Sevilla despertó del sueño olímpico y se puso a hacer deporte

La quijotesca candidatura a albergar unos Juegos prologó una eclosión de eventos puntuales de primer nivel y el crecimiento de citas periódicas como el Maratón

Granollers, Verdasco, Nadal y Ferrer, con Feliciano López detrás del balear, festejan la conquista de la Copa Davis en 2011.
Granollers, Verdasco, Nadal y Ferrer, con Feliciano López detrás del balear, festejan la conquista de la Copa Davis en 2011. / Antonio Pizarro

Sevilla/Alejandro Rojas-Marcos, ex alcalde de Sevilla y gran muñidor del sueño olímpico, ha quedado para la historia como una suerte de Quijote, clavel en la solapa, que acabó descabalgado por un cercano hidalgo madrileño en la búsqueda de traer a la capital andaluza los cinco aros. El de la fama, el de la modernización, el de la prosperidad, el del cosmopolitismo... y el de la eternidad. Cuando Diario de Sevilla llegó por primera vez a los quioscos, ese clavel del logo de la candidatura sevillana aún formaba parte del paisaje urbano de la ciudad. De hecho, Sevilla se aprestaba a organizar un evento que, cuando le fue concedido, se tomó como un magno ensayo para el mayúsculo reto de albergar unos Juegos: el Campeonato del Mundo de atletismo al aire libre.

Ese 28 de febrero del 99 que vio la luz el número 1 de este diario, el Estadio de la Cartuja aún bullía de operarios con casco tratando de ganarle tiempo al tiempo. Y el 5 de mayo, el rey Juan Carlos y la reina Sofía inauguraron, como siete años antes hicieron en la Expo, el imponente estadio cartujano. Fue con un amistoso de fútbol entre las selecciones de España y Croacia. Davor Suker inscribió su nombre como primer goleador allí y remontaron los españoles. Luego, otro ensayo con la final de Copa entre Valencia y Atlético de Madrid que cerró esa temporada.

Ya el 20 de agosto, llegó la prueba del algodón con la inauguración del Mundial de atletismo. La seguridad, un polo de primerísima importancia para las federaciones internacionales junto al buen trato a los patrocinadores, quedó en entredicho ya en la misma gala de apertura con la intromisión de una giraldilla abertzale, inmiscuida en el escenario con la leyenda “Repatriation bask prisoners”. El tiempo ha convertido en graciosa anécdota el fallo de seguridad, pero en su momento, gracia no tuvo ninguna: un año antes, en enero de 1998, los etarras habían asesinado en la calle Don Remondo a Alberto Jiménez Becerril y a su esposa, Ascensión García Ortiz; y un año después de esa ceremonia inaugural, el 16 de octubre de 2000, el mismo grupo terrorista asesinó en su consulta al otorrinolaringólogo y coronel de Aviación Antonio Muñoz Cariñanos.

No obstante, ese surrealista episodio del prólogo dio paso a una semana larga de apasionantes capítulos atléticos. Por encima de todos, el récord del mundo de los 400 metros lisos que firmó el estadounidense Michael Johnson: 43 segundos y 18 centésimas tardó en darle la vuelta a una pista que luego, con los años, lucía parcheada, cuarteada y víctima de los jaramagos para vergüenza de esos mismos sevillanos que vibraron con la entrada triunfal de Abel Antón en la final mundial del maratón.

Un gigantesco mausoleo

La Cartuja llegó a convertirse en un mastodóntico mausoleo donde reposaba, ya muerto, el sueño olímpico. Con las diferentes autoridades políticas silbando y mirando para otro lado entre los fracasados intentos de que el Sevilla Fútbol Club y el Real Betis Balompié se mudaran a la vera de Santiponce. Hasta que las finales de fútbol y los grandes conciertos le han devuelto a la vida poco a poco. El 21 de mayo de 2003, abrieron el turno el Oporto y el Celtic de Glasgow en una final de la Copa de la UEFA muy entretenida antes, durante y después del partido, que ganaron los lusos en la prórroga.

La ciudad acogería 19 años después otra final de la UEFA, ya renombrada como Europa League. Fue en el Ramón Sánchez-Pizjuán en honor al que ya, en 2022, se había erigido como el gran dominador de la competición con sus seis títulos: el Sevilla Fútbol Club. La final de Nervión la conquistó en los penaltis el Eintracht de Fráncfort, que curiosamente, una temporada después, le entregó el trofeo a los sevillistas en Budapest por su séptima conquista.

El impulso deportivo definitivo llegó con el acuerdo entre la Junta y la RFEF para que Sevilla acogiera la final de Copa durante un periodo. Tras el Valencia-Barcelona en el Benito Villamarín de 2019, el estadio cartujano ha albergado las finales de 2020, 2021, 2022, 2023 y 2024, y también acogerá la de 2025. De momento...

De forma paralela, la selección española ha vuelto al calor del número 12 para jugar partidos oficiales de la Eurocopa 2020 o de la Liga de Naciones. Como también las flamantes campeonas del mundo.

Las dos Copas Davis

La Cartuja, en su afán de abrir sus puertas, también readaptó sus inmensas gradas para que el tenis español añadiera dos Ensaladeras de Plata a su palmarés, la de 2004 ante Estados Unidos y la de 2011 ante Argentina. Dos citas de un enorme calado internacional que le dieron mucho vuelo a la ciudad y que le abrió los ojos a los políticos: sí, el deporte de primer nivel atrae gente e inversión. Esa vocación de levantar el dedo para ofrecerse a organizar ha proyectado internacionalmente la imagen de una ciudad que hoy es un potentísimo foco de atracción para el turismo. Y también, por qué ocultarlo, ha conllevado a menudo un alivio para las federaciones internacionales en su búsqueda de sedes. Sevilla fue sede en el Eurobásket 2007 y el Mundial de 2013 de balonmano.

En ambos casos, ofreció su pabellón de San Pablo, donde el Club Baloncesto Sevilla, vulgo Caja San Fernando, jugó su segunda final de la ACB en 1999, ante el Barcelona, antes de enfilar un camino tortuoso que lo llevó al filo del desfiladero antes de que el Betis le tendiera la mano. Hoy, el Betis Baloncesto, después de tres descensos, dos de ellos consumados, trata de reverdecer, nunca mejor dicho.

Este siglo XXI también ha contemplado la consolidación internacional de dos pruebas nucleares en el calendario anual del deporte sevillano: el Cross de Itálica y el Maratón. 

Los mejores especialistas del momento acuden tanto al hermoso circuito romano como al plano trazado de 42,195 kilómetros por la ciudad, a menudo bajo un clima suave. El festivo ambiente del bello decorado hace el resto. Ese imán que supone esta carrera internacional de primer nivel para animar las pernoctaciones y las consumiciones es el mismo que impulsa la economía local con las carreras (Medio Maratón Sevilla-Los Palacios, la Nocturna del Guadalquivir...), un fenómeno de lo más saludable que ilumina este cuarto de siglo.

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