La segunda cubierta de la Copa Davis acabará en la basura

El Ayuntamiento se plantea gestionar como "residuo" la estructura almacenada hace 9 años y que ha subastado dos veces sin éxito

Lipasam estudia si esta opción puede dejar algún ingreso, después de gastar más de 110.000 euros en su custodia

Montaje de la cubierta para la final de la Davis de 2011 en el Estadio de la Cartuja.
Montaje de la cubierta para la final de la Davis de 2011 en el Estadio de la Cartuja.
María José Guzmán

13 de febrero 2020 - 06:00

Tres gobiernos municipales, dos cubiertas y un gasto de más de dos millones de euros que la ciudad no ha podido reutilizar. La historia de las dos cubiertas adquiridas para la celebración de las finales de la Copa Davis es el relato de un cúmulo de desatinos difíciles de justificar, que los gobiernos que se han sucedido desde 2004 no han sabido gestionar y que no ha hecho más que engordar un episodio de puro chascarrillo. Si la primera cubierta terminó en una chatarrería, más que por un robo por un descuido de quienes debían guardarla, la segunda no correrá mejor suerte, pues acabará igual, en esta ocasión por decisión municipal, tratada como basura.

Tras dos intentos fallidos de subastar la cubierta y recuperar al menos parte del coste de haberla tenido almacenada durante nueve años, el actual gobierno municipal se plantea ahora dos opciones: sacarla de nuevo a licitación de una forma más ajustada, con la esperanza de que alguien puje, algo bastante improbable después de que las dos subastas convocadas en el último año hayan quedado desiertas. La alternativa que ya se estudia es gestionar la cubierta como “residuo”, intentando que ello no suponga ningún coste adicional. Es más, buscando la fórmula para que genere algún ingreso, una operación que está estudiando en estos momentos la empresa municipal de limpieza, Lipasam, según han confirmado fuentes municipales.

En cualquiera de los casos, está claro que la fase en la que ha entrado este expediente municipal conduce hasta un tratamiento residual de la cubierta. Dicho de otra manera, la estructura ya oxidada que se guarda desmontada en un almacén alquilado acabará en la basura, como un residuo inservible y carente de valor incluso para empresas de chatarrería, que han rechazado las propuestas lanzadas por el Ayuntamiento de Sevilla en la pasada primavera y en otoño, cuando la sacó a subasta bajando en sólo unos meses el precio de salida hasta los 101.000 euros, pues en un principio el fin era ingresar 165.000 euros.

El objetivo del gobierno, que no puede regalar el bien, es evitar que su retirada añada costes

No hay quien pague por lo que queda de la cubierta de la Davis de 2011 y, mientras tanto, la situación se agrava, pues el arrendamiento del almacén en el Estadio de la Cartuja, donde permanece a buen recaudo, ha ido sumando una factura media anual de 10.000 euros. Según los últimos cálculos, el Ayuntamiento de Sevilla habría gastado por este concepto más de 110.000 euros.

El culebrón comienza en 2004. El gobierno municipal, la coalición PSOE-IU, acordó adquirir una cubierta para la final de la Copa Davis, un gran evento deportivo que supuso un importante impacto para la ciudad. Cuando concluyó el torneo, la estructura metálica quedó almacenada en un solar de titularidad municipal que gestionaba en ese momento el Club Natación Sevilla. Los responsables de esta entidad solicitaron a un chatarrero que limpiara el solar que utilizaban como almacén, sin saber que allí estaba almacenado el techo de la Davis porque nadie del Consistorio les había informado del asunto. Conclusión: la cubierta, que había costado más de 900.000 euros, terminó despiezada en una chatarrería de Palmete y no fue posible reutilizarla, pese a los intentos del Ayuntamiento. La investigación policial determinó que fue una grave negligencia, más que un robo al uso.

A los errores de otros alcaldes se suma el de Espadas: tardar 3 años en sacarla a la venta

Después de esta traumática experiencia municipal, cuando Sevilla optó de nuevo por acoger la final de la Copa Davis, en 2011, el entonces alcalde, el gobierno del popular Juan Ignacio Zoido apostó por adquirir de nuevo otra cubierta, en lugar de alquilarla, con el argumento de que la inversión, que entonces rondó igualmente el millón de euros, se rentabilizaría en poco tiempo al tratarse de un modelo reutilizable. Pero no tardó mucho en trascender el timo: la cubierta comprada no estaba diseñada para un segundo uso. Aun así, el equipo de Zoido siguió en su empeño de darle una segunda vida. Con el tiempo corriendo en contra, se fueron pidiendo presupusetos y buscando posibles ubicaciones: primero fue el Parque de los Príncipes. Más tarde, los técnicos confirmaron que sólo eran aprovechables algunos tubos y otros elementos desguazados y se anunció la intención de repartir el material por las instalaciones deportivas de la ciudad.

/ Luis Caldevilla

En ese punto, hubo cambio de gobierno municipal y el equipo de Juan Espadas estudió la situación poco después de coger las riendas de la ciudad. En agosto de 2015 el socialista ya tenía claro que la única salida a la cubierta de la Davis era venderla como chatarra. Así, literalmente, lo comunicó la concejal Carmen Castreño y este nuevo episodio en lo que ya era un auténtico culebrón sonó escandaloso. Reutilizarla en cualquier punto era más caro que comprar una instalación nueva. Así lo determinaron los técnicos del Instituto Municipal de Deportes, que no encontraron una oferta que rebajase a menos de 700.000 euros el coste.

No obstante, y a pesar de que los informes técnicos y la voluntad política por quitarse de encima este marrón heredado estaban claros, el primer movimiento para vender la cubierta se produjo en marzo de 2018, tres años después.

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