El quién es quién de la primera vuelta al mundo
V centenario Circunnavegación de Magallanes y Elcano
Magallanes y Elcano son los personajes recordados en la primera vuelta al mundo, pero su aventura habría sido imposible sin toda una corte de personajes que también lo hicieron posible
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En plena era de los descubrimientos, cada uno de los personajes que tomaron parte en la aventura de dar la primera vuelta al mundo lo hizo por diferentes motivos: dinero, gloria, honor, poder... pero lo cierto es que todos ellos contribuyeron a dibujar un nuevo mapa de la ecúmene hasta entonces jamás imaginado por el hombre, cuyo legado nos ha llegado hasta nuestros días.
Hernando de Magallanes
Hidalgo, militar y marino de la baja nobleza lusitana con experiencia en viajar a las Indias. Nace, tal vez en Oporto, en 1480. Su idea de convertirse en un rico hombre llegando a las Molucas y su resentimiento hacía el monarca portugués Manuel I por no reconocerle sus méritos y servicios le llevó hasta la corte castellana de Carlos I para ofrecerle el ambicioso proyecto de alcanzar y controlar la fuente de la especiería.
Murió el 27 de abril de 1521 de manera imprudente por incumplir las instrucciones que recibió de la corona española de no exponerse personalmente a peligros innecesarios.
Desaparecía de ese modo una figura esencial para la historia, una navegante al que los fracasos habían agriado su carácter, dueño de una autoridad y alter ego que le impedían compartir la gloria con nadie, granjeándose con tal tozudez muchos enemigos. Por otro lado, demostró tener una personalidad muy valiente. Su tenacidad, perseverancia y carisma propició que muchos le siguieran hasta las últimas consecuencias a costa de sus propias vidas. Estuvo al mando de la Trinidad.
Juan Sebastián de Elcano
Marinero de Guetaria nacido en 1847. Fue junto a Magallanes descubridor de la primera ruta en torno al planeta. Se dedicó al comercio y la navegación, llegando a ser maestre de una nao de 200 toneles, pero los negocios no le fueron favorables y ello le instó a enrolarse en una aventura tan peligrosa en principio con un rol más subordinado (maestre de la Concepción), aunque posteriormente resultaría fundamental en el feliz desenlace de la empresa al frente de la nao Victoria, dando muestras de sus grandes dotes de navegante en el turbulento camino de regreso a Sevilla.
Elcano se embarcó para superar su ruina y con el deseo de ser rico, uno de los principales motivos que movían a los nautas de la era de los descubrimientos.
Pese a verse envuelto en los sucesos del Motín de San Julián y estar a punto de ser castigado con la pena de muerte por el propio Magallanes, la leyenda le tenía reservado un sitio con su nombre y fue a la postre quien logró culminar tan valerosa hazaña ultramarina.
Quizás por mejorar aún más su posición social volvió a embarcarse como segundo comandante de la siguiente expedición a las Molucas en 1525, junto a tres hermanos y un cuñado, pero ninguno de los tres regresó.
Carlos I
La fuerza y vigor de su juventud unido al deseo de demostrar sus dotes para ser un gran rey le inducen a firmar las Capitulaciones de Valladolid el 22 de marzo de 1518, por las que la corona española se comprometía a completar el sueño colombino que décadas antes impulsaron los Reyes Católicos y no logró alcanzar Cristóbal Colón.
El monarca no pudo ver partir la expedición rumbo a las Molucas ya que puso rumbo a Europa tras conocer su nombramiento como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, que gobernaría como Carlos V.
Tal era el interés de la corona española en abrir aquella ruta que envió en 1520 otra expedición al mando de Andrés Niño pero ésta se perdió en el Pacífico tras atravesar por tierra para buscar el Mar del Sur.
El imperio español acrecentaba su dominio y al mismo tiempo que Magallanes cruzaba su estrecho, Hernán Cortés encontraba el imperio azteca. América representaba ahora El Dorado para España, con unas riquezas más cercanas y asequibles que las del lejano Oriente.
Tras varios intentos sin mucho éxito de volver a llegar a las Molucas, la corona comprendió que la ruta hacia oriente de ida y vuelta por el paso de Magallanes era irrealizable por el elevado coste que exigía de dinero y vidas humanas.
Las anheladas riquezas orientales habrían de esperar pues eran casi imposible de alcanzar. De este modo en 1529 Carlos V vendió a Portugal sus posibles derechos sobre las Molucas.
Bachiller Ruy Faleiro y Juan de Cartagena
Ambos personajes corrieron una suerte desigual en el discurrir de los acontecimientos. La figura de Faleiro resultó un apoyo científico fundamental para Magallanes por sus innumerables conocimientos en navegación y cosmografía para llevar a cabo su plan de llegar a Oriente por un paso en el sur de América.
El recelo que despertaba en la corona española situar al mando de la expedición a dos portugueses, provocó que a solo diez días de partir se le cesara de su cargo, noticia que le hizo caer en desgracia hasta perder el juicio.
Su sustituto fue Juan de Cartagena, persona de confianza del obispo Juan Rodríguez de Fonseca, que fue nombrado por el rey de España 'persona conjunta' para comandar la armada junto a Magallanes. Esta nueva bicefalia nunca funcionaría puesto que el capitán general portugués quería el mando en exclusividad. El nombramiento de Cartagena puso en riesgo la expedición, ya que causó posteriormente insurrecciones, refriegas, asesinatos y ejecuciones.
Cristóbal de Haro y Juan Rodríguez de Fonseca
El primero de ellos fue mercader e importante hombre de negocios en Portugal. Una serie de hechos que resultaron lesivos para sus intereses influyeron para que Cristóbal de Haro impulsara la expedición al Maluco, que acabase con le monopolio portugués en la ruta de las especias.
Su papel fue clave para que Magallanes y Faleiro propusieran a España capitalizar el proyecto. Finalmente contribuyó incluso a sufragar de manera privada con dinero alemán el 20 por ciento de la armada.
Por su parte, el obispo Rodríguez de Fonseca, fue hombre muy ligado a la corona española, ejecutando los designios regios tanto en labores diplomáticas como en la organización de ejércitos y armadas.
Fue una especie de ministro de marina e Indias sin cartera para los Reyes Católicos y a él se debe la organización de la Casa de la Contratación. Su intercesión fue clave para que el proyecto saliera adelante y la corona financiara el viaje.
Gómez de Espinosa
Aguacil real, personajes transcedental en el devenir de los acontecimientos pues quien abortó la insurrección de San Julián contra Magallanes.
A la muerte de éste, en septiembre de 1521 la compaña lo sitúa al mando de la expedición y al frente de la Trinidad. Después de capitanear la armada con éxito en la última singladura de tan largo viaje, tuvo que quedarse en las Molucas para reparar la nao capitana y ello le privó de la gloria del regreso que si tuvo Elcano con la nao Victoria.
Muy pocos tripulantes de la Trinidad regresaron a España. Muchos murieron atravesando el Pacífico de regreso. El hambre, el escorbuto y los temporales les obligaron a volver a Tidore pero cayeron en manos portuguesas.
Después de muchas penurias, al cabo de los diez años consigue regresar a España, recibiendo un trato mezquino en lugar de reconocérsele su lealtad al rey, a los comandantes de la flota y su fidelidad a la causa. Por tales causas, su nombre merece estar junto al resto de los héroes de esta gesta y no entre los olvidados.
Antonio Pigafetta y Ginés de Mafra
Ambos personajes nos narran las múltiples peripecias que suceden a lo largo de todo el viaje. Gracias a sus testimonios sabemos de las emociones que sintieron aquellos marineros durante la larga y peligrosa singladura por aquellas mesetas líquidas oceáncas.
Pudieron contarlo sobre todo porque tuvieron la suerte de sobrevivir y regresar a casa, si bien, mientras Pigafetta saboreó la gloria del regreso con la nao Victoria, Mafra, se conformó con regresar al cabo de los años, una vez se liberó del cautiverio portugués.
Antonio Pigafetta, natural de Vicenza fue el cronista más conocido de la armada. Su inclusión en esta empresa se debió a su obsesión por todo lo exótico que venía de allén de la mar.
Fiel compañero de Magallanes, durante la travesía estuvo siempre presente en todos los puertos o en las embajadas que se relacionaban con los nativos, recogiendo todo en su diario.
Tuvo suerte de salvar su vida en varias ocasiones: una de ellas cayó al mar y pudieron rescatarlo y en otra pudo evitar la trampa mortal del convite del rey de Cebú, junto con Elcano, por encontrarse heridos de la batalla de Mactán.
Cumplida esta experiencia irrepetible viajó por diversas cortes europeas con intención de ser consejero áulico y narrar sus vivencias. Jamás se alistó en más expediciones. No sucedió lo mismo con el piloto Diego de Mafra quien decidió embarcándose en ulteriores aventuras.
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