Se regala cubierta de la Copa Davis

Ayuntamiento de Sevilla

La subasta para vender la estructura comprada en 2011 queda desierta

El gobierno rebaja su precio para deshacerse de una chatarra cuyo almacenamiento cuesta unos mil euros cada mes

Momento del alzado de la cubierta en el Estadio Olímpico, en noviembre de 2011.
Momento del alzado de la cubierta en el Estadio Olímpico, en noviembre de 2011. / Antonio Pizarro
María José Guzmán

08 de octubre 2019 - 23:04

La historia es de chiste, pero es verídica y ocurre en Sevilla, donde el Ayuntamiento está desesperado por deshacerse de una cubierta de un millón de euros que ya nadie quiere ni como chatarra. Ni regalada y no es una exageración.

El relato tiene su origen en 2011, siendo alcalde JuanIgnacio Zoido, quien se empeñó en comprar una cubierta para la Copa Davis, una cita que regresó a la capital en 2011, siete años después de otra final del torneo para el que se había comprado ya una estructura similar. La primera quedó almacenada en 2004 en un solar municipal y, por un descuido, acabó en una chatarrería de Palmete cuyo dueño se hizo cargo de la limpieza del terreno. Más que un robo, fue una lamentable negligencia del gobierno de coalición PSOE-IU.

Después de esto, ¿qué más podría pasar? Pues han pasado varias cosas igualmente escandalosas. Zoido se empeñó en convencer a todos de que la inversión que acababa de hacer, que rondó el millón de euros, se rentabilizaría en poco tiempo, pues el modelo que adquirió era, según se dijo, reutilizable. No tardó mucho en trascender que la cubierta adquirida no estaba diseñada para un segundo uso. Pero el alcalde del PP siguió en su empeño ganando tiempo pidiendo presupuestos y buscando ubicaciones: primero fue el Parque de los Príncipes y luego, cuando ya se admitió que sólo eran aprovechables algunos tubos y otros elementos desguazados, se pensó repartirla entre las instalaciones deportivas de la ciudad.

Zoido perdió la Alcaldía y su sucesor, Juan Espadas, encontró en el cajón un plan de reutilización que, tras un primer vistazo, se reveló como un gran marrón. Cualquier salida era inviable y lo más rentable era, sin duda, deshacerse cuanto antes de un patrimonio oxidado que costaba dinero cada día a las arcas municipales: el gasto del almacén del Estadio de la Cartuja donde había permanecido guardada, para evitar más descuidos se supone, desde 2011.

En agosto de 2015 Espadas ya tenía claro que la única salida a la cubierta de la Davis era venderla como chatarra. El plan sonó en un primer momento escandaloso, sobre todo porque el coste acumulado ya sobrepasaba el millón de euros. Reutilizarla en cualquier punto era más caro que comprar una instalación nueva. Así lo determinaron los técnicos del Instituto Municipal de Deportes (IMD), que no encontraron una oferta que rebajase a menos de 700.000 euros el coste.

Pero, incomprensiblemente, el gobierno de Espadas fue renovando el contrato con el almacén año tras año. Un arrendamiento que ha supuesto un coste anual medio de 10.000 euros. Sumando las facturas de los ocho años se obtendrían ya más de 100.000 euros. Con este poderoso argumento, el gobierno local decidió el pasado mes de mayo vender la cubierta y preparó un pliego para su subasta pública. El precio de salida rondaba los 135.000 euros, aunque el servicio de Patrimonio confió entonces en que los licitadores elevasen el precio en la puja y, contando con los impuestos, se ingresaran unos 165.000 euros antes de que acabara el año.

El objetivo desesperado es enajenar los tubos oxidados por 100.000 euros antes de fin de año

Se estimó entonces que seis meses sobrarían para colocar lo que, sin duda, es un gran marrón administrativo. ¿Por qué? Porque el Ayuntamiento de Sevilla no puede regalar, literalmente, la estructura, que es el deseo de más de uno en la Plaza Nueva. La sorpresa es que, cinco meses después, el concurso ha quedado desierto. A nadie le interesa la enajenación de este patrimonio.

A menos de tres meses para que concluya el año y la prórroga del contrato de alquiler del almacén de la Cartuja donde permanece la cubierta, y que ha supuesto un coste mensual de mil euros este año, este viernes el asunto se llevará a la junta de gobierno local donde se espera que se autorice la apertura de un nuevo proceso de venta. Otra subasta para la que se ha rebajado el precio hasta los 100.000 euros. Si se consigue en esta ocasión, ya ni siquiera se cubrirá el coste que ha supuesto el almacenamiento de estos últimos ocho años. Se perderá dinero, un pico más del millón de euros que se invirtió en 2011 y que, lejos de rentabilizarse, arrastrándose como una losa.

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