La revolución de los claveles y una rosa

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Fiestas. El 15 de agosto en Punta Umbría llevaron en barco a su Virgen marinera del Carmen para terminar con una misa multitudinaria junto a la lonja del pescado

Costaleros llevan hasta el barco a la Virgen del Carmen de Punta Umbría. / D.S.

19 de agosto 2024 - 06:59

EN verano, el municipio de Punta Umbría multiplica por diez su población de 16.000 habitantes. Buena parte de ese contingente demográfico procede de Sevilla. En tiempos, la única comunicación con Huelva, hasta que se construyó el puente sobre el río Odiel, era a través de las canoas que unen ambas orillas, la de la capital y la de este paraíso de nombre tan poético. Punta Umbría. Ni un día sin poesía, se lee en muchos carteles. No tiene estación de autobuses como tal, pero sí un apeadero al que no dejan de arribar los servicios de transporte de viajeros desde la capital. En verano, con parte del pasaje formado por los subsaharianos que horas después recorrerán descalzos las playas de la localidad con sus baratijas, trajes y productos exóticos. 

La calle Ancha es la calle Sierpes de Punta Umbría. Una arteria principalísima. En el recorrido se encuentra la iglesia del Carmen, una construcción del afamado arquitecto manchego Miguel Fisac. Una advocación mariana que es la misma que el pasado 15 de agosto salió en procesión desde la iglesia de Lourdes, portada por unos costaleros que entre el gentío abigarrado la dejaban en un barco junto al pantalán del que salen las canoas que van hasta Huelva. Todos los barcos de la ría, ese abrazo que el río Odiel se da con el océano Atlántico, la saludan, ya sean embarcaciones de recreo, barcos de pescadores antes de salir a la faena o yates. No faltan las motos náuticas y algunos remeros. Cuando regresa, se celebra junto a la lonja una misa multitudinaria. Al completarse muy pronto el aforo de asientos, es impresionante la cantidad de gente mayor que sigue de pie la Eucaristía presidida por esta Virgen marinera.

El barco que la traslada se dirige en dirección al océano, aclamada la Virgen por bañistas de esta playa semioculta situada justo frente a las torres del Polo Químico, que encendidas de noche le dan un aire de Nueva York futurista o de Metrópolis de Murnau. Este paseo de la ría está plagado de casas y chalés que debieron construirse cuando Punta Umbría era un destino ignoto, aislado, antes de que el 26 de abril de 1963 se aprobara su segregación del Ayuntamiento matriz de Cartaya para constituirse en municipio independiente. Ya tiene su bandera, su himno, su gentilicio y un Ayuntamiento de aires tropicales, de pagoda huelvana, con la estética de las casas inglesas. Una de ellas, en el inmenso pinar de la entrada al municipio, junto a la segunda de las tres paradas del autobús, se puede visitar como casa-museo con su encanto victoriano. Los ingleses que trajeron el fútbol, la manguara y otras cosas menos agradables que Juan Cobos Wilkins contó en una novela que llevó al cine Antonio Cuadri. Una relación que desde una perspectiva histórica contó David Abery en su libro Nunca en el cumpleaños de la Reina Victoria y con el nexo balompédico Jimmy Burns Marañón con su obra De Riotinto a La Roja.

Ese paseo ribereño lleva el nombre de Almirante Pérez de Guzmán. No es de los Guzmanes de las lecciones de historia, aunque será uno de sus ilustres descendientes. Se trata de Pedro Pérez de Guzmán y Urzaiz, un marino que nació en Hueva en 1901 y murió en Sevilla en 1979. Combatió en el desastre de Annual, fue alcalde de Huelva en los años cuarenta y era muy amigo de don Juan de Borbón, el abuelo del rey Felipe VI, que cuentan las crónicas que a veces navegaba desde Estoril para alojarse en la casa de Huelva de su amigo almirante y que juntos se paseaban y bañaban en las todavía vírgenes aguas de Punta Umbría.

La calle Ancha empieza en la plaza 26 de abril. No, no es que a esta zona única en el mundo llegara con un día de retraso la nueva de la Revolución portuguesa de los Claveles, el tiempo que tardaría don Juan de Borbón en llegar a ver a su amigo el almirante choquero. Es que ese día clavado en el calendario local es el que se consiguió la independencia municipal. Una rosa andaluza en el ramo de claveles. El año que Pablo VI releva en el Vaticano a Juan XXIII. Un buen Papa relevaba por fallecimiento al Papa Bueno. Los dos pontífices que hicieron posible el Concilio Vaticano II.

Desde el puente sobre el Odiel se ven los cinco bloques de viviendas de Punta Umbría, a la altura del hotel Pato Amarillo. Hay quien pasa medio año en Sevilla y el otro medio en Punta Umbría, un barbecho de estaciones y sombrillas. Encarna Naranjo recuerda el primer día que puso los pies en Punta Umbría. Fue el 10 de agosto de 1984. Se han cumplido cuarenta años de ese descubrimiento. Fue el día que España jugó contra Estados Unidos la final de baloncesto en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles. La plata angelina que muchos han evocado con el batacazo en París. Vio el partido con sus padres, Andrés y Carmen, y la familia de Luna, que desde niña ya estaba habituada a estos atardeceres sin igual. Vieron el partido en el bar Los Caracoles, que todavía existe en la calle Ancha, ahora con tres locales, uno de ellos con un guiño germánico, Los Karakollen.

Punta Umbría ha vivido sus fiestas de la Virgen del Carmen. Al otro lado del Odiel se veían los fuegos artificiales de la feria de Palos de la Frontera. El Cabo Cañaveral del descubrimiento de América. Hay otra América sin salir de Huelva que el viajero observa cuando coge el autobús en la estación para regresar a Sevilla. Podíamos decir que Jesús se paró en Huelva, parafraseando esa novela de Carlo Levi, Cristo se paró en Éboli, que llevó al cine Francesco Rosi y tanto le gustaba a Ismael Yebra. El autobús debe dejar a un lado el recinto ferial, sólo está en pie la portada de las Colombinas, y el estadio Colombino, la piedra Roseta del fútbol hispano. La rotonda está junto al centro de Comunicación Jesús Hermida (1937-2015), un genio de Huelva que fue la primera voz que desde Nueva York informó para Televisión Española. De la otra América se encargó su tocayo, colega y sin embargo amigo Jesús Quintero (1940-2022), gloria de San Juan del Puerto. Ayer habría cumplido 84 años. Triunfó con su radio en América y se trajo Radio América a la calle Placentines. Paisano del vecino pueblo de Moguer, cuna de Juan Ramón Jiménez, que también estaba en América, en su exilio boricua de Puerto Rico, cuando le comunicaron la concesión del Nobel de Literatura en 1956.

Huelva es una prolongación de América en Andalucía; América era una pedanía de Huelva hasta que les llegó su 26 de abril, un día después que los claveles portugueses. Y Punta Umbría es un Caribe andaluz que se llena de devotos de la Virgen junto a la lonja, antes de que atraviese toda la calle Ancha con lugareños y foráneos, los que multiplican por diez la población de esta perla del Atlántico bañada por el río Odiel, que con el Tinto forman la Mesopotamia andaluza, Éufrates y Tigris de pinzones, hermidas y quinteros. Grumetes, almirantes y poetas de cuadernos de bitácora. ¡Ni un día sin poesía!

En el paseo de la ría bulle de actividad la sede social del RCMTPU. Iniciales con cinco consonantes y una sola vocal que suenan a movimiento africano de liberación y son las siglas del Real Club Marítimo y de Tenis de Punta Umbría. Por el exterior, la juventud pasea con atuendos de fiesta y los pies descalzos. Unos pieds noirs atípicos, nada que ver con los pies negros que recorren descalzos la playa embutidos en su mercadillo de cachivaches procedentes de la curva del Níger o las estribaciones del Zambeze.

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