Visto y Oído
Francisco Andrés Gallardo
Emperatriz
Residencias de mayores
Activar emociones, recuerdos, vivencias o provocar conversaciones y situaciones que, de otro modo, no surgirían es el objetivo que logra, con éxito, el proyecto de Intervenciones Asistidas por Animales que lleva a cabo desde hace dos años la residencia de mayores Alconchel de Mairena del Alcor. Una terapia en la que participan todos sus residentes, ya sea de manera grupal o individual, y en la que con la ayuda, sobre todo, de perros, pero también de otros animales de granja, se activan sus conexiones emocionales y sociales.
Tras una etapa en la que el coronavirus lo ha puesto todo patas arriba y en la que los asilos se han situado en el punto de mira como importantes focos de contagio, la confusión, el miedo, la incertidumbre o la añoranza de los seres queridos ha obligado a estos centros a reinventar su forma de trabajar a fin de continuar con las terapias y actividades habituales como la clave de la evolución y cuidado de el sector más vulnerable al contagio.
Junto a los 52 residentes que a día de hoy reciben atención en este centro gestionado por la Fundación Gerón, son varios los animales que se han sumado a su día a día tanto a través de la convivencia como mediante su participación en terapias. También teletrabajando durante la pandemia del coronavirus. Es el caso de las perras Lucy, una border collie con la que se trabaja más a un nivel cognitivo y de psicomotricidad, y Bimba, una labradora experta en actividades más emocionales y pausadas. Dos compañeras más en este centro que ayudan a mejorar la calidad de vida de los usuarios a través de una de las terapias asistidas con animales que el centro realiza diariamente con todos sus residentes y que es dirigida por el psicólogo Francisco Flores. La sesión ayuda a despertar los estímulos sensoriales y las conexiones emocionales, cognitivas y sociales.
"A lo que más recurrimos en esta terapia con los perros es al vínculo, es decir, la relación que se establece entre el animal y las personas. Esto ayuda mucho a nivel cognitivo y a nivel emocional, pero también mucho a nivel social, fomentando la relación entre los residentes", explica Flores y destaca la importancia de esta terapia en la inserción social de los nuevos residentes. "Cuando llegan nuevos residentes un poco más desorientados, el hecho de trabajar con el perro le ayuda mucho a relacionarse con los demás. El perro es un puente que une personas".
El contacto con los dos perros presenta importantes beneficios también a nivel individual en los que, según explica el psicólogo que dirige la terapia, se trabajan a través del perro objetivos muy concretos. "Realmente el perro es un estímulo, un medio para trabaja. Los mayores realmente no se dan cuenta de que están haciendo una terapia porque es todo muy lúdico y ameno", aclara. En este tipo de terapias, el psicólogo asegura que el perro es una figura clave en la gestión emocional. "Cuando aprendemos a identificar emociones en un animal y luego ese trabajo, orientado por un técnico, lo vamos llevando a nuestra persona le estamos dando herramientas para gestionar e identificar sus propias emociones", explica.
La dinámica, que comenzó en el año 2018, también ha tenido que reinvertarse por la situación de emergencia sanitaria vivida ya que la participación directa de los perros, al no convivir con los mayores en el centro, también se ha adaptado al popular teletrabajo. "Lo hemos hecho todo adaptándonos al Covid. Gracias a las videollamadas hemos podido seguir interactuando con los perros y prácticamente hemos realizado, aunque a distancia, todas las actividades que antes realizábamos", explica el psicólogo y, añade: "durante el confinamiento que los mayores no salían de las habitaciones incluimos nuevos animales y los residentes han trabajado mucho con peces, esto les ha permitido mantener unas responsabilidades y rutinas esenciales para socializar".
De manera general, las terapias adaptan al perfil y capacidades del usuario y tiene bastante beneficios emocionales, sobre todo, en las personas que tuvieron en su pasado contacto con los animales. Ellas logran recordar ese tiempo y sus vivencias durante la terapia, al tiempo que desarrollan "potencialmente" la estimulación. "Por ejemplo, jugar al bingo es una actividad que trabaja muchos aspectos cognitivos como es la atención, la capacidad de reconocimiento, la frecuencia, la concentración..., entonces cuando nosotros incluimos que sea el perro el que saque las bolas del bingo de una caja, todo se vuelve más dinámico, ameno, divertido y motiva mucho más a que los mayores quieran participar, además del vínculo que genera", explica.
La motivación es uno de los principales beneficios emocionales observados por el psicólogo en los residentes del centro Alconchel. "Hay muchas personas que por lo general están apáticas y no quieren participar en nada. En el momento de que metemos los animales de por medio, se les despierta la motivación. Los perros no están ayudando a reducir muchísimo la inactividad". A nivel social, el psicólogo destaca el "potentísimo" valor de estas terapias que ayudan a conseguir objetivos que sin los animales "se tardaría muchísimo en conseguir". "Puedo decir que los resultados son extraordinarios", recalca.
La directora de la Residencia Alconchel, Rocío Campos, reconoce el trabajo realizado durante estos meses en este centro a fin de mantener las actividades con los residentes y, sobre todo, potenciar la "humanización" ante la carencia del contacto con los familiares.
Las actividades del centro han intentado mantenerse. "Como cada año hemos celebrado la Feria de Mairena, también hicimos representaciones en Semana Santa, hemos participado en un concurso sobre decoración relacionado con el coronavirus y en otro de mensajes de ánimo", relata. También se ha mantenido la fisioterapia, de forma individual durante el confinamiento y grupos reducidos desde la desescalada.
Otras actividades son laborterapia, acercamiento a las nuevas tecnologías, talleres de gerontomotricidad, un programa de movilidad con los mayores del pueblo para fomentar el envejecimiento activo, que de manera circunstancial se han visto suspendidos.
El centro atiende a 52 residentes y cuenta con una unidad de día con 18 mayores más, que sigue suspendida hasta el mes de julio. Su atención general se centra en personas con demencias y en su mayoría con deterioro cognitivo
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