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El robo del Códice Calixtino

calle rioja

Presentación literaria. Ni la Nocturna del Guadalquivir ni el Festival de las Naciones le quitaron público a la nueva novela del magistrado Enrique García López-Corchado

El autor del libro junto a varios familiares.
Francisco Correal

02 de octubre 2017 - 02:34

Si quiere usted saber cuál es el plural de fagot, cómo se cocinan unos boquerones a la gabardina o qué diferencias existen entre las marcas del acné y las de la viruela, ya tiene tres motivos para comprar la nueva novela de Enrique García López-Corchado, magistrado suplente en los juzgados de Sevilla. El motivo fundamental es saber cómo diablos alguien pudo hacer desaparecer el Códice Calixtino, un valiosísimo manuscrito de la catedral de Santiago de Compostela. Esa sustracción es la que lleva hasta la capital gallega a Carrascosa, un detective al que su autor considera una mezcla entre Philip Marlowe, Pepe Carvalho y Homer Simpson y que en su pericia galaica y el desastre que siempre le acompaña parece hacer un viaje desde Torrente hasta Ballester.

Había mucha competencia. La Nocturna del Guadalquivir, la Noche de los Investigadores, la inauguración del Festival de las Naciones, la presentación de otra novela sobre los amores en la época del zar Nicolás. Pero Enrique, Quique para sus amigos, consiguió llenar el salón de actos del colegio de abogados. La primera novela de Carrascosa, Esgonciando a Wenceslao, se la presentó Mercedes de Pablos, que esta vez no pudo repetir porque tuvo que ir a Barcelona a la lectura de la tesis doctoral de su hijo Tomás, el mellizo de Matilde. La segunda entrega dejó turulato al editor, Daniel Pinilla, de Samarcanda, cuando oyó el título: Papuchi Papipochi Papu. La desaparición del Códice Calixtino. El protagonista sigue con su afición a la tiesura y a las canciones de Nino Bravo. Cuando José Joaquín Gallardo, decano del colegio de Abogados al que pertenece el autor, le dijo a sus íntimos y a su esposa el destino de su agenda y pronunció el título de la novela, Papuchi…, al despertar legítimas sospechas, al final del acto hizo una foto del salón de actos lleno de gente para justificar que había estado en una presentación literaria y no en lo que algún mal pensado pudiera imaginar.

El decano del Colegio de Abogados presentó el acto, con Carmona como maestro de ceremonias

Los dos presentadores glosaron los méritos del autor, que se adentra en el género de la picaresca, en palabras de José Carlos Carmona, que llegó a la calle Chapineros después de pronunciar una conferencia vespertina en la noche de los investigadores. La Nocturna del Guadalquivir sonaba a música de Chopin, que murió de tuberculosis, el mismo final de escritores como Chejov, Kafka o Stevenson.

Era la tercera vez que coincidíamos Carmona y el que suscribe. En la Casa del Libro compartimos la presentación de la novela El renacer del monstruo y en la cárcel de Sevilla participamos en una sesión de lectura en la que yo elegí un poema de Aleixandre y Carmona encandiló a los reclusos con la lectura de un fragmento de uno de sus libros de relatos. Es director del coro de la Universidad y está casado con la cantante Rocío de Frutos.

Enrique García López-Corchado es culipardo de nacimiento, gentilicio de los nacidos en Ciudad Real, y se hizo sevillano adoptivo el día que conoció en Chipiona a Raquel, la madre de sus hijos Sara y Mario. Allí también encontró a su media naranja su hermano Miguel, que acaba de mudarse como farmacéutico desde Carmona hasta El Puerto de Santa María. Otros tres hermanos del autor llegaron desde Ciudad Real. En mi función de presentador, comenté que los culipardos somos los mariscales Soult del amor, expoliamos a las sevillanas más bellas.

Enrique Valdivieso asegura que el apóstol Santiago nunca puso sus pies en Galicia, ni en España entera. Destino de una red de caminos europeos, según el catedrático de Historia del Arte España es un país muy dado a celebrar cosas que nunca ocurrieron. Eso se puede aplicar al disparate de Cataluña. Inventarse el futuro es muy bonito, te puede salir Blade Runner o la nostalgia del futuro de la que habla Luis García Montero, pero inventarse el pasado es una tontería y además una falacia.

Quique leyó El Quijote en la consulta de su padre médico, el doctor García, que suena a la última novela de Almudena Grandes. En esta última entrega hay una Dulcinea gallega que vive en la pensión Muñeira y trabaja en el parador de los Reyes Católicos. Es la cómplice del detective, que le tira los tejos infructuosamente. Una historia desternillante cuyos capítulos están titulados con la primera frase, la técnica de Antonio Machado en sus poemas, aunque fue su hermano Manuel el que trabajó de bibliotecario en Santiago de Compostela y el padre de ambos, Antonio Machado Álvarez, Demófilo, el que nació en la capital gallega para después de una aventura caribeña morir en la calle Pureza de Triana.

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