La restauración de Notre Dame de París
Inmediatamente se abrió una polémica entre los que pretendían una restauración “exótica” y los que mantenían que los símbolos hay que respetarlos en su integridad
Se acaba de inaugurar una restauración épica: la recuperación de la Catedral de Notre Dame de París, gravemente dañada por un incendio en 2019 que destruyó su techumbre de madera y estuvo a punto de colapsar la fábrica de piedra. Construida entre 1163 y 1245 en la Île de la Cité, Notre Dame de París es una de las catedrales góticas más antiguas del mundo.
Su reapertura hace unos días permite realizar unas consideraciones sobre su restauración y los debates que ha generado.
Las bóvedas de piedra de la iglesia estaban protegidas de la lluvia por una techumbre de madera que, a la vez, servía de soporte a una esbelta flecha, reconstruida en el siglo XIX por el arquitecto neogótico Viollet-Le-Duc. Esta espira, con más de noventa metros de altura, fue realizada en madera de roble y recubierta de plomo en el año 1857 y se transformó en uno de los símbolos más reconocibles de Notre Dame en el paisaje de París, conjuntamente con la torre Eiffel. Esta flecha ardió en 2019, haciendo colapsar varias bóvedas.
Como es sabido, el 15 de abril de 2019, alrededor de las 18:50, se produjo un fuego en el extremo de la flecha. Rápidamente, el incendio se extendió por toda la techumbre de madera. El calor, estimado en más de 800 °C, derritió el plomo que envolvía la flecha. El fuego emitió humos tóxicos y para evitar cualquier riesgo de intoxicación, se evacuaron las viviendas vecinas.
La parte superior de la flecha colapsó alrededor de las19:45. Su caída provocó la destrucción de parte de las bóvedas de la nave, en particular la del cuarto tramo. El hundimiento de la parte inferior de la flecha sobre sí misma provocó, también, lel derrumbe del crucero.
Las dieciséis estatuas que rodeaban la aguja habían sido retiradas cuatro días antes, el 11 de abril de 2019, y enviadas al taller para su restauración, por lo que no se vieron afectadas por el fuego. El gallo en la parte superior de la aguja, otro símbolo, se desprendió de ella al caer. Al principio se supuso que se había derretido, pero fue encontrado el día después del incendio. Dañado, también fue restaurado.
En cuanto los bomberos acabaron de extinguir las llamas, se pudo apreciar la magnitud del desastre. Inmediatamente se puso en marcha su proceso de restauración, al ser uno de los dos emblemas de París, con la torre Eiffel, y un símbolo de Francia. Su restauración era un asunto de Estado y, por lo tanto, los fondos eran ilimitados.
Pero, ¿Cómo y con qué criterios podemos restaurar un símbolo? Inmediatamente se abrió una polémica entre los que pretendían una restauración “exótica” o como decían, “adaptada a estos tiempos”, y los que mantenían que los símbolos hay que respetarlos en su integridad porque son parte de la memoria colectiva. Notre Dame, con sus casi 700 años de antigüedad, se ha transformado en algo más que un edificio: es un símbolo de la nación francesa.
Entre las propuestas de reconstrucción más extravagantes estuvieron aquellas que pretendían transformar la cubierta en una alberca de agua o un bosque con árboles. Norman Foster propuso reemplazar la cubierta de madera por otra de cristal eliminando las bóvedas de crucería que todavía permanecían y permitiendo la iluminación cenital en el interior de la catedral. En cuanto a la flecha, Foster propuso reconstruirla de cristal y acero inoxidable, frente otra propuesta que suponía su imagen virtual mediante un láser de alta potencia dirigido al cielo. Por el contrario, el también reconocido arquitecto Jean Nouvel, expresó su opinión de que la aguja de Viollet-le-Duc se reconstruyera de forma idéntica, considerando que “es parte intangible de la catedral”. El también arquitecto Roland Castro inicialmente declaró que no estaba en contra de una flecha con un diseño distinto, aunque luego también optó por una reconstrucción idéntica. En las semanas posteriores al incendio, varios estudios de arquitectura presentaron propuestas muy diferentes para reconstruir la aguja. El 9 de julio de 2020, el presidente E. Macron anunció que la aguja debía ser devuelta a su estado exacto antes del fuego. Esta decisión provocó críticas de varios arquitectos que denunciaron que era una actitud “conservadora” y “populista “del jefe de Estado frente a otras propuestas “rompedoras y vanguardistas”.
Esta sensata actitud de Macron responde a una antigua tradición francesa de “restauration a l’idèntique” en todo lo que se refiere a símbolos. La Comisión Nacional del Patrimonio y de la Arquitectura (CNPA), decidió por unanimidad su reconstrucción idéntica a como estaba antes del incendio. El éxito mundial extraordinario de su restauración en su apertura al público confirma que la decisión fue tomada correctamente.
Para terminar, quiero traer al lector un brevísimo y hermoso poema de Juan Ramón Jiménez que dice, nada más y nada menos, en relación a los símbolos:
¡No le toques ya más, que así es la rosa!
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