El remolcador más antiguo del Puerto de Sevilla se convierte en monumento
La embarcación, rescatada después de su hundimiento en 2019, presidirá una glorieta y se repara ya en el Muelle del Centenario
El Cape R-3 fue el último remolcador del Puerto de Sevilla. Su función era mover las embarcaciones de un lado a otro de las aguas de los muelles sevillanos y formó parte en su día de la flota de la Junta de Obras del Puerto y Ría del Guadalquivir, que es actualmente la Autoridad Portuaria de Sevilla. Su casco estaba muy deteriorado por el paso de los años y prácticamente era una plataforma flotante lista para el desguace cuando se hundió en agosto del año pasado en el Muelle del Centenario del Puerto de Sevilla.
El hundimiento no supuso ningún peligro. La embarcación estaba en un punto de atraque en una zona sin riesgo para la navegación ni para el entorno, pues no guardaba combustible y, además, se colocó una barrera de contención. Pero sí supuso la pérdida de un icono, un patrimonio histórico del Puerto de Sevilla que pudo ser reflotado finalmente a primeros de este año del fondo del río. Desde entonces el barco ha permanecido en el mismo lugar, en la dársena del Batán, a la espera de una decisión sobre su futuro tras ser salvado de la chatarra.
La solución barajada, reclamada por historiadores como Marcos Pacheco y que pronto se convertirá en realidad, es su conversión en pieza de museo, aprovechando que la Autoridad Portuaria conmemora este año, en noviembre, el 150 aniversario de la Junta de Obras del Puerto. Aunque oficialmente aún no ha trascendido este dato, parece que será la glorieta del edificio Galia Puerto donde se situará el barco a modo de monumento. No obstante, todavía deben acondicionar la zona para que luzca el mes próximo, con motivo de los actos preparados para el citado aniversario.
De momento, el lunes se iniciaron los trabajos por parte de la empresa que encarga de la limpieza y reparación del buque, que ha empezado a vaciar e interior del casco oxidado.
La recuperación del Cape-R3 será, sin duda, también un homenaje a aquellos trabajadores que formaron parte de su tripulación. La última estuvo compuesta por el patrón Francisco Márquez González, el maquinista Manuel Asian Loquiño, el mecánico José Zahino Rivera y los marineros José Franco Sánchez, Francisco Hernández y Enrique Estévez, que ejerció de cocinero.
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