La rotulación de las calles de Sevilla cumple siglo y cuarto con una imperiosa necesidad de renovación

La normativa que la regula se aprobó en 1919 y desde entonces tiene una deficiente ejecución

La falta de placas, la heterogeneidad y la necesidad de renovación tecnológica invitan a una nueva ordenanza

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Rótulo cerámico y numeración en el barrio de Triana.
Rótulo cerámico y numeración en el barrio de Triana. / Redacción Sevilla

La rotulación de las calles de Sevilla cumple 125 años. Siglo y cuarto de la ordenanza que regula la manera y el lugar donde deben aparecer los nombres de las vías y plazas de la ciudad. Pese a la antigüedad, el grado de cumplimiento de la normativa es bastante bajo. Ínfimo. Hasta tal punto llega esta deficiencia que no son pocas las voces que abogan por redactar un nuevo texto que acabe con la falta de placas, su heterogeneidad y que aporte innovaciones tecnológicas. Los principales sufridores de este problema son -además de los ciudadanos- los taxistas, repartidores y servicios de emergencias. En la mayoría de las ocasiones no queda otra alternativa que hacer uso del GPS.

Fue el 26 de septiembre de 1919 cuando el Ayuntamiento hispalense daba luz verde a la ordenanza que establece desde entonces cómo deben rotularse las calles. Conviene tener en cuenta la fecha. Diez años antes de la Exposición Iberoamericana. La ciudad asistía a una transformación de su paisaje. El regionalismo empezaba a entrar con fuerza. La urbe se extendía hacia el sur. Tiempos de transformación en los que había que poner orden.

Éste era el principal fin de dicha ordenanza, como recuerda Benito Castro, periodista de Canal Sur que se ha convertido en uno de los principales especialistas de este tema nada baladí. A él se debe el informe elaborado en 2023 que constata las grandes deficiencias en este tipo de señalética que tanta información aporta. El estudio, basado en el Servicio de Estadística municipal, parte de una cifra oficial: la capital andaluza la componen 4.502 calles. Tal cantidad sirve de base para corroborar la falta de cumplimiento de la ordenanza que celebra 125 años.

Una vía céntrica de Sevilla con doble rotulación muy distintas.
Una vía céntrica de Sevilla con doble rotulación muy distintas. / Redacción Sevilla

La normativa dispone que "el nombre elegido deberá estar en un rótulo bien visible, colocado al principio y al final de la calle y en una, al menos, de las esquinas de cada cruce. En las plazas se colocará en su edificio preeminente y en sus principales accesos". Este requisito, sin embargo, rara vez se cumple. No son pocos los casos en los que cuando un ciudadano se encuentra en una larga avenida desconoce cuál es al estar situada su rotulación en uno de los extremos o, como mucho, en alguna esquina. El informe lo deja bien claro. El 80% de las esquinas de Sevilla están en el anonimato, pues carecen de placas identificativas. "Lo común en las grandes urbes, españolas y extranjeras, es que aparezca el nombre de la calle en cada esquina", refiere Benito Castro.

El autor cita ejemplos más que evidentes. La calle Almirante Topete, en el Tiro de Línea, con 500 metros longitud, sólo tiene siete placas en sus 46 esquinas. En la zona norte de la ciudad ocurre lo mismo. En la Avenida Alcalde Manuel del Valle, con un kilómetro y medio de distancia, debido a su fisonomía y anchura, sólo hay 12 rótulos en el centenar de puntos donde, según la ordenanza, deben ir colocados. Si se entra a la capital andaluza por Huelva, la situación es similar. En la Avenida Expo 92, con 400 metros, únicamente hay un rótulo. Dichas carencias se traducen en una falta de informacion que afecta a colectivos como los taxistas, repartidores y emergencias, que han de compensar el déficit con herramientas tecnológicas como el GPS.

No es el único incumplimiento de la ordenanza en cuestión. Tampoco hay homogeneidad en la señalética. Castro ha contado más de 80 tipos de placas. La más habitual y conocida es la que prevalece en el Casco Antiguo. Se trata de la que divide cada nombre por letra. Por cada una de ellas, un azulejo con fondo blanco y grafía en negro. El coste de la misma lleva a que en otras zonas se opte por modelos más baratos. Este tipo de rotulación provoca que calles con nombres muy largos, como Clara de Jesús Montero (en Triana), tengan una placa de más de tres metros. Se requiere, por tanto, un libro de estilo al respecto.

El rótulo de la calle Clara de Jesús Montero mide más de tres metros de largo.
El rótulo de la calle Clara de Jesús Montero mide más de tres metros de largo. / Redacción Sevilla

La numeración de las viviendas es otro aspecto bastante mejorable. Hay notorios saltos en las secuencias que dificultan los trabajos mencionados. Aspecto este último en el que la ayuda del GPS resulta más complicada. Las nuevas tecnologías no atinan tanto. "La responsabilidad de la numeración es del propietario o comunidad de vecinos, pero es potestad del Ayuntamiento hacer cambiar a éstos el número si no es el adecuado", aclara Castro, quien incide en que "este problema representa un incoveniente habitual para los taxistas cuando tienen que dejar a algún cliente en un número concreto".

Uno de los muchos tipos de placa en la rotulación viaria.
Uno de los muchos tipos de placa en la rotulación viaria. / Redacción Sevilla

Para el autor del estudio, la nueva ordenanza de rotulación viaria que se redacte debe adaptarse a los nuevos tiempos. Por tal motivo, propone que las placas incluyan sensores que midan variantes como el tráfico, la concentración de peatones, el tránsito de servicios de urgencia o la meteorología. Incluso plantea fórmulas de realidad virtual para barrios de referencia como el de Santa Cruz, es decir, calles de la ciudad que, además de su existencia física, consten en un universo paralelo. Proyectos, claro está, que requieren de la colaboración de empresas especializadas, con las que habría que llegar a acuerdos.

Todo ello pasa, como insiste Castro, por que el Ayuntamiento sea consciente de que la rotulación callejera supone en las actuales circunstancias "un problema" y debe solventarlo con una ordenanza adaptada al siglo XXI. Los 125 años de la actual lo justifican.

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