La aldaba
Carlos Navarro Antolín
Más allá de la voz de la Laura Gallego
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Son varios los motivos que provocan el aumento continuado en el precio de la luz, entre los que se destacan el aumento de la demanda, el encarecimiento del gas, el peso de la energía verde y los impuestos. En este artículo se van a ver cómo influyen cada uno de estos factores y que se puede hacer para ahorrar en la factura de este bien fundamental para la calidad de vida
Aunque produzca constantes accesos de ira y enfado entre la población, no faltan las razones que explican por qué sube el precio de la luz de esta forma tan constante. En líneas generales se pueden resumir en cuatro fundamentales: el crecimiento de la demanda de los consumidores, el coste de las materias primas, como el gas, el aumento del coste de las emisiones de CO2 y el escaso peso de las energías renovables en la generación de electricidad. Entender su combinación e impacto es de gran interés para los consumidores que, en los últimos meses, manifiestan que el coste de la luzes una de las máximas preocupaciones de los españoles. Aquí se puede ver el precio del MWh hora a hora para mantenerse informado y realizar cálculos de consumo para controlar el gasto.
El precio de la luz varía, como muchos otros servicios de consumo, según la oferta y la demanda. Cuando hay cambios bruscos en las temperaturas, ya por el frío en invierno o el calor en verano, el uso de la electricidad en los aparatos de calefacción y aire acondicionado se ve incrementado.
En esas semanas o meses el consumo se dispara, las distribuidoras de energía deben generar más electricidad, y sus costes de producción aumentan. Así mismo, además de este aumento en épocas puntuales, como cuando sacude el país una ola de frío o de calor, también se establece por tramos horarios durante el día. Esto es lo que ha dado lugar a las polémicas nuevas tarifas de discriminación horaria. Por ejemplo, a las 20:00 horas la demanda de electricidad es superior a las tres de la madrugada, por lo que el coste de la luz es mayor.
Una de las principales materias primas que se utilizan para generar electricidad es el gas, cuyo precio ha aumentado considerablemente y junto a él el precio de la luz. Por este incremento en el coste de los combustibles fósiles las centrales eléctricas tienen que afrontar mayores gastos a la hora de producir electricidad. Lógicamente esto repercutirá directamente en el precio de la electricidad en el mercado mayorista.
Especialmente en los últimos meses, debido a la guerra de Rusia y Ucrania, los precios del gas han sido desorbitados.
La ecología y defensa del medio ambiente está como eje central dentro de las políticas europeas. Por este motivo, las centrales eléctricas de gas y carbón tienen que pagar para poder contaminar. Es lo que se conoce como coste de las emisiones CO2. Esta expulsión de los causantes del efecto invernadero y del cambio climático, al igual que el precio del gas, han estado marcando récords en los últimos meses. Aunque el objetivo es incentivar a la producción de energías renovables, de momento lo único que parece que están consiguiendo estas medidas es que los ciudadanos tengan que pagar más por un bien de primera necesidad.
Como se ha comentado con anterioridad, el objetivo de las políticas de protección del medio ambiente es que se generen energías limpias. Sin embargo, la contribución de las energías renovables, que son las más baratas, es mucho menor que la de los combustibles fósiles. Por este motivo, su relevancia a la hora de fijar los precios es poco significativa.
Por último, para entender cómo funciona el precio de la luz, se debe aprender el significado de algunos conceptos, como, por ejemplo, que son las tarifas reguladas (PVPC). Las siglas PVPC vienen de Precio Voluntario para el Pequeño Consumidor. Están reguladas por el Gobierno y con ellas las eléctricas que las ofrecen tiene que vender la luz al precio de mercado, sin llevarse apenas comisión.
Al PVPC también se le suele llamar TUR (Tarifa de Último Recurso) o Tarifa Regulada. La principal diferencia entre esta tarifa, que pertenece al mercado regulado, y las del mercado libre es que, en el caso de estas últimas, son las propias comercializadoras las que deciden el precio final que deberá pagar el consumidor.
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