El 'reestreno' de Richard Gere en las series y su carrera en diez películas
Rodaje en Sevilla
El actor, cuyo papel más relevante en televisión fue uno secundario en 'Kojak' hace más de 40 años, acumula medio centenar de películas tras cuatro décadas en activo.
La era de las series también le ha llegado a Richard Gere. Con casi 70 años, el actor de Filadelfia se ha subido a la ola de las producciones televisivas encarando el ocaso de su carrera en el cine, un sector en el que sigue teniendo su público a pesar de haber perdido gancho en los últimos 15 años, permaneciendo en activo hasta su último estreno en 2017.
Richard Gere regresa a la pequeña pantalla en la producción de la BBC MotherFatherSon. Vuelve, aunque bien se podría decir que se estrena, porque es su primer papel protagonista en una serie y porque le llega en una época dorada para el formato, que ha sido determinante en la reinvención del negocio televisivo y sus formas de consumo.
En la nueva serie de ocho capítulos que está grabando en Sevilla, Gere encarna a Max, una especie de Rupert Murdoch afincado en Londres como uno de los hombres más poderosos del mundo de la comunicación. Su papel más destacado hasta ahora en una serie era el del ladrón griego Geno Papas, en un episodio de Kojak (1976), aunque también había participado en algunos largometrajes y documentales para la pequeña pantalla.
Richard Gere sigue así los pasos de los innumerables actores consagrados que han aprovechado el apogeo de las historias contadas por episodios para continuar o revalorizar sus carreras. Anthony Hopkins, Ed Harris (Westworld), el ahora denostado Kevin Spacey (House of Cards) o Claire Danes (Homeland) son algunos de los cientos de nombres que pueden servir como ejemplo.
Su trayectoria en diez películas
Su carrera cinematográfica arranca a mediados de los 70. El director Terrence Malick la dota de prestigio al ofrecerle el papel de Bill, protagonista de Días de Cielo (1978), aunque su despegue definitivo como estrella llega en 1980, en American Gigoló. De la mano de Paul Schrader -guionista habitual de Martin Scorsese- ya empieza a destaparse como un sex symbol. Su éxito continuaría con Oficial y Caballero en 1982, por la que optaría a un Globo de Oro en la categoría de drama. Este reconocimiento que le daría la posibilidad de trabajar a las órdenes de Francis Ford Coppola en Cotton club (1984). Para bien... y para mal, ya que la cinta le supuso al encumbrado director de El Padrino, Parte I y El Padrino, Parte II críticas dispares y un varapalo del público.
En 1990 estrenaría Pretty Woman, la comedia romántica que marca su carrera y la de Julia Roberts. Ya con más canas, su papel del yuppie Edward Lewis en un cuento de princesas ambientado en Los Ángeles le vale la renovación de su faceta de galán para unas cuantas generaciones. También le sirve para ser nominado de nuevo al Globo de Oro al mejor actor, esta vez en la categoría de musical y comedia, y también sin premio.
Ese impulso a su carrera le haría estar pluriempleado en los 90, década que culmina con su esperado reencuentro con Julia Roberts en Novia a la fuga (1999). Destaca Las dos caras de la verdad (1996), un thriller judicial en el que interpreta al abogado Martin Vail y en el que su defendido, un joven Edward Norton (Aaron Luke Stampler / Roy), acaba nominado a mejor actor secundario en los Oscars.
A principios del nuevo milenio, en 2002, inicia el mejor año de su carrera con Infiel, sonada por su reencuentro con Diana Lane, su joven compañera de reparto en Cotton club. Continúa con la obra más premiada de su carrera, el oscarizado musical Chicago, que le vale, por fin, el premio al mejor actor en los Globos de Oro,y lo corona con el Oscar honorífico a toda su carrera en unos premios en los que nunca había recibido cariño.
Su último reconocimiento fue con El fraude en 2012, con la que también cosechó la nominación -otra vez- al Globo de Oro al mejor actor por un papel dramático. Con Three Christs (2017), junto a Peter Dinklage -Tyrion en Juegos de Tronos-, se agota por ahora la producción en la gran pantalla de este eterno galán con canas, carismático también fuera de escena por su papel de activista y de difusor del budismo, religión que practica y que le valió su aparición en otra serie, Los Simpsons.
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