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La puerta de Córdoba tiene ventanas

metrópolis

Amurallado. La puerta de Córdoba es el acceso simbólico a una barriada popular con mucho arte, hijo preclaro de la necesidad, que recorremos con uno de sus vecinos más populares, un juglar nacido hoy hace 77 años en la calle Macasta

Iglesia de San Hermenegildo donde la leyenda dice que estuvo preso de su padre, el rey Leovigildo. / Reportaje Gráfico: Belén Vargas
Francisco Correal

03 de septiembre 2017 - 02:36

Por lo menos sabía de cine. "Gildas a la calle". Manuel Melado nunca olvidará la voz altisonante desde el púlpito de Santos Arana Bergareche, párroco vasco de San Julián, cuando vio entrar a una feligresa con las mangas recogidas. La película con la que Rita Hayworth escandalizó a los mojigatos del franquismo es de 1946. El mismo año que Melado, con 25 años, deja la casa de la calle Macasta en la que nació tal día como hoy de 1940. "Me casé y me fui". Un cuarto de siglo viviendo en una casa de vecinos, hoy un bloque de viviendas de Protección Oficial, entre la posguerra y el desarrollismo.

Un cumpleaños es un resumen de la vida por capítulos y esta tarta de recuerdos la compartimos con este personaje singular, de la quinta de Alfonso Guerra y de Alejandro Rojas-Marcos, que ayer cumplió los mismos 77 años que hoy cumple Manuel. Es el pequeño de los tres hijos de Antonio Melado, extremeño de Burguillos del Cerro, y de Palmira Prado, de Constantina. El nombre de su madre significa en árabe pueblo de los dátiles y remite a la ciudad patrimonio de la Unesco que liberaron de los yihadistas.

Viaje desde un rey visigodo por la muralla almohade a una iglesia católica con romanos

Junto a la puerta de Córdoba, abre Sevilla una de sus ventanas. No hay biblioteca con tantas personas y personajes como la memoria de Melado. "En la calle Morera había una fábrica de seda y vivía un hombre que hacía caballos de cartón para los niños y se sentaba junto a la muralla de la Macarena". Recuerdos de Castaño, de Pluma, tiendas señeras.

Melado nace en San Julián, el barrio donde su padre, Antonio Melado, abrió las dos primeras peluquerías. Se estrenó en 1927 en el número 6 de San Julián, junto a una carbonería y la droguería de Ernesto Riveruela Pedrosa; después se pasó al bar El Gallito Chico, en el mismo bloque donde vivió Rafael del Pozo, uno de los héroes de la final de Copa del 77, autor del segundo penalti a Iríbar que le dio la primera Copa del Rey al Betis, del que Melado fue speaker. El negocio era antes de un sacamuelas llamado Máximo Castaño Labrador que le encargaba a un aprendiz que golpeara en la puerta una lata de conservas para que la gente no oyera los gritos de su distinguida clientela.

En Macasta nació Melado y ahora vive su hija Elisa, que con su nieto Iván van a ingresar como hermanos de la Hiniesta, unida históricamente al Ayuntamiento cuya imagen apareció en un remoto paraje catalán, lo que explica la visita que hicieron a la iglesia y al barrio Jordi Pujol y Marta Ferrusola con Adolfo Arenas de hermano mayor.

Muy pocas cosas quedan en pie desde la infancia del niño que se hizo peluquero "porque no quería estudiar". Sus hermanos hicieron carrera: Antonio primero en los almacenes Carmelo Orozco y después con Luis Cuervas, que sería presidente del Sevilla; Francisco, en una multinacional de máquinas registradoras. "Yo soy el único que vive por los pelos". Otro ex presidente sevillista, Rafael Carrión, era vecino del barrio y arrendaba bicicletas. "Diez céntimos valía darle una vuelta a la plazoleta". El muecín de los béticos recuerda un tercer referente del eterno rival. "En la calle Juzgado, ya hacia Pasaje Mallol, vivía Juan Arza". El único sevillista que tiene un Pichichi.

Un barrio con mucho arte, el fuego eterno de la necesidad. Basta con seguir al guía, el hijo de Palmira que nació en Macasta. "El bar Nicasio era del padre de la bailaora Ana María Bueno". El pintor Antonino Parrilla era confitero en el obrador familiar de la calle San Hermenegildo, antes Naranja. Allí trabajaba con sus hermanos Enrique, Pepito y Miguel Ángel. Antonino se dedicó a la pintura e inmortalizó a su hija Marina como musa de un cartel de fiestas primaverales. En Macasta había una heladería, Che, "la primera en hacer napolitanas. En invierno vendía batatas cocidas delante de San Gil". Recuerda a las hermanas Rodríguez, bailaoras, a Tomás de San Julián, que de pintor de brocha gorda acabó presentando un programa de televisión en Miami, donde creó una línea de perfumes.

El Patio de San Eloy es uno de los clásicos de la moderna restauración sevillana. Una empresa que data de 1972 y cuyos pioneros empezaron en este barrio, Julián y Jerónimo Gómez Pando, que abrieron frente a la parroquia La Flor de Extremadura. En 1952 abre La Pastora, que es como un cine de verano sin películas y con exquisitas frituras, pegado a la muralla de la Macarena y vecino de Casa Batlló, vivero de Flores y Plantas con unos gatos muy epicúreos.

Manzanilla es tierra de buenos taberneros y desde allí llegó a Sevilla José González García. Abrió el primer negocio en 1957 en la calle Fray Diego de Cádiz, que pasó primero a sus hijos Diego y Faustino González Hijón y ahora tiene al timón a la tercera generación, las nietas del fundador, Susana e Inmaculada González, hijas de Faustino. Un clásico en la periferia del barrio, nexo entre el corazón de San Julián y la Ronda de Capuchinos. El bar Hiniesta es de 1981. Fue el sitio donde me citó Juan Peña El Lebrijano para la entrevista que le hice unos meses antes de su muerte. Todavía recuerdan la bonhomía de este cantaor de los adentros que se vino desde Lebrija a la capital. El bar abrió en 1981, un año antes del gran momento de dos de sus grandes amigos, el triunfo electoral de Felipe González Márquez y el Nobel de Literatura de Gabriel García Márquez. Los Márquez, el apellido de aquel torero de Villamanrique de la Condesa. La familia del torero Manolo González regentaba en San Julián un puesto de calentitos.

Gildas a la calle. El año que se casó Melado. La bofetada de Glenn Ford a Rita un año antes de la visita a Sevilla de Evita. El peluquero de las 77 velas, el tercer mosquetero en las calendas de Guerra y Rojas-Marcos, recuerda el esplendor cinematográfico del barrio, un Lido de ambigús y espadachines: donde está La Pastora estaba el Terraza Victoria; a ambos lados de la Ronda abrían los cines de verano Capuchinos, Andalucía y Trinidad, éste muy cerca del mítico Baturone.

Las nietas del tabernero no son las únicas mujeres que parten el bacalao en San Julián. Hubo un puesto de chucherías a cargo de una tal Coral; estaba el horno de María; la madre de Palmira, abuela de Melado, tuvo un puesto junto a la ronda. Paralela a Macasta, serpentea Duque Cornejo, que une esta zona con San Luis. Al revés que Melado, que abandonó el barrio cuando pasó por el altar, el trianero Ruesga Bono, maestro de fotógrafos, se traslada a este barrio, la patria de sus hijos, cuando se casa y se convierte en vecino de la Moravia, otro de los puntos cardinales de San Julián, zona neurálgica de cada Domingo de Ramos con una hermandad a la que el peluquero le dedicó unas sevillanas: "No hay un palio ni un misterio que se pueda comparar / con el palio y con el Cristo del barrio de San Julián". Melado dejó el barrio y fue pregonero de la Velá. El único río que pasa por San Julián es el río del tiempo. Además del cura cinéfilo, recuerda un pregón del padre Cué que obligó a poner altavoces en la plaza.

Lo escribieron en latín y en cristiano. "Oh tú cualquiera que pasa / venera rendido este lugar / consagrado con la sangre del rey Hermenegildo". El rey visigodo (564-585), patrono de los conversos, hermano de Recaredo, murió por enfrentarse a su padre, Leovigildo. Como Fernando III, es un rey que también subió a los altares. El templo que lo rememora es emblema y castillo sacro del barrio de San Julián, en la zona conocida como Puerta de Córdoba cuyo deterioro y abandono tiene en alarma permanente a activistas del patrimonio como el poeta y ex guardián de Itálica Paco Vélez Nieto. Muy recomendable, ojo con el carril-bici, el paseo desde San Hermenegildo hasta la Macarena. Se viajará desde un rey visigodo junto a una muralla almohade hasta una iglesia católica custodiada por una centuria romana. Películas de época para el Terraza Victoria. Gildas a la calle, Macistes dentro.

En calle Macasta está la institución literaria Noches del Baratillo que fundó en una quincalla del Arenal Florencio Quintero. Melado celebra su cumpleaños en la Antilla. El peluquero global: una nuera galesa y un yerno lepero en la madeja familiar.

Recuerdo del doctor Boza, 'Manitas de Plata'

La plaza del Pelícano es un pulmón sociológico y laboral del barrio de San Julián, un enjambre de artesanos y oficios alternativos. La barriada tiene cerca de seis mil quinientos habitantes, delimitada por una gasolinera y una basílica. El antiguo mercado de abastos de San Julián se convirtió en centro cívico y en una biblioteca. Los más antiguos recuerdan al doctor Manuel Boza, un médico al que conocían como Manitas de Plata. La peluquería de Melado ha tenido seis sedes diferentes: el padre la inició en el número 6 de San Julián y en el antiguo bar Gallito Chico. El hijo tomó las riendas en la plaza de los Carros, Los Azahares, el Alameda Multicines -coincidiendo con el esplendor del primer festival de cine- y desde hace más de tres décadas, ya con su hijo Antonio, en la calle Amor de Dios, junto al cine Cervantes y el instituto San Isidoro, cuyo hermano Leandro fue fundamental en la conversión del futuro San Hermenegildo del arrianismo al cristianismo. La calle Morera está en obras y el tránsito de vehículos es muy complicado. El centro de San Julián es la plaza que lleva su nombre, donde en septiembre se celebra la Velá de la Hiniesta. También tienen lugar cruces de mayo en dicha plaza y en la del Pelícano. En la iglesia hay referencias a actos presididos por Amigo Vallejo.

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