Un psiquiatra confirma que la víctima del parque no murió por la ingesta de fármacos
Si se hubiera tomado todas las pastillas recetadas sólo habría estado varias horas "sedada" dado que se trataba de "relajantes musculares".
Un psiquiatra que atendió a Sara D. M., la joven que fue violada en el Parque de María Luisa, ha confirmado este miércoles al juez que instruye la causa que la joven no murió por la ingesta de fármacos con los que supuestamente intentó quitarse la vida, dado que a la misma sólo le había recetado relajantes musculares que a lo sumo la habrían mantenido en un estado de sedación durante varias horas.
El psiquiatra que ha declarado en el juzgado de Instrucción número 16 de Sevilla ha reconocido que vio a la joven una semana antes de que se produjera la muerte y ha precisado que la joven era “muy responsable” y se encontraba “agobiada” por los asuntos de trabajo, por lo que le recetó unos comprimidos de relajantes musculares.
El facultativo añadió, al ser preguntado por los efectos de las sustancias que ingirió la víctima, que aunque se hubiera tomado todas las pastillas de una vez no le habrían causa la muerte y únicamente habría estado “sedada durante varias horas”.
El instructor acordó la declaración del psiquiatra a instancias del abogado de la defensa, Eugenio Guevara, quien también solicitó que se ampliara el informe de autopsia para tratar de esclarecer si la ingesta de pastillas pudo provocarle la muerte con independencia de la agresión sexual que sufrió, una prueba que el magistrado acordó y por lo tanto está a la espera de recibir ese informe ampliatorio.
Recientemente apareció una nueva prueba biológica contra Francisco M. S., que está en prisión por la presunta violación y homicidio de una joven en el parque de María Luisa. La Policía Científica halló sangre de la víctima en la bicicleta del acusado. Esto es lo que asegura un informe policial entregado en el juzgado de Instrucción número 16 de Sevilla, que investiga el caso.
Con anterioridad comparecieron 14 testigos en el juzgado, entre ellos la pareja del imputado y varios amigos de la víctima, Sara D. M., quienes reconocieron que la joven les envió mensajes de “despedida” personalizados.
Una buena parte de las pruebas científicas contra el detenido fueron recuperadas gracias a una trabajadora del parque, que también testificó en su día ante el juez y que relató cómo cuando les ordenaron limpiar la zona recogió unos pañuelos de papel manchados de sangre en “bolsas de plástico para que no se contaminaran” y así las tiró al contenedor, de donde fueron recuperadas intactas cuando llegó la Policía Científica. La mujer actuó con esa intuición porque es seguidora de series de televisión sobre crímenes, como la popular CSI, donde se dan muchos detalles sobre cómo hay que mantener un escenario del crimen para no contaminar las pruebas.
También compareció ante el magistrado el trabajador que encontró a Sara D. M., quien explicó que la halló sobre las nueve de la mañana en la glorieta de Juanita Reina, sentada en un banco, con el bolso cogido entre sus manos y llevando un abrigo cubierto con una capucha. Según este testigo, tocó a la joven y al ver que no respondía, llamó a los servicios sanitarios. Después llegó la Policía y halló una carta de suicidio en el bolso de la joven, por lo que en principio se atribuyó a esta hipótesis la muerte.
En la zona vieron esos pañuelos de papel con restos de sangre, pero la Policía les ordenó que limpiaran la zona varias horas después de que se encontrara a la chica, en concreto, sobre las doce del mediodía.
En marzo pasado, el violador del Parque de María Luisa reconoció que mantuvo relaciones sexuales con la víctima, pero aseguró que éstas fueron consentidas y no fueron violentas hasta el punto de provocarle la muerte desangrada. Francisco M. S. explicó entonces que en la tarde del 23 de febrero, en torno a las nueve de la noche, coincidió en el Parque de María Luisa con Sara D. M., de 31 años, a la que no conocía con anterioridad. El sospechoso mantuvo en su versión exculpatoria que ambos decidieron mantener relaciones sexuales de mutuo acuerdo, por lo que las mismas fueron “consentidas” y siendo la chica consciente. Sí admitió que la mujer estaba “un poco mareada”, algo que atribuyó, según el investigado, a que pensaba que habría tomado un par de copas, pero en cualquier caso era consciente y sabía lo que hacía.
Tras mantener las relaciones, Francisco M. S., que está parado, afirma que se despidió de la joven, a la que dejó normal, y se marchó del parque, siendo aproximadamente las diez de la noche, y añadió que no se enteró del fallecimiento hasta el día siguiente, en la mañana del 24 de febrero. El imputado negó que las relaciones fueran violentas, un aspecto que no obstante contradicen los informes forenses, que han determinado que la víctima falleció por un shock hipovolémico debido a la abundante pérdida de sangre provocada por los abusos sexuales que sufrió.
Según la hipótesis policial, el agresor encontró a la joven de forma fortuita y podría tratarse de un mirón que merodeara habitualmente por el parque de María Luisa. La víctima había acudido la noche del 23 de febrero al parque con la intención de suicidarse y el violador la halló en "un estado de aletargamiento que mermó su capacidad física y psíquica". Esas circunstancias fueron precisamente aprovechadas por el agresor para acercarse a la joven y agredirla sexualmente, originándole unas heridas que le causaron una importante pérdida de sangre que probablemente determinaron su fallecimiento, más allá de la ingesta de los fármacos antidepresivos.
Hasta dar con Francisco M. S., la Policía llevó a cabo una ardua labor en la que interrogó a los posibles testigos y revisó todas las cámaras de videovigilancia del parque, que no registraron nada sospechoso.
Las pesquisas continuaron con el análisis de la ropa de la víctima, en la que descubrieron restos biológicos que podrían pertenecer a otra persona. Los agentes paralizaron las labores de recogida de basuras en el parque, analizando los residuos hasta que dieron con un resto que coincidía con el hallado en las ropas de la joven que había sido violada. También se recurrió a unidades especiales, entre ellas la de guías caninos, que rastrearon todo el perímetro de la zona donde fue hallado el cadáver.
La Policía Científica obtuvo el perfil genético de ambas muestras, que se introdujo en la base de datos de ADN, donde se localizó un perfil que coincidía con el de Francisco M. S., de 46 años y vecino de Sevilla.
Su perfil genético estaba incluido en la base de ADN porque desde noviembre de 2007 la ley permite a las Fuerzas de Seguridad extraer muestras de ADN a los detenidos, por lo que todos los perfiles genéticos de las personas arrestadas se almacenan en esta base de datos, que es cotejada para tratar de resolver delitos, como ha ocurrido en este caso.
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