"No quedará una calle con un alcorque sin árbol cuando termine el mandato"
Adolfo Fernández. Director de Medio Ambiente, Parques y Jardines
Ante el inventario que alerta de que hay 2.500 árboles con grave riesgo de seguridad para los ciudadanos, avisa de que la cifra puede ser superior si los técnicos hacen un análisis más a fondo.
-Parques y Jardines taló este miércoles ocho ejemplares de plátanos de sombra frente al Palacio de San Telmo al ser imposible su recuperación, ¿cómo se llega a este punto?
-Estamos apeando sólo los árboles que están mal a simple vista. Si realizáramos un análisis más a fondo, es probable que se detecten pudriciones y oquedades internas. Con esta especie de plátano ocurre que está mal podado y no va bien en Sevilla. Las técnicas avanzan, y algunas que se siguen utilizando ya no son aconsejables.
-Y existen al menos 2.500 árboles que suponen una amenaza para la integridad física de los peatones.
-Se inspeccionaron las especies que con más frecuencias han producido incidentes y caídas en el histórico de Parques y Jardines. Hay otras que cuentan con malformaciones, que podrían sumarse al listado de árboles susceptibles de ser apeados. El arbolado en la ciudad no se ha gestionado adecuadamente, puede que haya existido miedo al riesgo. Los árboles hay que cortarlos y cambiarlos, no hay que esperar a que caigan.
-El equipo de gobierno tiene el compromiso de reponer los más de 9.000 alcorques vacíos durante el mandato.
-En el nuevo contrato se recoge esa operación, pero vamos a intentar anticiparnos con el que aún está vigente. Tenemos una lista de calles en la que vamos a intentar hacer plantaciones, aunque será más fácil con el nuevo.
-Lleva poco más de un año en el cargo, ¿qué se encontró a su llegada a la delegación?
-Con un personal desmoralizado por todo lo ocurrido [en relación al caso Fitonovo] y esperanzado en que la nueva etapa fuera distinta. Unos medios propios mal dotados y gravísimas carencias de máquinas y productos. Algunos contratos muy deficitarios. Sevilla es una ciudad muy verde y cuenta con unos recursos por debajo de sus necesidades.
-¿Cuáles son las principales quejas de los ciudadanos?
-Casi siempre del arbolado viario. Muchos árboles se meten en las ventanas, levantan los pavimentos, obturan las canalizaciones o se caen por falta de seguridad. Otro conjunto de quejas está relacionadas con los efectos del vandalismo. Acabamos de arreglar la Glorieta de Luis Montoto, veremos cuanto dura. Existen quejas puntuales como con los Jardines del Prado, donde los vecinos no están de acuerdo en que se realicen tantas actividades. Los parques en general están bien, pero como le hagamos la prueba del algodón... A veces también se exageran las cosas.
-El nuevo contrato de zonas verdes entrará en vigor en abril, ¿cambiará el modelo existente?
-Lógicamente no será la panacea, pero va a mejorar notablemente el aspecto de la ciudad. Estoy seguro de que vamos a terminar el mandato con unos árboles no peligrosos y saludables. No quedará una calle con un alcorque sin árbol. El nuevo pliego es muy bueno, lo hemos trabajado mucho y eso se va a notar seguro.
-Acabamos de dejar atrás uno de los veranos más calurosos de los últimos 50 años y la sombra sigue escaseando, ¿qué propone?
-Lo mejor que podemos hacer es plantar árboles siempre que se pueda. Y si son frondosos mejor. Sevilla es una ciudad mucho más verde ahora que antes. Hay zonas con carencias, vamos a replantar.
-Los expertos lamentan el déficit existente a la hora de elegir las especies más idóneas...
-Sevilla es pionera en la introducción del arbolado en la ciudad. Ahora es el momento de reflexionar sobre las especies, cómo han respondido y qué problemas han presentado. Hay que elegir las mejores y no dejar a la tentación de cada uno la elección de los árboles. El Parque de María Luisa necesita también una reflexión, se pueden hacer muchas cosas, como la gestión de su fauna.
-Un inspector por cada 1.745 veladores, ¿es difícil poner orden en el espinoso asunto de las terrazas de los bares?
-El servicio de protección ambiental es deficitario en relación con el trabajo que tiene. En la ciudad hay mucho emprendimiento, no sólo se abren bares. El problema del velador no es el paisaje o que no se pueda caminar, es que la gente está debajo de una ventana hablando hasta las dos de la mañana. Por encima del derecho al emprendimiento está el derecho al descanso, lo tenemos claro. Desde que me incorporé al cargo he podido abrir unos dos mil expedientes por ruido o no tener licencia. No queda otra que elegir los sitios más agudos para cerrarlos.
-¿El ruido como cultura?
-Nuestra cultura es ruidosa. Nos encanta salir a la calle y hablar alto. El problema ambiental de la ciudad no es el cambio climático, es el ruido. El ciudadano percibe que los bares y discotecas les molestan, pero necesitamos recursos para poder ejercer la disciplina adecuadamente. Hay muchos establecimientos muy pertinaces en la desobediencia. El universo del ruido es complejo, y tiene una facilidad para politizarse y mediatizarse tremenda.
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