Cuando los ruidos hacen imposible conciliar el sueño
Triana
Una vecina de la trianera calle Arcángel San Gabriel denuncia que vive sobre una ruidosa habitación llena de máquinas y alquilada a una compañía de telecomunicaciones desde 1998
"Muchas noches me tengo que ir a casa de mi hermana por el ruido". Así dice vivir Encarnita Sánchez, de 80 años, en su piso en la calle Arcángel San Gabriel del barrio de Triana. Ella reside en una primera planta y culpa de las molestias al bajo. "Debajo de mi cama hay central electromagnética", asegura. Tiene pruebas documentales e informes del Ayuntamiento y la Junta de Andalucía que avalan sus quejas. "Nos dicen que estamos en la cola y sólo hay dos inspectores para toda Andalucía", añade. Está desde febrero a la espera de que las autoridades medioambientales resuelvan este problema.
Una cuestión surgida en 1998, cuando indica que la propietaria del inmueble alquiló a la compañía telefónica Supercable una habitación, la cual pasaría más tarde a manos de Ono y Vodafone. En ella, a tenor de los testimonio de otros vecinos, no vivió ni vive ningún empleado de dicha empresa, sino que está ubicada una sala de máquinas para dar servicio de telecomunicaciones. La habitación en cuestión da hacia la calle paralela, Francisco Collantes de Terán. Una puerta metálica a medio metro del suelo ocupa el sitio de lo que sería anteriormente la ventana, creando así una segunda entrada a la vivienda desde la calle. La apariencia de dicho piso bajo es la de no estar habitado. "Si yo no puedo vivir estando arriba, pared con pared debe ser imposible", opina Encarnita. Además, el otro piso bajo del bloque está en venta desde hace "mucho tiempo".
Los "excesivos ruidos y vibraciones", tal como se define la situación en uno de los informes técnicos", no parece haber sólo afectado a esta inquilina, que recuerda como "la vecina del cuarto se tuvo que marchar porque se le movía la casa". Una hermana de la propia Encarnita aprovechó la visita de un operario a la señalada habitación para ver qué había dentro. "Me contó que había ventiladores, máquinas, tubos y muchísimos cables", explica esta anciana, que lleva tres años viviendo en el piso aunque ha recopilado información sobre el asunto de las dos últimas décadas. Uno de esos documentos es el acta de una reunión de comunidad de 2012. En dicho registro ya se mencionan estos ruidos y se refleja que sólo la propietaria del bajo votó en contra de retirar los aparatos. Otro papel confirma que el Nivel Acústico de Evaluación (NAE) se exceden en 7,2 decibelios.
Otro aspecto que preocupa a esta vecina en particular y la comunidad de vecinos en general es el ahuecamiento de la zona junto a la, entre los vecinos, popular puerta metálica. Obras recientes en el lugar donde estacionan en batería los coches han permitido a los viandantes ver el vacío que hay bajo sus pies y las gruesas hileras de cables que conectan con la habitación acusada de ruidosa. La presencia de maquinaria de este calibre dentro de un bloque de viviendas no sólo preocupa por el ruido nocturno que provoca, sino por el temor a un incendio. Por ello, "no queremos que se insonorice, sino que lo quiten", finaliza Encarnita, que teme que la burocracia sea más tardía que el tiempo que le resta de vida.
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