Le seguían llamando Trinidad

Calle Rioja

Magisterio. El Ateneo reunió a amigos, colegas y discípulos de Morales Padrón en el homenaje que organizó el Hogar Canario de Sevilla para honrar a su 'embajador'.

Le seguían llamando Trinidad
Le seguían llamando Trinidad
Francisco Correal, Sevilla

05 de junio 2012 - 05:03

CHACÓN. Fue la última palabra que Bibiano Torres, americanista, le oyó pronunciar pocos días antes de morir a su colega Francisco Morales Padrón. El profesor canario (Las Palmas, 1923, Sevilla, 2010) se refería al apellido del embajador español que entregó Trinidad a los ingleses.

Nadie había oído hablar de Francisco de Saavedra, sevillano de América, "como el propio Morales Padrón". El símil es de Luis Navarro García, que conoció al canario en 1952 y centró su recuerdo en este personaje que dejó de ser anónimo gracias al tesón investigador de Morales Padrón en otro de sus territorios soñados: la isla de Jamaica. Contó Bibiano Torres que cuando recibieron el primer ejemplar de la tesis doctoral que le dedicó a la isla del reggae estaban en La Rábida y para celebrarlo se fueron hasta Palos a tomar unas caballas asadas.

Está en proceso de edición la sexta edición de Sevilla insólita, su obra más popular, la que le llevó a visitar los conventos de clausura, muchas veces acompañado por Helena, su esposa. "En San Clemente", cuenta su viuda, "se pusieron muy contentas porque creían que yo era una novicia".

Lo realmente insólito es que haya tenido que ser el Hogar Canario de Sevilla, que Morales Padrón ayudó a fundar en 1996, el que haya organizado este homenaje. "¿Por qué la ciudad de Sevilla, tan dada a hacer homenajes cada día, ha sido tan remisa a hacerle uno a un americanista tan brillante?" Se lo preguntó Enriqueta Vila, su colega, directora de la Academia Sevillana de Buenas Letras. Esta institución pidió en 2010 al Ayuntamiento, todavía en vida del catedrático, su nombramiento como Hijo adoptivo. "Recibimos el silencio administrativo por respuesta, ese silencio tan sevillano". Vilar Vilar agradeció "al actual alcalde" que el 30 de mayo, festividad de San Fernando, reparase esa laguna, 22 años después de su nombramiento como hijo adoptivo de Las Palmas.

El acto no tuvo connotaciones fúnebres ni falsa melancolía. Antonio Gutiérrez Escudero, a quien le dirigió la tesis doctoral y le abrió el universo de las Antillas, recordó las reuniones con Morales Padrón "sacando del armario una botella de ron miel canario". A Canarias la representaron en el acto Purificación Benavente, presidenta del Hogar Canario de Sevilla, que vino jovencísima y se casó con un trianero, Julio Caubín Hernández, presidente de honor de la Fundación Canaria Mapfre Guanarteme (rey en guanche) y Matías Díaz Padrón, canario que evocó un encuentro con Morales Padrón en el Museo del Prado donde aquél trabajó cuarenta años de conservador. "Todos los Padrón de Canarias venimos de la isla del Hierro".

No sólo se habló de galeones y bergantines. Bibiano Torres evocó un viaje en el Gordini que conducía Morales Padrón con sus respectivas esposas y Fernando de Armas, otro canario afincado en Sevilla. Cinco pasajeros con el destino de un congreso internacional de americanistas itinerantes. Reservaron hoteles en Granada, Alicante y Valencia que no ocuparon porque se dejaron llevar por las instrucciones gastronómicas de la Guía Michelín. Arroces en Santa Pola y en El Grao de Castellón que cambiaron su ruta. El viaje a Madrid se retrasó "porque se empeñó en parar en Sigüenza a ver la tumba del Doncel". En otro viaje por Extremadura, Bibiano recordó al amigo tomando notas entre Las Hurdes y el valle del Jerte. "Eran anotaciones del Pregón de Semana Santa que nunca entendió Sevilla".

Enriqueta Vila enumeró parte de la obra sevillana de Morales Padrón, que mantuvo diferentes nexos con el Ateneo de Sevilla. Fue el primero que trazó la trayectoria de Manuel Blasco Garzón, presidente de la institución que acogió a los poetas del 27. Encargó a Antonio Hermosilla, que también presidió el Ateneo, un estudio sobre la enfermedad que acabó con la vida de Saavedra, que ocultó en la prisión jamaicana su condición de enviado de la Corona, precursor del funcionario de prisiones de Celda 211.

Gerardo Pérez Calero, bibliotecario del Ateneo, evocó las relaciones de Morales Padrón con el mundo del arte. Presidió Alberto Máximo Pérez Calero. En primera fila, Helena Morales, su hija, que hizo Filología Francesa. Su hermano Saulo hizo Empresariales.

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