contra los caballos y la bula antitaurina del alcalde de Badalona, Raúl Albiol, que ha prohibido la instalación de una plaza de toros portátil en su localidad (o ha asumido la prohibición en toda Cataluña), los complejos de estos alcaldes del PP van a terminar convirtiendo a Sevilla en reserva espiritual de Occidente.

Que haya toros en Bilbao o en San Sebastián es una heroicidad. En Donosti los prohibieron pero revirtieron esa medida. Cuando Unamuno regresa del exilio por la orilla del Bidasoa en 1930 aparecen carteles de toros en la plaza de San Sebastián. Y sus biógrafos cuentan que la manifestación de republicanos y socialistas que celebraban su regreso coincidió con la salida del estadio de aficionados que habían presenciado un partido Real Unión de Irún-Real Madrid de la primera temporada de Liga.

Ana, la vecina del Cerro del Águila, sigue conservando las mismas amistades que antaño en Benalmádena. Ahora se aloja en la casa de Ana y Jacinto, dos malagueños que emigraron a París, donde nacieron dos de sus tres hijas. En este municipio que se modernizó con Enrique Bolín en la Alcaldía hay tres niveles: Benalmádena Pueblo (donde están la piscina municipal y el cementerio, también el mariposario y el centro budista), Arroyo de la Miel (referencia al arroyo Cao cuyas aguas bajaban de la montaña) y Benalmádena Costa, que con sus hoteles de muchas plantas es como una metáfora de la torre de Babel. El sur y el norte mezclados en un esperanto de sardinas y hamacas.

Arroyo de la Miel es la patria chica del bético y ex sevillista Isco, de la cantera del Benamiel (cinco Copas de Europa con el Madrid) y el municipio tiene una calle para Gandhi. El Parque de las Palomas es el corazón del municipio. Ya no hay gallos que perturben el sueño de los turistas y noctívagos. Hay otra música en este pueblo: la del tren de Cercanías que une Málaga centro con Fuengirola. Había un proyecto para que llegara hasta Marbella y una quimera para extenderlo hasta Algeciras porque a Sevilla desde Málaga se puede ir también por las playas de Cádiz, peaje de lujo en Sotogrande. Con los nuevos vuelos a Estambul desde el aeropuerto de San Pablo, y tenemos la canción de Serrat completa. Y el mar de Málaga que en un capítulo del Quijote sitúan en Osuna.

Sevilla tiene una Feria y Málaga dos. Silvio unió las dos provincias como coloso de La Roda. Alfonso XIII, que tantas veces vino a Sevilla para inspeccionar los trabajos de la Exposición del 29, inauguró el Caminito que lleva su nombre, una obra de ingeniería que empequeñece las aventuras de Indiana Jones.

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