El salón de la felicidad real

El psiquiatra homenajeado capta la atención de un auditorio expectante por su discurso.

Marita Rufino con el cardenal Amigo, Luis Rojas Marcos y Concha Yoldi. / Reportaje gráfico: Antonio Pizarro, Juan Carlos Muñoz y Juan Carlos Vázquez
Marita Rufino con el cardenal Amigo, Luis Rojas Marcos y Concha Yoldi. / Reportaje gráfico: Antonio Pizarro, Juan Carlos Muñoz y Juan Carlos Vázquez
C. Navarro

20 de febrero 2014 - 05:03

Un hombre feliz en el Salón Real del Alfonso XIII, donde se celebran bodas, desfiles de alta costura y grandes presentaciones editoriales; donde reyes y jefes de gobierno han presidido actos, donde la Ciudad con mayúsculas se constituye como en una continuación del otro gran salón de los maceros: el Salón Colón. Un salón con historia, con una suntuosidad que resiste al minimalismo, con una luz que vence a los grises dominantes. Un psiquiatra feliz que hizo vibrar al público como sólo los psiquiatras saben, con esa fuerza interior que se manifiesta con un verbo despacioso y claro, con una facilidad asombrosa para tratar con hondo sentido del humor hasta un tema tan relacionado con la vida como es la muerte.

Y el público puso oído siguiendo el muy flamenco dictado del señores, vamos a escuchar. Un público con tres octogenarios felices: el cardenal Amigo, que los cumple en agosto; el macareno Manuel García y el escritor Nicolás Salas. Un público con el señorío de la esposa de Manuel Clavero, Guadalupe Ternero de Pablo-Romero, feliz a los 84 de que su bisnieto le cante el cumpleaños feliz en español... Y en inglés. Con dos políticos juanes, Bueno y Espadas, del PP y del PSOE, bisbiseando en la intimidad antes de sentarse a la mesa. Con el cofraderío tratando de ajustar los horarios de la Madrugada, que no deja de ser una muestra al fin del estado de felicidad en clave local. Con la expectación por esta cerca de la presidenta de la Junta de Andalucía, una sevillana de la quinta del 74 que pasó por las aulas por las que tantos años dio clases el profesor Olivencia, presidente del jurado del Premio Manuel Clavero.

El cardenal se fue a Roma a la mañana siguiente para participar en el primer consistorio que ha convocado el papa Francisco, el Pontífice que quiere que los curas sean alegres. Sólo se puso serio al lamentar las prácticas electorales en algunas hermandades. Curiosidades del destino, de Sevilla al Vaticano, evolución natural antes o después de casi todos los prelados hispalenses. Y con el cardenal estuvo hace poco en Tierra Santa el presidente de Persan, José Moya Sanabria, que disfrutó de la experiencia única de visitar los santos lugares de la mano de un franciscano, que es como ir escoltado por la Guardia Suiza en el Palacio Apostólico: todas las puertas se abren a cualquier hora del día y de la noche.

Feliz estaba en el salón de la felicidad real Antonio Fragero, vecino del Cachorro por su gratificante labor en Proyecto Hombre. Y Luis Miguel Martín Rubio, con el saludómetro disparado, que le preguntó a Luis Rojas-Marcos, con la noche ya entrada en la arquería regionalista del Alfonso XIII, si volverá a salir algún año en la cofradía del Baratillo.

El alcalde, Juan Ignacio Zoido, estaba feliz tras varios días de descanso en Turquía, donde programó el teléfono móvil para restringir los mensajes, y tras liberarse de la responsabilidad de la presidencia regional del partido. Y también se vio feliz a Alejandro Rojas-Marcos, el alcalde de Sevilla que hablaba en los vídeos electorales con Julio César en lo alto de una columna de la Alameda. Se acercó un instante a Manuel García, su antiguo compañero de corporación municipal: "¡Te veo muy bien!" Entonces los viajes institucionales eran vistos como un engorro, de los que al concejal García le tocó ir a más de uno para luchar por los fondos Urban.

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