Sevilla beberá agua del estuario del Guadalquivir si no llueve de aquí a enero
Sequía
La red de toma, bombeo y canalización está construida, y es la misma que la de la sequía de 1995
Emasesa recalca que el plan es diferente de la sequía de los 90 porque entonces se cogió agua del río de la presa de Alcalá y no se depuraron los residuos sobrantes
"En el estuario tenemos una fuente inagotable de agua. Es una masa de agua que se alimenta directamente del mar y llega a Sevilla con una salinidad menor", declara el consejero delegado Palop
¿Qué restricciones hay activas en Sevilla por la sequía?
Las reservas de agua para Sevilla y su área metropolitana están cayendo más y más debido a una de las peores sequías en 30 años. En julio entraremos en emergencia por sequía "sin cortes en el abastecimiento de agua" gracias a que Emasesa lleva cinco años, desde 2019, gestionando en clave de sequía, fomentando el ahorro en el consumo y extendiendo el control digital de la red hasta los hogares. El problema es que en octubre quedará agua solo para 10 meses, si no cae una gota. Por eso hay que planificar alternativas que no supongan cortes de agua potable en la red.
"Tenemos miedo de que no llueva. Si llegamos a enero sin lluvia ¿de dónde sacamos agua?", detalla Jaime Palop, el ingeniero y consejero delegado de Emasesa. Los técnicos han determinado que la mejor opción es sacar agua del estuario del Guadalquivir.
Si no llueve entre octubre de este año y enero de 2024, Emasesa tendrá que activar el plan para beber agua del estuario del Guadalquivir. La red de toma, bombeo y canalización está construida, y es la misma que la de la sequía de 1995, que habría que actualizar. En enero comenzaría a construirse la potabilizadora, puesto que, sin llover ni una sola gota, en enero aún quedaría un año de agua en los embalses.
La filtración de ese agua del estuario se hará mediante una membrana especial en la planta de El Carambolo, y luego se mezclará esa agua pura con la de los embalses para que pueda beberse, mientras los materiales sobrantes irán a la depuradora de aguas residuales para cumplir con la autorización de vertidos. El agua del estuario es la que discurre en el último tramo del Guadalquivir (a lo largo de 100 km) que recibe agua del mar, mientras el río propiamente va desde la presa de Alcalá hasta aguas arriba.
"En el estuario tenemos una fuente inagotable de agua. Es una masa de agua que se alimenta directamente del mar y llega a Sevilla con una salinidad menor, de 1,5 a 5 gramos de sal por litro, frente a la salinidad del mar de 35-38 gramos de sal por litro", detalla Jaime Palop.
"Coger agua del estuario blindaría el abastecimiento de Sevilla de cara al futuro. No se va a gastar el agua. Seríamos como Málaga, Alicante, Cartagena, Barcelona, ya que tendríamos una fuente inagotable de recursos", precisa el ingeniero.
Ese plan se dirige a evitar a toda costa cualquier corte de agua para los 1,4 millones de habitantes de Sevilla y su área metropolitana que se abastecen de Emasesa y Aljarafesa.
Inversiones estatales. Este plan de uso del agua del estuario requiere unas inversiones que el Ministerio para la Transición Ecológica ha dejado claro que va a financiar y así lo ha publicado en el BOE de 12 mayo de 2023: Actuaciones prioritarias en las cuencas afectadas por la sequía, donde se especifica para la Demarcación del Guadalquivir el proyecto de "mejoras de los tratamientos de agua de las estaciones de las estaciones de agua potable de Sevilla, Aljarafe y Plan Écija". Sobre el detalle de esta inversión, el tipo de tratamiento que se aplicará para la filtración y el plazo para ejecutarlas, Emasesa asegura que aún no puede concretarse.
Sacar agua del estuario tiene importantes diferencias respecto al plan de la sequía de los 90, cuando se bebió agua del río, obtenida de aguas arriba de la Presa de Alcalá del Río. Ahora no se trataría de beber agua del río propiamente, como sucedió en los 90, sino del último tramo del Guadalquivir (a lo largo de 100 km) que recibe agua del mar, explica Palop.
Este es el proceso de tratamiento del agua del estuario para beber. "Hay que poner una membrana para hacer pasar el agua por esta, de la que resulta un agua pura que hay que mezclar con agua del embalse para que sea apta para beber. La materia de rechazo de esa agua filtrada va directamente a la depuradora de aguas residuales y de ahí se vierte al cauce, con lo que no hay afección al medioambiente", detalla el consejero delegado.
La captación del agua del estuario se realizará a la altura del Rivera de Huelva con el Guadalquivir.
Hay varias diferencias con el agua del río que se cogió en la gran sequía anterior. "Esto nunca se ha hecho en Sevilla", explica Palop. La diferencia es que el agua del río que se captó en los 90 no tuvo el procedimiento de pasar el agua de rechazo por la estación depuradora, por lo que incumplía la autorización de vertidos. Hace 30 años se devolvió al río directamente el agua de rechazo con sus elementos contaminantes "porque no teníamos la capacidad de tratar el agua". Ahora sí se cumplirá el tratamiento de vertidos gracias a "la capacidad de tratamiento del agua que hay". La naturaleza del agua es otra diferencia: agua del estuario, no del río.
Ese tratamiento de los residuos del agua sobrante se hará en la estaciones depuradoras de San Jerónimo o de Palomares. En la planta del Copero no pueden tratarse los restos sobrantes del agua del estuario porque requiere un sifón especial en la zona del Guadaíra, una obra que Dragados no pudo hacer en su día y debe volver a licitarse y adjudicarse.
"Si llueve de aquí a enero sería cuestión de plantearse si hacemos este plan de cara a la siguiente sequía", aclara el ingeniero.
"Esta sequía puede dejar en pañales a la de los años 90"
Es la primera vez que Sevilla afrontará una sequía tan dura sin tener cortes de agua en la red, recalca el consejero delegado de Emasesa.
"Cada diez años tenemos una sequía y aprendemos más. Pero esta sequía puede dejar en pañales a la de los años 90. Esta va por cinco años y, si no llueve de aquí a octubre, entraríamos en el sexto año de sequía. Jamás se ha visto aquí una sequía de seis años", avisa Jaime Palop, el ingeniero y consejero delegado de Emasesa, que lleva desde 2019 planificando alternativas para evitar los cortes en el abastecimiento que se han aplicado en sequías anteriores.
Al déficit de lluvias que sufrimos con esta sequía se suma que el agua de lluvia llega mucho menos a los embalses. Llueve de forma diferente, ya que se filtra en la tierra, en lugar de correr por la superficie llegando a los embalses. "Es mayor el déficit de agua que llega a los embalses que el de lluvia sobre el terreno", explica Palop.
Con cada sequía se ha construido un nuevo embalse. El último que se incorporó a la red fue Melonares. El primero fue La Minilla, luego Aracena, Zufre, El Gergal y Melonares. El de Cala era privado, de Sevillana Endesa, y se adscribió a Emasesa.
¿Por qué no se construye un nuevo embalse? "Sería gastar dinero en una nueva obra para tener la misma agua, y hay que esperar 25 años para que se llene. Eso sería una ruina tremenda", señala Palop.
La complejidad de decretar cortes de agua
Hay que conjugar un equilibrio muy complejo para decretar cortes de agua que afectan a la población. En julio deberíamos tener cortes de agua porque entramos en situación de emergencia, pero Sevilla y su área no tendrán cortes porque van a tirar de las reservas. En 1992, cuando Palop ocupaba la Dirección General de Obras Hidráulicas de la Junta, advirtió de que Sevilla estaba en sequía. Los cortes no se aplicaron porque la ciudad iba a celebrar la Exposición Universal y España debía dar una imagen de primera potencia a nivel mundial. Se siguió usando agua para regar y refrescar la isla. Se fió todo a que llovería. Más de 12 millones de personas en España tuvieron restricciones de agua. De la sequía de los 90 se aprendió que los políticos no podían gestionar la sequía, sino que debía aplicarse un criterio técnico. Esa norma técnica fue el plan especial de sequía y plan de emergencia de sequía.
Cinco años gestionando la sequía
Emasesa lleva trabajando cinco años en medidas para gestionar la sequía.
El ahorro de agua por parte de los hogares ha sido un éxito y ha permitido que los ciudadanos reduzcan al máximo su consumo. El consumo de los hogares prácticamente se ha recortado a la mitad en 40 años. En la sequía de 1980 los sevillanos gastábamos 194 litros por habitante al día, cifra que ha ido bajando hasta los 116 litros/habitante/día y el año 2022 se cerró con un consumo doméstico por habitante y día de 109 litros. Este año el consumo llega a 108 litros/habitante/día a día de hoy.
Objetivo 90 litros/habitante/día. El objetivo de Emasesa es lograr un consumo máximo de agua de 90 litros/habitante día en los 1,4 millones de habitantes del área metropolitana. En la actualidad, el 43% de la población está por debajo de esos 90 litros, lo que supone que 60.000 familias cumplen. Palop admite que lo difícil es mantener constante esta cifra.
Digitalización. Para bajar el consumo de agua actual de 108 litros a 90 litros es imprescindible controlar el consumo con contadores digitales. "Bajar de 100 litros a 90 litros requiere tecnología digital", recalca Jaime Palop, consejero delegado de Emasesa. Esto ayudará a corregir en cada hogar los usos del agua sobre la base de los consumos reales de cada familia. Con estos contadores, la previsión de la empresa es duplicar la cifra de viviendas conectadas con contador digital hasta alcanzar las 120.000 familias a finales de este año 2023 y ampliar esta digitalización en 2024 con otras 120.000 familias. El plan es controlar el 60% del consumo en dos años y en otros dos años elevar ese control al 80% del consumo sin subir la tarifa, explica Palop.
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