"Tenemos más de 180 profesores en lista de espera para una plaza estable"
Vicente C. Guzmán Fluja. Rector de la Universidad Pablo de Olavide (UPO)
Vicente Guzmán afronta sus últimos meses como rector de la UPO con la preocupación de no poder retener a sus investigadores, que esperan hasta cinco años para consolidar sus empleos
En la Universidad Pablo de Olavide (UPO), ya ha empezado la cuenta atrás para su rector, Vicente Guzmán, que en marzo se despide de su cargo sin la posibilidad de repetir tras dos mandatos. Antes, debe hacer frente a los problemas que está generando la insuficiente financiación pública y la descapitalización de la plantilla (PDI y PAS).
–¿Qué retos se ha planteado para este curso 2019-2020?
–Nuestro objetivo es consolidar y preservar los aspectos positivos de la universidad, como nuestra actividad investigadora. Somos una universidad pequeña y joven, tenemos sólo 23 años de existencia, pero nuestra productividad investigadora es muy reconocida y con un gran impacto en la sociedad, ya que apostamos por temas relacionados con el cambio climático, la ecología o el tratamiento de enfermedades raras.
–¿Cómo pretende conseguirlo?
–Concurriendo a todas las fuentes de financiación que podamos, optando a proyectos de investigación y presentándonos a convocatorias de infraestructuras. Es cierto que en las últimas ayudas publicadas por la Junta de Andalucía no hemos salido bien parados, pero, en los últimos dos años, en todas las convocatorias del Gobierno a la que hemos optado hemos recibido el 100% de lo que pedíamos.
–En la última convocatoria de ayudas de la Junta para la transferencia de conocimiento e infraestructuras, la UPO ha recibido menos de 350.000 euros. ¿Qué opina de esta decisión? Su hermana, la Universidad de Sevilla, ha recibido más de 7 millones de euros.
–Nos ha extrañado mucho, no lo voy a negar. Queremos sentarnos con la Junta, ver qué ha pasado, pedir explicaciones y buscar soluciones para las próximas convocatorias. Esperábamos más dinero porque creemos que nuestra capacidad y excelencia investigadora lo justifica.
–¿Cuánto dinero esperaban recibir?
–Como mínimo el millón de euros que pedíamos en infraestructuras para el proyecto del animalario, un proyecto muy importante para nosotros, y, al menos, 500.000 euros para transferencia de conocimiento. En los últimos años, hemos llegado a captar ayudas públicas que han superado los cuatro millones, por eso no entendemos qué ha pasado. Para que la investigación no decaiga, las infraestructuras tienen que estar siempre lo más nuevas posibles.
–Dentro de su reto de preservar la actividad investigadora, ¿cuenta la UPO con un plan de captación de talento?
–Sí, tenemos un plan de captación de talento que está dando muy buenos resultados. La UPO se ha ganado un gran prestigio a pesar de su juventud y atrae a muchos jóvenes investigadores que, a su vez, son capaces de captar fondos de la Unión Europea. El problema no es captar talento, sino retenerlo, consolidar el talento que somos capaces de atraer con contratos fijos y estables. Perder investigadores porque dan un paso adelante en la excelencia investigadora y en sus carreras aunque sea en otras instituciones entra dentro de lo lógico, pero perderlos porque no tienes capacidad de consolidarlos en tu universidad con una plaza estable de ayudante doctor, doctor contratado o catedrático, eso es malo.
–¿Por qué no consigue la UPO retener a sus investigadores?
–Tenemos una tasa de reposición muy limitada. Somos la única universidad española que, tras la tasa de reposición cero que impuso el Gobierno de Mariano Rajoy en 2012, no hemos conseguido recuperarnos. El número de plazas que podemos por ley convocar al año es menor al número de profesores que se acreditan. Tenemos una lista de espera de profesores e investigadores acreditados de hasta cinco años. Actualmente hay 182 personas acreditadas esperando una plaza.
–¿Cuántas plazas puede convocar al año la UPO?
–Como mucho podemos sacar 40 plazas en total al año, y, en los últimos tres años, la lista de espera no ha bajado de las 150 personas. Como las plazas tardan tanto en salir, los investigadores se van. Hemos tenido investigadores con mucho potencial que se nos han ido a Suiza, Gran Bretaña, Galicia, Madrid y, por supuesto, a casi todas las universidades andaluzas. A algunos los hemos logrado retener, pero con mucho esfuerzo. Y este problema con los investigadores se extiende al resto de profesores.
–¿Influye la financiación en este problema?
–En parte sí. Ante la insuficiente financiación pública para los gastos corrientes, hemos tomado la decisión de no convocar las 30 plazas de ayudante doctor que teníamos presupuestados, sólo una. Esto nos ha impedido eliminar contratos a tiempo parcial por otros a jornada completa y consolidar a la gente joven en la carrera universitaria. Algo similar ocurre con el Personal de Administración y Servicio (PAS). Hace tanto tiempo que no podemos convocar plazas que el desfase entre PDI y PAS es enorme. Para estar dentro de la media de las universidades andaluzas, necesitaríamos contratar 100 nuevas plazas de PAS.
–¿Qué soluciones plantea?
–Nos preocupa mucho la descapitalización del personal, por eso le pedimos a la Junta un plan plurianual de fortalecimiento de los recursos humanos. Entiendo que los recursos de la Junta son finitos, pero hay que hacer un esfuerzo.En Andalucía, la media de contratos a tiempo parcial del PDI está en el 17%. Nosotros estamos cerca del 40%. Esto hay que eliminarlo.
–¿Van a poder cuadrar las cuentas a final de año?
–A fecha de hoy sabemos que podemos cerrar el año sin déficit, pero a costa de perder por el camino políticas de la universidad relacionadas con la plantilla y pequeñas obras en el campus. Vamos a conseguirlo gracias a un gran esfuerzo y porque hemos sido muy prudentes a la hora de ejecutar el presupuesto. No voy a permitir que la Universidad vuelva a estar en números rojos.
–Habla de obras en el campus sin hacer.
–Llevamos doce años reclamándole a la Junta un plan de Infraestructuras. Necesitamos, como mínimo, un edificio docente-investigador nuevo, un edificio funcional. Y, por otro lado, aquí tenemos espacios que no se han tocado desde 1982, cuando esto aún era la Universidad Laboral y pertenecía al Estado. No obstante, confío que esto cambie y que a lo largo de 2020 la Junta nos convoque para tratar este tema.
–¿Se ha quedado el campus de la Pablo de Olavide pequeño?
–Es cierto que estamos un poco apretados y que no hay mucho espacio para crecer, pero nos sentimos cómodo con nuestro número de alumnos. Actualmente, estamos en torno a los 12.000 alumnos. En mi opinión, una universidad joven debe dimensionarse de manera razonable y no superar los 15.000 ó 16.000 estudiantes. Una universidad con este tamaño es gobernable, innovadora, flexible, con capacidad de asumir retos de una forma rápida. Si creces más, tu tamaño se convierte en tu propio peso y freno. Además, ¿para qué quiero tener 50.000 estudiantes? Para eso está la Universidad de Sevilla que cumple su función magníficamente dentro de la provincia. La UPO tiene que ser algo diferente y complementario.
–¿Le preocupa la reorganización de titulaciones que pretende hacer la Junta? En este nuevo mapa también entraría su nueva vecina, la Universidad Loyola.
–Si las universidades privadas son buenas y de calidad, no me preocupa compartir titulaciones con ellas. Me preocupan las universidades públicas y privadas que son meras expendedoras de títulos o se conciben como meros negocios. Y sobre el mapa de la Junta, lo que me preocupa es su enfoque. Creo que este mapa debe funcionar sobre tres ejes. El primero es que no se puede crecer indefinidamente en titulaciones, el crecimiento tiene que estar dimensionado. No podemos pretender que cualquier idea que tengamos se convierta en una titulación nueva e implantar nuevos títulos como si no hubiera un mañana.
–¿Y los otros dos ejes?
–En segundo lugar, se debería trabajar con las titulaciones ya existentes. Muchas de las preguntas que hay que resolver en términos de necesidades sociales, de empleo o productividad podrían responderse modernizando y actualizándo los títulos que ya tenemos. Esto siempre es más viable que implantar títulos a pulmón. Y, tercero, si planteamos titulaciones nuevas, que sean con una visión generalista. La mayoría de los empleos del futuro no se han creado aún y el problema es que no sabemos cuáles son, no podemos formar en abstracto.Por tanto, la formación no puede ser concreta, tiene que ser abierta y que la especialización llegue a través de los posgrados.
–Cuando esté listo el nuevo mapa de titulaciones, habrá que repartir los títulos geográficamente.
–Exacto. No es bueno que haya diez títulos de lo mismo. Pero si la demanda es alta y no hay plazas libres, como ocurre con Derecho o Empresariales, de acuerdo, repitamos las titulaciones. Lo que tendremos que trabajar es para que cada campus, dentro de estas titulaciones, tenga su propia especialización.
–La UPO empezó a ofertar en 2016 a sus alumnos la posibilidad de realizar los cuatro años de un grado en tres. ¿Ha tenido éxito esta iniciativa?
–Algunos estudiantes lo han hecho. Es un itinerario difícil, no todo el mundo está en condiciones para hacerlo aunque tenga capacidades, pero algunos lo han culminado con éxito. No muchos, es verdad, no más de diez estudiantes, pero la opción sigue vigente y todos los años dos o tres estudiantes lo solicitan.
–¿Tendría fuerza para un tercer mandato?
–¡No! Aquí estamos limitados a dos mandatos. Ya me estoy despidiendo.
–Se le acaba de dibujar una sonrisa en la cara.
–Ilusión y ganas hay. Uno siempre tiene proyectos en mente y piensa cómo mejorar la Universidad, pero como no puedo hacerme la pregunta de si continuaría o no, no me la he hecho. Creo que es sano que los mandatos estén limitados.Si una persona está mucho tiempo en el cargo, corre el riesgo de pararse a sí misma y de parar a la institución.
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