Una protesta que huele mal

Las lanzaderas que van desde el Prado hasta el real fueron saboteadas con bombas fétidas · El pinchazo de neumáticos no produjo incidencias en el servicio especial

Turistas caminan por el Prado en busca de las lanzaderas especiales para llegar a la Feria.
Turistas caminan por el Prado en busca de las lanzaderas especiales para llegar a la Feria.
Diego J. Geniz

20 de abril 2010 - 05:03

Tranquila y con cierta calma. Así se vivió ayer la primera jornada de huelga de los trabajadores de Tussam con la que Sevilla estrenaba su Feria. En las paradas del Prado de San Sebastián las lanzadareras que unían este enclave con el real la normalidad fue la nota dominante, con una frecuencia de paso en los autobuses que cubrían dicho trayecto que no superaba los diez minutos. Y ello pese a los bombas fétidas y al pinchazo de neumáticos que sufrieron varias lanzaderas. Por lo demás, no hubo que esperar largas colas, lo que tranquilizó a los pasajeros que temían que el primer día de paro tuviera mayores consecuencias.

Después de semanas ocupando títulos y portadas de periódicos, tras varios días de negociaciones entre empresa y sindicatos, los sevillanos se enfrentaban por primera vez a la huelga. El temor por los efectos de este paro provocó que desde bien temprano hubiese personas en las paradas del Prado para llegar a la Feria. El servicio de lanzaderas se activó a la hora fijada, a las seis de la tarde, cuando llegaron los primeros pasajeros. Los autobuses que iniciaron este servicio iban casi vacíos, hasta que dos horas después comenzó a llegar el pelotón de viajeros, aunque de forma muy escalonada.

Junto a la parada habilitada para los días de Feria los trabajadores de Tussam repartían folletos informativos sobre las causas de la huelga. Cuartillas de papel donde se habla de conquistas sociales, intereses bancarios, ingresos, porcentajes económicos, beneficios, despidos anunciados y lucha sindical. Como coda a su reivindicación laboral se incluye una pregunta retórica sobre la confianza en los periódicos sevillanos "controlados por los bancos y la patronal". Una profunda reflexión para estos pasajeros que guardaron el pasquín sindical en el fondo de chaquetas y bolsos.

Los autobuses volvían a llenarse de mantones y trajes de chaqueta. La tardanza en llegar al recinto ferial no superaba los 10 minutos, y ello pese a que el tráfico estaba bastante saturado desde el Puente de los Remedios hasta la confluencia de Asunción con Virgen de Luján. La frecuencia de salida era también bastante rápida. En cuanto un autobús partía el otro ya estaba preparado en la parada para recoger pasajeros. Entre la salida de uno y otro no había que esperar más de 10 minutos.

La intención, según los trabajadores de los servicios mínimos, es que este ritmo se mantuviera hasta la hora en que se iluminara el recinto. Los temores de los pasajeros se disipaban, aunque la jornada no estuvo exenta de percances. El vicepresidente de Tussam, Guillermo Gutiérrez, informó de que ocho autobuses habían sido objeto de pinchazos en sus neumáticos y en otros se habían lanzado bombas que fueron advertidas por los pasajeros. Actos vandálicos que no afectaron al servicio. La huelga no tuvo más incidencias. Aunque sí malos olores.

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