La aldaba
Carlos Navarro Antolín
La lección de Manu Sánchez
Las obras de restauración del Monasterio de San Jerónimo de Buenavista para convertirlo en un centro cívico que dé cobertura a este barrio obrero del norte de Sevilla ya acumulan cuatro años de retraso y van camino de convertirse en uno de esos proyectos que nunca se terminan de rematar.
Desde que el 31 de mayo de 1989 el Pleno municipal aprobase la creación de un centro cívico en el monasterio San Jerónimo, mucho ha llovido, pero aún se está a la espera de su inauguración. El Ayuntamiento de Sevilla ha llegado a fijar hasta tres fechas de finalización de las obras -que dirige el arquitecto de la Gerencia de Urbanismo Fernando Sánchez Navarrete-, todas incumplidas sistemáticamente alegando problemas como el cambio de la empresa ejecutora de los trabajos o los imprevistos de una intervención en un edificio que data del siglo XV.
Los vecinos, que llevan reivindicando el centro desde la década de los 90, están ya impacientes por el final de unas obras que pondrán a su disposición más de 2.500 metros cuadrados para la realización de actividades culturales y ciudadanas de todo tipo, más teniendo en cuenta que el centro cívico provisional, que se encontraba en una nave industrial del barrio, tuvo que ser clausurado hace un año debido al peligroso estado de sus cubiertas. La impaciencia vecinal está justificada, no en vano el nuevo centro será uno de los mejores de Sevilla, con todo tipo de instalaciones como salas de exposiciones, salón de actos, un centro de interpretación del monasterio, ludoteca, gimnasio, taller de baile... Además, los vecinos siempre han considerado que la restauración del Monasterio es un paso importante para la integración de San Jerónimo en el circuito turístico de la ciudad y que atraería a numerosos visitantes, al menos de los censados en Sevilla.
La cronología del problema es larga e intrincada. El Monasterio fue adquirido en 1984 por el Ayuntamiento de Sevilla por el precio de 25 millones de pesetas a la familia Beca Belmonte, propietaria del antiguo cenobio desamortizado. Desde un principio se pensó en este edificio para simbolizar la regeneración de un barrio demasiadas veces ignorado por el Consistorio. De aquello hace ya la friolera de 26 años.
Después de que en 1989 el Pleno decidiese que el inmueble acogiese un centro cívico, no fue hasta el 9 de septiembre de 2004 que la Gerencia de Urbanismo aprobó iniciar los trámites para la contratación de las obras de rehabilitación de una parte del monasterio. Poco después, el 9 de diciembre del mismo año, adjudicó los trabajos a Jocar Ingeniería y Construcciones con un presupuesto de 2.270.000 euros y un plazo de ejecución de 16 meses. Es decir, que el primer plazo de finalización de los trabajos fue en abril de 2006.
Sin embargo, las cosas empezarían a torcerse bastante pronto. Ya el 17 de mayo de 2006 Urbanismo tiene que autorizar la cesión del contrato de construcción a la unión temporal de empresas (UTE) Construcciones Vera S. A. con Alberto Domínguez Blanco Restauración de Monumentos S. A. El 8 de octubre de 2008 la Gerencia se ve obligada a fijar una nueva fecha de finalización de los trabajos: 19 de diciembre de ese mismo año. Una vez más no se cumplirá el plazo.
El 10 de diciembre de 2008 en una nueva reunión de la Gerencia de Urbanismo se decide retrasar la fecha hasta el 23 de abril de 2009, algo que tampoco se lograría. La situación actual es la siguiente: el Área de Participación Ciudadana (IU) afirma no saber cuándo se finalizarán definitivamente las obras y remite a la Delegación de Urbanismo.
Por su parte, el líder vecinal de San Jerónimo Ángel Vallano, de la Asociación El Empalme, asegura que las obras están prácticamente finalizadas y que sólo falta el mobiliario. "Algunos técnicos nos han dicho que se podrá inaugurar a finales del presente año, sobre diciembre", indica.
Otra cuestión es el dinero. En un principio, las obras partieron con un presupuesto de 2.270.000 euros. Sin embargo, el 7 de diciembre de 2009 el Ayuntamiento tuvo que aprobar un aumento del presupuesto de 783.265 euros, lo que supuso un encarecimiento del proyecto del 34,5%. Urbanismo justificó esta subida por "causas imprevistas" surgidas durante la ejecución de las obras, "que pueden integrarse en el proyecto original y no son susceptibles de utilización o aprovechamiento independiente, ni van dirigidas a satisfacer finalidades nuevas". En el acta del Consejo de Gobierno, la Gerencia deja claro que este aumento se debe a "peticiones o cambios sugeridos por el Área de Participación Ciudadana", tales como la extensión de la instalación del sistema voz-datos a un mayor número de puntos del centro cívico, la mejora de la climatización o la definición concreta del uso de algunas dependencias como el gimnasio, la sala de baile o la ludoteca.
Tratándose de un edificio declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía y con la calificación de Monumento Histórico Artístico desde 1964, es normal que una intervención de este calado cree polémica. Pese a que la Comisión Provincial de Patrimonio dio el visto bueno al proyecto de restauración el 12 de enero de 2005, la pasada primavera el portavoz del PP en el Ayuntamiento, Juan Ignacio Zoido, inició una campaña para pedir a la Junta de Andalucía que emita un informe sobre los posibles daños que se han podido causar al monumento. Esta preocupación fue secundada por asociaciones vinculadas al movimiento conservacionista sevillano. La petición de Zoido fue ignorada por la Junta y desacreditada por el Ayuntamiento, que aseguró que está más que demostrada "su preocupación por la conservación y protección del patrimonio".
A los populares les preocupaba que se dañase aún más un inmueble que ha sido tradicionalmente expoliado y maltratado por diversos avatares. Porque lo cierto es que la historia del monasterio de San Jerónimo es una historia rica en avatares y anécdotas. Fundado en 1413 por el fraile proveniente del Monasterio de Guadalupe Fray Diego Martínez, las obras principales no se concluyeron hasta 1450. El resultado final fue un hermoso y sólido edificio gótico-flamígero.
Después de una época dorada en la que acogió la imprenta para las bulas de Indias y sirvió de hospedería de diversos reyes (Isabel y Fernando, Carlos V, Felipe II) el monasterio, al igual que la propia ciudad, experimentaría su decadencia a finales del siglo XVII. Las riadas y las epidemias castigaron duramente a la comunidad jerónima. En el siglo XIX fue desamortizado y sufrió diversos saqueos e incendios. Llegó a ser lazareto, cebadero de cerdos e incluso fábrica de cristales. Finalmente sirvió como cortijo de una familia agricultora.
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