"Tras años de sequía, vamos a retomar los trabajos arqueológicos en Itálica"
Pilar león-Castro. De la real academia de la Historia y catedrática de Arqueología
Discípula de Blanco Frejeiro, descubridora del Traianeum y experta en escultura antigua, esta arqueóloga e historiadora es una referencia para los jóvenes investigadores en la materia
-¿Por qué la arqueología?
-Porque a mí me ha atraído siempre la historia de la cultura, cómo el hombre ha desbrozado el problema de la existencia. En este sentido, ya desde muy joven pensé que la Antigüedad poseía claves muy importantes para entender otros periodos históricos como el Renacimiento, el Barroco o el propio siglo XX. Además, me gustaban mucho las lenguas clásicas y, sobre todo, me encontré con un arqueólogo de una gran categoría: mi maestro Antonio Blanco Frejeiro. También con otros como Juan de Mata Carriazo o Agustín García Calvo...
-Blanco Frejeiro, uno de los grandes arqueólogos e historiadores españoles del pasado siglo...
-Sí, él nos enseñó que la arqueología era mucho más que las tejoletas, los tiestos, las piedras, etcétera y nos propuso una arqueología científica, seria, rigurosa, pulcra y culta. Aquello era deslumbrante... Ver el mundo clásico enlazando con el Renacimiento, con Las Meninas, con los grandes cambios actuales.
-¿Cómo era Blanco Frejeiro?
-Era un hombre de escuela, discípulo del renovador -por no decir fundador- de la arqueología científica española, Antonio García y Bellido, discípulo a su vez del gran José Ramón Mélida, el excavador de Mérida y director del Museo Arqueológico Nacional. Blanco tuvo la oportunidad de salir desde muy joven al extranjero y tanto en Oxford, de dónde volvió completamente transformado, como en Bonn trabajó con los grandes del momento. Tenía unas dotes personales extraordinarias en todos los sentidos: su presencia física, su voz, su elocuencia en el aula...
-Es algo que hoy se prefiere obviar, pero la personalidad y el estilo de los maestros son muy importantes. El buen pedagogo es un seductor.
-Exacto, los buenos maestros son seductores a través de la palabra y del pensamiento. La transmisión del conocimiento es oral... Lo dijo Sócrates y va a ser así hasta el final de los días. Naturalmente, hoy en día hay que tener muy presente las nuevas tecnologías, pero el tú a tú entre el maestro y su discípulo no se perderá jamás.
-Schliemann descubrió Troya; Borchardt, el busto de Nefertiti; Presedo, la Dama de Baza... Ya sé que esta visión romántica no le gusta a los arqueólogos modernos, pero ¿de qué descubrimiento se siente más orgullosa?
-En los años 70, cuando dirigía las excavaciones de Itálica, tuve la fortuna de encontrar un monumento excepcional, un inmenso recinto de culto dedicado a los grandes emperadores de origen italicense. Era la ruina de un expolio, pero afortunadamente la arqueología permitió recuperar la imagen que este gran santuario tuvo en la antigüedad.
-¿Se refiere al famoso Traianeum?
-Exactamente, el Traianeum. Sin embargo, vamos a someter las conclusiones de entonces a una revisión. A principios de los años ochenta, cuando hicimos la publicación sobre las excavaciones, llamamos a este templo, quizás muy categóricamente, Traianeum de Itálica, porque creíamos que nos encontrábamos un lugar de culto dedicado a Divo Trajano por parte de su hijo Adriano. Ahora, queremos matizar esto y ver si, como ocurrió en Pérgamo, el recinto también estuvo dedicado a Adriano. Desde hace años, yo animo mucho a la gente joven que trabaja conmigo a que revise esta cuestión.
-Itálica es uno de los principales atractivos turísticos de la provincia de Sevilla. Sin embargo, da la impresión de que, en los últimos años, no se le ha dado la importancia científica y arqueológica que tiene.
-Tiene usted razón y es una pena enorme. Pero, después de años de sequía y desengaño, vamos a retomar los trabajos arqueológicos en Itálica. Esto se debe en gran medida a que hay un nuevo director del conjunto, Antonio Pérez Paz -un hombre capaz, muy bien preparado como arqueólogo y como gestor- y una nueva directora del Museo Arqueológico, Ana Navarro, que le ha dado un nuevo rumbo a esta institución. La Junta de Andalucía, finalmente, ha aprobado y dotado un proyecto de excelencia que dirijo y que cuenta con un equipo de expertos nacionales y extranjeros muy importante. Gracias a éste, en Itálica se ha puesto en marcha un nuevo cauce de investigación muy moderno, muy actual, que abre unos retos científicos completamente nuevos.
-¿En qué consiste exactamente este proyecto, qué se va a excavar?
-Básicamente, entre septiembre y octubre vamos a retomar las campañas de prospecciones geofísicas y de georrádar que tuvieron un gran éxito en los años 90. Sin mover un ápice de tierra, queremos acabar de saber qué pasa en el subsuelo del yacimiento, en lo que llamamos las ruinas, la nova urbs, no en Santiponce, donde estas técnicas no se pueden aplicar. A partir de los resultados que se obtengan, tocaremos lo que se pueda: dos o tres intervenciones puntuales.
-¿Algún enigma que le gustaría resolver especialmente?
-Sí, pero ese enigma no se encuentra en la nova urbs (ciudad nueva), sino en la vetus urbs (ciudad vieja), debajo de lo que actualmente es Santiponce. Me gustaría poner en pie qué fue la plaza monumental que hay a la espalda cimera del Teatro de Itálica, el lugar de donde provienen gran parte de las grandes esculturas que actualmente se encuentra en el Museo Arqueológico.
-¿Cuál es su teoría?
-La hipótesis más plausible es la que ha elaborado Álvaro Jiménez, quien cree que se trataría de una plaza que albergaría otro gran lugar de culto.
-Ha mencionado ya el Museo Arqueológico. A muchos nos da la sensación de que es una de las cenicientas de la cultura en Sevilla. Hubo mucho bombo y platillo con un proyecto de renovación integral que, por ahora, se ha quedado en nada.
-Lo del Museo Arqueológico de Sevilla es para echarse a llorar. Podría ser uno de los grandes museos del mundo en escultura y mosaicos, pero... Requiere tiempo y dinero. Yo creo que la nueva directora va a ser muy importante en este sentido.
-Pasemos a hablar de arte antiguo...
-Es mi especialidad: la Historia del Arte proyectada a la antigüedad clásica.
-De hecho, su discurso en la Real Academia de la Historia se tituló Ejemplaridad del arte griego. En él defiende que éste es lo que un inversor de bolsa actual llamaría un valor refugio. ¿Por qué?
-Porque tiene un prestigio bien ganado. El arte griego no es un bluf, sino algo que se acrisoló poco a poco, que progresó evolutivamente y que acabó cuajando en una realidad extraordinaria.
-En la península ibérica apenas se encuentran grandes obras de arte griego...
-Muy poco, los fenicios dificultaron mucho los asentamientos griegos. Lo que hay sobre todo es lo que llamamos artes menores: cerámica, bronces... Cosas que los mercaderes traían y llevaban. Eso sí, encontramos el reflejo del arte griego en el arte local.
-¿Por ejemplo?
-En la Dama de Elche. La influencia griega se deja notar en su serenidad, en su autodominio, en el sofrosyne, como dirían los griegos. También en todo el aparato que la señora lleva encima.
-Hijo del arte griego es el arte romano, del que sí encontramos grandes ejemplos en la Península Ibérica y, en especial, en Andalucía.
-Para verlos no hace falta salir de Sevilla. En el Museo Arqueológico hay verdaderas maravillas: la Venus de Itálica -con su componente alejandrino u oriental-, el Hermes o Mercurio, la Diana...
-Algunas de estas piezas permanecen en Sevilla casi de milagro.
-Sí, hubo un intento de llevarse a Madrid toda la gran escultura italicense que descubrió don Francisco de Bruna en del siglo XVIII y que, en un principio, se exponían en el Alcázar. Afortunadamente, las buenas mañas de Bruna con los políticos madrileños impidieron esta operación.
-También hubo intentos mucho más recientes.
-Exacto, cuando apareció la Venus de Itálica en los años 40. Romero Murube fue uno de los que intervino para evitar que se llevasen la escultura a Madrid. Aquel descubrimiento fue un impacto para Sevilla... Aquella señora emergiendo de la tierra... Hubo una especie de certamen poético.
-El arte romano es, en gran parte, una recreación del griego. Sin embargo, hay un campo en el que roza la perfección: el retrato.
-Sí, el arte romano retrata al individuo concreto -no al tipo, como hacían los griegos- con un sentido psicológico y una habilidad técnica sin parangón. Será el modelo posteriormente del retrato renacentista.
-¿Y por qué ese interés de los romanos por el retrato?
-Como decía Blanco Frejeiro, porque tenían un gran respeto por la crónica biográfica. El individuo tiene valor cuando tiene una experiencia, una trayectoria, cuando posee un poso dentro de sí importante para su transmisión. Por eso los romanos empezaron siendo muy aficionados al retrato del individuo viejo, del hombre hecho. Después habrá un momento de inflexión en la época de Augusto, en el que lo juvenil y desenfadado se pone de moda.
-¿Algunos de estos retratos le ha llamado especialmente la atención?
-En Córdoba hay uno de un viejo que, cuando lo veo, sé que sufrió los horrores de la guerra civil entre cesarianos y pompeyanos... Tiene un signo de dolor, de convulsión... Incluso el pelo, muy corto y pinchoso... Es la imagen de un periodo de conflagración y complicaciones.
-Impresionante, dígame alguno más.
-Otro viejo que se encuentra en el museo de Jerez y que probablemente sea del periodo de Augusto. Es la expresión de la superación de esos conflictos. Parece decir: "Ahora es el momento de la pax romana y yo, que soy viejo y tengo una carga de escepticismo y de humor a la griega, voy a seguir viviendo".
-Usted ha estudiado también algunas de las mejores colecciones sevillanas privadas de arte romano...
-Sí, la del Marqués de Aracena, la de la Condesa de Lebrija y, más tangencialmente, la de la Casa de Pilatos, que es la colección por excelencia. Cuando daba clases en Córdoba se me ocurrió la idea de hacer una exposición con las colecciones privadas de familias de la ciudad... ¡Lo que aquello hubiese sido! No se lo puede ni imaginar... Finalmente no lo propuse debido a los miedos y los resquemores. Hasta hace poco, uno de los mejores retratos de Augusto de la Bética, que actualmente se encuentra depositado en el Arqueológico, estaba en una colección particular de Lora del Río... La familia Miura también tiene una colección excepcional, porque probablemente la finca Zahariche fue en su día una villa romana.
-Pese a la tentación demagógica, lo cierto es que gracias a esos coleccionistas privados se salvaron muchas piezas.
-Puede estar usted seguro. Gracias a la Condesa de Lebrija, por ejemplo, se salvaron una gran cantidad de mosaicos que iban a desaparecer, lo cual desesperaba a Demetrios de los Ríos. Hoy en día los podemos ver en una colección que está abierta al público.
-Usted estuvo 20 años enseñando en la Universidad de Córdoba, ¿Cree que es la ciudad más romana de Andalucía?
-Sin duda alguna, con esas palabras la define Ramón Pérez de Ayala: "Córdoba es la más romana de nuestras ciudades". El nombre lo dice todo: Patricia Corduba, la ciudad de los patres, del Senado. Es un modelo de romanidad extraordinario.
-Precisamente, usted hizo su tesis doctoral sobre la figura de Séneca el Viejo, padre del Séneca más conocido. ¿Cuál es su interés?
-Vivió mucho más tiempo en Córdoba que su hijo. Era un personaje extraordinario que perteneció a la orden ecuestre, es decir, que no estuvo al nivel social que consiguió para sus hijos. Aun así, tuvo muy buena formación desde niño y su gran modelo fue Cicerón. Trató a todos los grandes de la época comprendida entre el final de la República y el comienzo del Principado: Asinio Polión, Pocio Latrón, Junio Galio… En sus obras Controversias y Suasorias da una visión de aquel mundo. Escribió una Historia que debió de ser muy interesante para analizar la época de las guerras civiles, pero los autos de fe que se llevaron a cabo en épocas de Augusto y, sobre todo, de Tiberio acabaron con ella... Como con otras tantas.
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